Image: Natàlia Cerezo: La pérdida me fascina pero no escribo desde el trauma

Image: Natàlia Cerezo: "La pérdida me fascina pero no escribo desde el trauma"

Letras

Natàlia Cerezo: "La pérdida me fascina pero no escribo desde el trauma"

La autora catalana publica su primer libro, En las ciudades escondidas, donde reúne quince relatos que tratan sobre la pérdida y el salto a la vida adulta

2 noviembre, 2018 01:00

Natàlia Cerezo. Foto: Ariadna Arnés

Verde piscina es el color que Natàlia Cerezo ha elegido para la edición de su primer libro de relatos, En las ciudades escondidas (:rata_). La escritora cuenta que fue su profesor de instituto quien la animó a juntarlos. Un total de quince. Después, la editora Iolanda Batallé lo tuvo claro. Traductora y correctora, la joven de 33 años es autodidacta. "Hice un curso pero tuve que dejarlo porque iba muy lenta -comenta-. Tardaba meses con cada cuento". Había que escribir más. "Y escribo, pero hasta que no esté satisfecha no voy a dejar el texto".

De primeras Cerezo parece tímida y se refiere a sí misma como insegura, no obstante lo cierto es que sus historias muestran todo lo contrario, con una gran precisión en las imágenes y en la palabra, desprenden cierta certeza. De hecho, su voz, su presencia, se vuelve confiada cuando conversa sobre su proceso creativo o sobre la literatura.

Pregunta.- ¿Asume la escritura como un reto?
Respuesta.- Creo que asumo todo como un reto. Escribir es duro porque el reto este que tomo, lo tomo conmigo misma. Es un "hasta dónde eres capaz de llegar" y, en ese sentido, uno se puede fustigar muchísimo. Cuando me pongo siento muchísima inseguridad pero a la vez siento que es lo que siempre he querido hacer.

Aunque escribe, dice, desde antes de los 12 años, fue precisamente su profesor el que le "volvió a enseñar a leer". "Yo antes leía absolutamente todo -comenta-, luego empecé a ver que no todo es igual de bueno. Ahí también está la gracia, ¿no? Tampoco te tiene que apetecer siempre leer Guerra y paz". Autores como Sylvia Plath, Alice Munro, Raymond Carver, John Cheever, Ray Bradbury, las hermanas Brönte son algunos de sus referentes.

P.- ¿Por qué ese título, En las ciudades escondidas?
R.- Quería transmitir algo que reflejara la complejidad de los personajes. Una ciudad lo es y tiene ese punto de que si estás viviendo en ella y un día paseas puedes llegar a un sitio que no conocías, puedes darte cuenta de que te has perdido a pesar de que llevas muchos años viviendo allí o puedes simplemente recordar cosas que te han pasado... Me parecía una imagen bonita para transmitir eso. Lo de escondidas es porque los personajes, creo que la mayoría de ellos, no le dicen a la gente que están tristes.

P.- ¿Cómo trabaja sus relatos?
R.- Trabajo a partir de lo que quiero transmitir, que normalmente es una emoción muy concreta. Si, por ejemplo, cogemos el primer relato, Incendio, que es donde se ve más claro lo que intentaba contar, es la pérdida, no solo de alguien importante sino también de tu espacio de cuando eres un niño. Esa transición a la vida adulta. Creo que hay mucho en estos cuentos sobre perder la inocencia y asumir responsabilidades que antes no tenías, algo que puede ser negativo o positivo.

P.- ¿La pérdida es un sentimiento que le obsesiona?
R.- La pérdida me fascina mucho. Hay varios cuentos que tratan de eso. Puede ser porque yo misma perdí a mi madre. Pero no escribo desde el trauma ni creo que sea terapéutico, sino que me parece un tema interesante para explorar. Temas muy humanos que no se queden en la superficie. Por eso también hay muy poca tecnología. Porque me da la impresión de que es algo superficial. Me apetecía hablar de cosas universales que le pasan a todo el mundo.

P.- En ese sentido, ¿pone mucho de sí misma en su escritura?
R.- Hay poquito de mí. La madre que muere podría ser la misma. Un hospital es siempre lo mismo. Voy dejando pistas pero son detalles muy, muy pequeños.

P.- En sus textos el entorno natural, como los bosques, el campo, la playa, tiene mucha presencia. ¿Por qué le da tanta importancia?
R.- Primero porque soy de un pueblo y me muevo en un ambiente diferente al de la ciudad. Y segundo porque con la naturaleza se pueden transmitir cosas que están muy vivas, aunque suene un poco cursi decirlo. Da mucho juego para enlazarlo con lo que está sintiendo el personaje en ese momento o con cómo está percibiendo la realidad. Es como eso de que cuando llueve el personaje está triste pero intentando que no sea tan cliché.

P.- Aparte de ese entorno, ¿qué diría que tienen en común sus historias?
R.- Todos son personajes a los que les cuesta transmitir lo que les está pasando y que viven la realidad de una manera un poco peculiar o alejada, siempre están un poco al margen. Y todos experimentan pequeños cambios.

P.- ¿Cambió algo de sus primeros relatos para incluirlos en En las ciudades perdidas?
R.- Cambié el título de Norte, porque es el relato más antiguo. Lo dejé un poco por cariño. Porque es el primero con el que supe lo que quería hacer y lo que quería trabajar. Luego hay cuentos que no entraron directamente porque no me gustaban y sí, hubo bastante cambio. Norte lo reescribí pero al final quedó más o menos igual que al principio porque está tan encajonado que no pude cambiar casi nada.

P.- Ha dicho que escribe historias pequeñas de personajes corrientes, ¿eso cree?
R.- No quiero ser como rimbombante o tratar las cosas con una importancia que no les corresponde. Me parece más interesante tratar algo muy gordo desde el punto de vista de 'aquí no ha pasado nada'.

P.- ¿Suele escribir varios relatos a la vez o toma distancia entre ellos?
R.- Amor y No los escribí muy seguidos porque al principio eran una única historia, pero por lo general solo me puedo poner con un relato cada vez, porque si no se mezclan las cosas. Creo que no tienes por qué dedicarle menos tiempo a un cuento que a una novela aunque sea más corto, porque tienes que pensar lo mismo.

Cerezo escribe a fuego lento. Lo normal, afirma, es que tarde meses en terminar un relato. "Pienso mucho en los personajes, aprovecho cualquier excusa para pensar". En ese sentido, reconoce que los viajes en coche le suelen funcionar. Estar quieta mientras todo lo demás está en movimiento. Como sus relatos. "Lo que me cuesta más es vomitar el texto, una vez ya tengo más o menos claro lo que quiero, puedo escribir lo que sea. Escribir en bruto es lo más difícil. Tengo que saberlo todo, soy una maniática de esas cosas, aunque luego en el cuento no se vea, pero necesito saberlo para escoger una u otra palabra", manifiesta.

Tampoco se plantea cambiar de género, aunque le gustaría escribir ciencia-ficción. "Me encantaría, pero a veces siento que las ideas me escogen en vez de escogerlas yo a ellas". Consciente de que En las ciudades perdidas es solo un comienzo, reconoce que aún le queda mucho por aprender. "Tengo que meterme más caña con esto, y hasta que no consiga estar completamente satisfecha de los cuentos no creo que lo deje. Me siento muy bien escribiéndolos. Bueno, muy bien y muy mal, porque cuando escribo me siento muy insegura, pero creo que ahora mismo es el género donde me muevo más cómodamente", concluye.

@mailouti