Laura Ferrero: "Hacerse mayor es descubrir que no hay certezas"
Laura Ferrero
Tras la publicación de su primer libro de relatos, la escritora y editora debuta en la novela con Qué vas a hacer con el resto de tu vida (Alfaguara), la historia de una huida en la que continúa explorando una amplia gama de relaciones humanas.
Pregunta.- Obviando la historia en sí, hay varios rasgos de usted en la Laura protagonista, ¿por qué llamarla igual?
Respuesta.- Me encantaría decirte que era un juego deliberado con el lector, pero no. Empecé a escribir la novela en primera persona y utilicé mi propio nombre para sentirme identificada. Después nunca lo cambié, porque al llegar al final me di cuenta de que, a pesar de que intenté alejarme del registro confesional, llevaba toda la novela hablando de mí. No en la historia en sí, claro, pero el personaje, sus incertidumbres y dudas las he vivido yo en mi propia carne. No era yo pero sí era yo. Al final la lección es que no se puede huir de uno mismo.
P.- Me decía hablando de su libro de relatos Piscinas vacías que una historia tiene más fuerza contada en pocas páginas. ¿Cómo ha conseguido mantener el pulso en 300 páginas?
R.- La verdad es que lo he intentado. Al principio me resultaba muy difícil cambiar de ese registro de pocas páginas al de muchas páginas, por coherencia, estructura, paciencia... Estaba muy acostumbrada a contar cosas muy potentes en tres páginas, pero he aprendido a alargar y mantener la tensión. Era mi reto en esta novela y espero haberlo conseguido.
P.- De nuevo están presentes todos los ingredientes de su narrativa: la tristeza, la pérdida, la culpa, la familia... ¿son obsesiones constantes?
R.- Como escritores solo tenemos un tema en la vida del que se derivan distintas ramificaciones. Yo siempre hablo de los vínculos entre las personas y lo difícil que es mantenerlos y entenderlos, sobre todo con quienes tenemos más cerca. Uno nunca acaba de conocer a su madre o a su padre, porque siempre hay cosas de la vida de los demás que nos son opacas, como a los demás les ocurre con nosotros. Es un tema de la vida y de la narrativa que me interesa muchísimo, lo humano, y de ahí parten a su vez un montón de subtemas como la infancia, los amores, el madurar..., que están arraigados en ese gran tema.
P.- También mantiene la novela el tono lírico y melancólico y la primera persona que caracterizaba el grueso de sus relatos, ¿cómo encontró la voz de Laura?
R.- Empecé a hablar de otra persona, de una Laura imaginaria y sin darme cuenta fui surgiendo yo. En las primeras páginas estaba mucho más distanciada y paulatinamente pasé a ser la protagonista, sin darme cuenta. Comencé a incluir en la novela datos concretos reales de mi vida, lugares, restaurantes, libros, discos..., pero después fui yo misma entrando y la realidad fue adueñándose progresivamente de la novela. En el momento no era consciente, pero ahora, visto desde fuera, es algo que me fascina.
P.- Titula la novela Qué vas a hacer con el resto de tu vida. En el cuento 'Sofía' de su anterior libro hablaba de qué es hacerse mayor, ¿qué significa para usted?
R.- Creo que nos hacemos mayores cuando nos damos cuenta de que nunca va a llegar ese momento de habitar el mundo de las certezas. De niño uno siempre ve clara la meta, llegar a ser mayor, tener las cosas claras, casarte... Tienes en tu cabeza que en algún punto las cosas van a cambiar, pasar a otro estado, y el tema de hacerte mayor no es una cuestión de estado, sino de ir asumiendo compromisos, de tomar tú mismo decisiones. Justamente hacerse mayor es darse cuenta de esto, de que en la vida las certezas no te van a caer del cielo, de que probablemente va a haber ciertos aspectos en los que jamás vas a tener seguridades. Ahora que por fin he comprendido este tema siento, no te diría que me siento más mayor, pero sí que veo la realidad de una manera un poco más "real" que unos años atrás.
P.- El presente de la novela, que pivota constantemente hacia el pasado e incluso el futuro, es la decisión que toma Laura de irse, esa huida hacia delante. ¿Cobardía o valentía?
R.- Hay determinados momentos en la vida, estas encrucijadas en las que ves lo que dejas atrás y lo que te espera delante, que piensas que lo que está más lejos siempre te va a dar más luz que lo que tienes cerca, porque en esos momentos es como si tuvieras la realidad pixelada. A Laura irse a Nueva York le parece el summum al que puede aspirar para encontrase con ella misma, con la historia de su familia, pone ilusión en lo desconocido, porque lo conocido no le ha servido. Resulta ser una huida hacia delante, pero ella cree que eso le va a ofrecer ciertas soluciones porque está obsesionada con encontrar el sentido de las cosas. Por eso lee y escribe, porque la literatura siempre te da unas respuestas que no te da la realidad.
P.- Laura va encajando diferentes visiones y versiones de su pasado, ¿se puede confiar en la memoria o vamos creando nuestra realidad?
R.- Creo que la memoria es totalmente engañosa. Tenemos una querencia a crear discursos propios y a recordar las cosas conforme nos conviene. Yo tiendo a dudar un poco cuando escucho la versión aislada de qué ha ocurrido, a nivel personal, en una discusión o incluso a nivel de un problema político, no tienen nada que ver las versiones porque cada parte ha ido acumulando los datos con un objetivo y un punto de vista.
P.- La protagonista está frustrada porque la vida no es como debería ser, la realidad rompe sus esquemas mentales, ¿existe una manera "normal" de las cosas?
R.- Laura se frustra porque estamos rodeados continuamente de anuncios publicitarios, de películas, libros..., que nos dicen continuamente cómo deberían ser las cosas. Está por ejemplo la familia feliz, el padre que recoge a los niños del cole y los lleva al parque. Uno crece con unos estereotipos y llega la vida y en ella no están esas idealizaciones. Entonces uno se pregunta qué es la normalidad y qué es ser normal, tenemos la tendencia de buscar la normalidad cuando en realidad no existe. Hacerse mayor es también darse cuenta de que nadie es normal y de que todos hacemos lo que buenamente podemos. Laura al final del libro termina dándose cuenta de que no puede pedirle a la vida algo que ni siquiera sabe lo que es, y de que lo que debe hacer es pensar en ella misma.
P.- Pero antes de eso se pasa la vida buscando culpables, incluso se culpa a sí misma, ¿es otra manera de huir? R.- Se pasa toda la vida tratando de encontrar culpables porque en un culpable también encuentras un por qué, y es más sencillo asimilar todo lo que ocurre. Si tú sabes que la culpable es tu madre piensas en lo mala que es y tú sales del foco. Laura tiene la obsesión continua de buscar las causas de su infelicidad en los demás cuando en realidad sólo recaen en sí misma, y al final entiende que de lo único que se puede ocupar es de su vida, que el laberinto de emociones ajenas no le va a servir a ella.
P.- ¿Y después de este debut, continua con la novela o volverá al cuento?
R.- Tengo el argumento de una próxima novela y bastantes relatos escritos por ahí. Creo que va a ser algo un poco rompedor, diferente, obviamente no va a ser una novela policiaca, pero hay un poco de cambio de tono.