Javier Reverte
"La Guerra Civil es el conflicto que más literatura ha generado, más que la Segunda Guerra Mundial", afirma Javier Reverte (Madrid, 1944). Un corpues que el escritor ha contribuido a engrosar con obras como Venga a nosotros tu reino (2008) y El tiempo de los héroes (2013), los dos anteriores volúmenes de esta trilogía que ahora concluye con Banderas en la niebla (Plaza & Janés). Pero añade que sus obras no son más de lo mismo, sino que añaden un componente clave. "Estos libros son novelas de guerra de frente de batalla, en las que la literatura española no es muy prolija. Existen algunos ejemplos, como El imán, de Ramón J. Sender, pero son amplia minoría", explica.
"Al escribir, traté de que el humo de la pólvora traspasara la página y la gente pudiera olerlo, oler la sangre", incide Reverte, que consigue una historia donde mezcla aliento épico con rigor histórico y que recrea los campos de batalla que surgieron en la contienda, que en el texto rezuman efectivamente sangre y pólvora. El interés de Reverte en el tema se basa en su propia experiencia personal, pues asegura que su generación, la inmediatamente posterior a la guerra, también quedó marcada por ésta. "Conocí personalmente a muchos combatientes de la guerra, mi padre y dos de mis tíos también lucharon. Pertenezco a la generación de posguerra y la guerra era un tema recurrente que también nos marcó a nosotros. No conozco a nadie que haya hecho una guerra al que le guste de verdad", puntualiza.
Algo que parece contradecir uno de los dos protagonistas de la novela. Reverte dibuja las dos caras del conflicto bélico a través de sendos personajes reales: José García Carranza, El Algabeño y John Cornford. "Son dos personajes antitéticos y paradigmáticos que retratan las dos visiones enfrentadas, e igualmente apasionadas, de lo que fue esta guerra". El Algabeño es un clásico señorito andaluz, torero, clasista y fascista, el rostro de una España reaccionaria, tradicional y salvaje; mientras que Cornford, intelectual británico criado en Cambridge, bisnieto de Darwin y cuya madre era amiga del grupo de Bloomsbury, representa el idealismo de unos jóvenes románticos e intransigentes que veían en la tierra española el comienzo de una revolución universal y la primera trinchera abierta para la Segunda Guerra Mundial. "Intelectuales cargados de poesía para los que nuestra guerra fue la Ilíada de su tiempo".
Estas dos versiones y visiones de la vida chocarán frontalmente en un conflicto que venía gestándose tiempo atrás. Por ello, Reverte comienza la novela en 1925, y sirviéndose de capítulos alternos va contextualizando las vidas y devenires de sus dos protagonistas, por un lado la represión del pueblo andaluz al frente de los "caballistas" de ultraderecha, la Sanjurjada, o el clima de conflicto de la Sevilla de Queipo de Llano "Algabeño fue honrado como un héroe y era un asesino a sangre fría", afirma Reverte. Por otro, el ambiente universitario de Cambridge, teñido de estalinismo, las veladas culturales del grupo de Bloomsbury o la formación de las primeras Brigadas Internacionales, "tropas clave en la guerra que deberían ser más reconocidas", apunta el escritor. "Murieron muchos británicos en España. Ninguno de los compañeros de Cronford, por ejemplo, acabó la guerra".
El punto clave de la trayectoria vital de ambos hombres, y de la novela, es el mes de diciembre de 1936. España arde en una encarnizada guerra y, en muchos lugares, se pelea pueblo por pueblo, casa por casa. Sin conocerse ni saber siquiera el uno del otro, estos dos hombres de orígenes tan distintos van a encontrarse en las sierras jienenses de Lopera, donde el destino unirá para siempre sus nombres en un mismo día. "Es curioso que coincidieran allí y murieran, sin conocerse, con unas horas de diferencia, en la batalla de Lopera, una de las más sangrientas del inicio de la guerra, donde las tropas sublevadas destrozaron a la XIV Brigada".
Sobre la guerra, Reverte afirma tener la postura "de cualquiera con dos dedos de frente. Fue una guerra en la que todo se confundió muchísimo, a nivel político y en el campo de batalla. Hubo mucha matanza gratuita y los ideales y la política empezaron a perder su sentido, se difumiron entre la niebla". De ahí, extrajo el escritor el título Banderas en la niebla, un título fallido de William Faulkner, pensado inicialmente para su novela Los invictos.
"Es una novela, sí, pero una novela real. Aquí no hay nada de ficción además de las técnicas narrativas", valora Reverte. "He recreado una realidad, dotando de cuerpo y diálogos imaginativos, que pudieron ser, a unos personajes de verdad". Para el escritor este es el broche, una muestra más de lo que llama su "Trilogía trágica española. Y es trágica porque la han vivido varias generaciones de españoles. Hoy es un episodio cerrado, y yo he tratado de cerrarlo literariamente. Hay que olvidar la Guerra Civil a nivel político y social, y recordarla solo literariamente", defiende.