Alberto Ruy Sánchez. Foto: Archivo
Mañana sábado abre sus puertas la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), el mayor encuentro cultural en español del mundo y la reunión editorial más importante de Iberoamérica. Dedicada en esta edición a Madrid, el narrador y ensayista Alberto Ruy Sánchez recibirá el Homenaje al Bibliófilo, y el editor Juan Casamayor (que responde a nuestro cuestionario "Esto es lo último"), el Homenaje al Mérito Editorial.
Pregunta.- ¿Cuándo la bibliofilia llegó a ser en usted una enfermedad?
Respuesta.- Siempre lo ha sido. "Bibliofilia" es el nombre de una enfermedad. Es más que un fetichismo cualquiera, pues los libros tienen significados. Eso multiplica sus poderes y sus efectos. Pero hay que reconocer que si en toda filia extravagante hay algo patológico, algunas patologías nos ayudan a vivir.
P.- Hábleme de su biblioteca. ¿Cómo es, cómo la ordena?
R.- La hago en complicidad total con mi esposa, Margarita De Orellana. La hemos hecho y rehecho a lo largo de décadas como un espejo de nuestras complicidades y nuestros oficios, el suyo de historiadora y el mío de escritor, más el de editores compartido. Cuando los hijos comenzaron a usarla le dimos un orden alfabético, pero es frágil porque constantemente saltan los libros a tomar otro orden: es una biblioteca viva.
P.- ¿Le cuesta deshacerse de un libro?
R.- No, hay temas que han migrado enteros. Los de los intereses de mis hijos van adonde ellos vivan, mi hijo es antropólogo y diplomático y mi hija es internacionalista. A un primo le regalé una extensa biblioteca de marxismo y a otro la de psicoanálisis.
"Tan lejos de España"
P.- ¿En qué estado de salud cumple sus 31 años la FIL de Guadalajara?R.- La Feria siempre corre el riesgo del gigantismo y sale victoriosa. Sorprende. No es una Feria comercial tan solo, es un gran Festival literario del español en el continente americano, donde siempre hay algo por descubrir. Y la ciudad es deliciosa.
Ruy Sánchez opina que Guadalajara ha de servir para que México y España "se acerquen". Él, dice, acusa carencias, por lo que no se atreve a diagnosticar la literatura española actual ("Estoy tan lejos de España, qué melancolía") y de la mexicana le cuesta establecer "patrones o generaciones". Aunque se acuerda, afirma, de entre los del lado de acá, de Juan Goytisolo y de Valente.
P.- ¿Se puede hablar de una sola "literatura latinoamericana"?
R.- Latinoamérica, editorialmente, es la guerra de los Balcanes. Es más fácil para mí leer literatura serbia o vietnamita que argentina o peruana. España tiene una política del libro (impuestos y tarifas de transporte favorables) que le permite estar en toda América, ningún gobierno de un país americano ha querido darse cuenta de que tenemos un inmenso mundo de lectores atado de manos.
Aunque reniegue de las etiquetas, a Ruy Sánchez, autor del Quinteto de Mogador, le han puesto el membrete de escritor de novelas sobre el deseo, cuando no eróticas, directamente. El género más difícil para un escritor, según Marsé. "Yo vivo creyendo que lo erótico es parte de la vida -comenta el mexicano-. No hay literatura erótica: el erotismo está donde hay afirmación de la vida. Y si no lo hay es que alguien se tapó los oídos, cerró los ojos y atrofió el sentido del gusto que despiertan las palabras. Toda literatura es erótica. Lo demás es adquirido, es forzado. Es un manto de metal sobre el cuerpo."Latinoamérica, editorialmente, es la guerra de los Balcanes. Es más fácil para mí leer literatura vietnamita que peruana"
P.- Alguna vez ha reivindicado lo barroco. ¿Por qué está, por lo general, desprestigiado?
R.- Porque el mundo anglosajón y su fantasma de modernidad es antibarroco. Es hijo del protestantismo, que no puede entender que el barroco no es un estilo ni una época sino un proyecto de civilización que fracasó. Al ser desechado por las élites siguió vivo en las fiestas populares de México, por ejemplo. Es un proyecto donde la fiesta no es lo que se hace después de trabajar sino lo que teje y desteje a la sociedad. La fiesta es ritual esencial, no sobra. Y en la fiesta están las formas artesanales y artísticas que para ella se producen y hasta las formas literarias, desde Sor Juana.
P.- ¿Y qué aporta la otra parte, la del protestantismo?
R.- En el protestantismo las cosas son o no son, se vive el fetichismo de la verdad. En el mundo barroco las cosas son y no son al mismo tiempo. Por eso en el mundo protestante a ciertos libros que se creen objetivos, sin cuerpo que los escriba, los llaman con un término que empobrece: "no-ficción". En el mundo barroco los llamamos con más precisión "ensayos".
P.- ¿Cómo se reconoce a un escritor barroco?
R.- Barroco es el que escribe con la sensación de que su obra da sentido a la vida, a la suya y a la de su entorno inmediato. Sabe que no es entretenimiento tan sólo sino ritual lúdico. Lo barroco no es lo recargado sino lo ritual.
P.- ¿Un ejemplo?
R.- Beckett es un barroco ejemplar. La geometría de sus obras es implacable, la construcción verbal es asombrosa por su complejidad tácita. Su sencillez, sus silencios, están llenos de implícitos.