Venga a nosotros tu reino
Javier Reverte
29 mayo, 2008 02:00Javier Reverte. Foto: Carlos Miralles.
Javier Reverte, viajero infatigable por lugares remotos que ha dado algunas grandes obras de este tipo de literatura de observación, conocido reportero, a ratos también poeta, hace además con discontinuidad pero con perseverancia novela. No se trata de actividades del todo incomunicadas porque el instinto del cronista y del investigador deja su huella en sus ficciones y toda su escritura está marcada por una explícita intención comunicativa. Su nueva novela, Venga a nosotros tu reino, confirma estos supuestos. Tiene al respecto mucho interés el epílogo, donde el autor aclara los orígenes de la obra: fue, en principio, un proyecto de investigación de hechos reales de los años 50 silenciados por la Prensa que no pudo desarrollar por la dificultad de acceder a las fuentes. Se refiere a la presencia clandestina en España de un cura y agitador político polaco a quien la policía descubrió, detuvo y ejecutó.Este oscuro episodio de la represión franquista constituye la base argumental del libro, el cual, sin embargo, no se limita a su recreación verosímil. Dicha peripecia adquiere dimensiones testimoniales, por supuesto, pero a la vez se explaya en una aventura interior. Todo ello bajo la guía literaria declarada en el epílogo: "Quise, en definitiva, hacer una novela que intentara aproximarse a la verdad de lo sucedido echando mano de la imaginación".
El sustrato testimonial rescata con tintas vivas distintos aspectos de época. La rememoración del cura, Stefan Berman, evoca el terror en el gueto judío de Varsovia y la barbarie nazi. La mayor parte del documento se refiere a nuestra sociedad bajo la dictadura. Resultan atractivas para un profano las noticias sobre los tímidos movimientos dentro de la iglesia católica para distanciarse de la "cruzada" y buscar un cristianismo más cercano al pueblo. Muestra la degradación de la policía política y trata con intensa crudeza su comportamiento. El retrato de la corrupción moral colectiva no resulta inesperado, pero sí de mucho valor intencional. Se diría que éste es el objetivo prioritario de Reverte, señalar la mentira que subyace en la sociedad de orden y buenas costumbres de la dictadura.
La voluntad de denuncia es capital y para ello Reverte, además de utilizar un realismo documental, emplea también procedimientos expresionistas muy oportunos como los que aplica al tratamiento de un personaje principal, el obispo madrileño Eijo Garay. Sigue en la semblanza del prelado franquista una técnica distorsionadora. Acumula ocurrencias, irreverencias y escatología y una revulsiva imaginería produce un retrato implacable y divertido, una figura memorable.
Además de esa marcada vertiente sociológica, tiene la novela otra muy distinta, pues es también una historia de individuos, sobre todo de dos, el cura y una adolescente hija de un alto militar con quien el mozo alcanza un trato íntimo. Lo colectivo deriva hacia una densa novela psicológica, un relato de amor, que es la dimensión que al final prevalece. Carga Reverte esta línea de la trama de intensidad emocional y, yendo más allá de las circunstancias que la originan, vemos una apuesta clara por un valor superior, la autenticidad. La pareja lo sacrifica todo a un impulso noble. Es lo único digno en la novela, y se impone al entorno que trata de impedirlo, la Iglesia, ruin y zafia, y los mediocres agitadores comunistas, que no salen nada bien parados. El coraje de los enamorados supone un mensaje positivo, y en esta línea va el desenlace, que sería inoportuno desvelar aquí.
Reverte logra su propósito de presentar una invención representativa de un tiempo mediante un molde novelesco en esencia tradicional. Al cual, por otra parte, le añade el contrapeso creativo del punto de vista burlesco. El resultado es una novela a la vez amena y seria, y de grata lectura.