Javier Lostalé
Javier Lostalé (Madrid, 1942) publica Cielo, un poemario que supone la culminación de un proceso que inició con Tormenta transparente (2010) y El pulso de las nubes (2014): un camino continuo, "una poética de despojamiento en la que la huella autobiográfica se diluye, aunque al mismo tiempo se mantiene en lo real", en palabras de Ignacio Garmendia, director editorial de colecciones de la Fundación José Manuel Lara.En el acto de presentación del libro, el periodista Antonio Lucas se ha referido a Lostalé como "uno de los poetas con mejor voz personal de su generación" y un "divulgador de la poesía" (trabajó durante cuarenta años en Radio Nacional de España), al tiempo que destacaba que su poesía es "eminentemente comunicativa y sensitiva; una poesía que va desnudándose y alcanza su plenitud en los poemas de Cielo, que son una combinación de intensidad y sencillez".
El poeta ha destacado que ha vivido intensamente el proceso de creación de esta obra, "como el que anhela el encuentro con el ser amado", un trabajo en el que "el poema tiene una vida propia y autónoma", pero también resultado de un "combate entre el poeta y el lenguaje", una lucha que es una lección de humildad, porque demuestra "que muchas veces somos inferiores a las posibilidades que nos brinda".
Los poemas de Cielo orbitan en torno al amor (más concretamente, el desamor, "que es una forma profunda de amar"), y palabras como "transparencia, invisibilidad o borrarse son el núcleo de ellos". El poeta ha intentado "desaparecer, dejar de ser el protagonista para empezar a vivir en los otros". La composición de este libro ha sido para Javier Lostalé como "una experiencia mística, una sublimación carnal". Sin embargo, es importante para él que no desaparezca del todo lo concreto en la poesía (que de por sí es un proceso de abstracción). "En estos poemas no desaparece lo físico, pero hay un intento de trascendencia, de fusión con el amor, pero un amor sin figura, aunque la silueta siga latente en él", explica. En este sentido, ha destacado que su poesía se emparenta directamente con San Juan de la Cruz o Rilke.
Para ello ha sido preciso realizar una depuración del lenguaje, un proceso de "descenso hacia lo esencial, una búsqueda de lo primero", pero sin anular completamente lo accidental, la vida real. "El libro se mueve en la invisibilidad, en el deseo de borrarse" para consumar la unión con lo amado, y es un constante recuerdo de lo que pudo haber sido y nunca fue, de los sueños frustrados, los proyectos incumplidos, las promesas rotas. Los demonios y los fantasmas del pasado se hacen presentes en cada uno de los poemas de Cielo. Así, la palabra adquiere para el poeta un valor redentor, al permitirle liberarse del dolor y la nostalgia. El vacío de la ausencia toma vida propia, un peso tremendo, ya que "los ausentes siguen actuando y viviendo en nosotros" y "en lo no existente es donde vive lo más real", ha afirmado el autor.
Además, Javier Lostalé ha expresado su esperanza de "sumar algo, ya que en poesía lo que no suma, resta". Ha dicho que basta con que la poesía le sirva a un lector para que cobre sentido, para dar una justificación a todo el trabajo que supone, porque, parafraseando a Francisco Brines, "el lector, al hacerlo carne en su vida, escribe en el aire el poema que escribió el poeta".
@migserrod92
Regresas
La luz que envuelve hoy tu casa,mientras a ella regresas,
es la misma que un día te borró
en la dicha pasajera de saberte amado.
Tanto es así que no eres tú
el que ahora en soledad camina,
sino aquel que nunca acabó de llegar
extraviado en el único paisaje
de la memoria encendida de otro ser.
Por eso un momento te detienes
para, separado del mundo,
escuchar de nuevo la voz
de quien ya no existe,
pero que ahora te otorga
el don inmortal
de volver a nacer dentro de su olvido.