José Antonio Primo de Rivera

Se ha dicho muchas veces que José Antonio Primo de Rivera (Madrid, 1904 - Alicante, 1936) entró en política para limpiar el nombre de su padre, el dictador Miguel Primo de Rivera, que estaba siendo póstumamente mancillado por la República. No obstante, el historiador especializado en el falangismo y el franquismo Joan Maria Thomàs (Palma de Mallorca, 1953) sugiere en su biografía José Antonio. Realidad y mito, recién publicada por Debate, que en realidad se trataba de un deseo anterior de emular y superar al padre y al mismo tiempo salvar a España de una supuesta revolución comunista con la que el fundador de la Falange estaba obsesionado. Todo ello espoleado por una personalidad "mesiánica y narcisista", explica a El Cultural el autor del libro.



Thomàs, investigador ICREA Academia y profesor de la Universidad Rovira i Virgili, apoya su tesis, entre otras evidencias, en una entrevista del famoso periodista César González Ruano a José Antonio en marzo de 1930, antes de la muerte de su padre. Cuando le preguntó por sus aspiraciones políticas, este respondió: "De política ya hablaremos cuando pasen unos años. Esas cosas son como las bofetadas: no se anuncian, se dan. Ya tendremos ocasión -dice bromeando- cuando yo sea dictador de España". Según Ruano lo dijo en broma, pero Thomàs cree que era "la expresión de un deseo íntimo y una encubierta declaración de intenciones".



En la introducción de José Antonio. Realidad y mito, el autor agradece la labor de otros historiadores como Stanley G. Payne, Ian Gibson, Javier Pradera o José-Carlos Mainer, que han tratado en las últimas décadas la figura del fundador de la Falange como contrapeso a las hagiografías que se escribrieron durante el franquismo. Sin embargo, Thomàs, que es autor también de otros libros sobre el tema como Franquistas contra franquistas y El gran golpe. El caso Hedilla o cómo Franco se quedó con Falange, considera que esta nueva biografía que ahora publica se sirve de los avances historiográficos producidos en los últimos 20 años. Además considera novedoso este enfoque de la figura de José Antonio basado en el "deseo de superar a su padre" más que de limpiar su nombre.



José Antonio tomó de Ortega su idea de nación dirigida por una minoría y el concepto de unidad de destino en lo universal"

El libro aborda en primer lugar el contexto familiar y los años de formación de José Antonio, que antes de entrar en política se dedicó a la abogacía con notable éxito y coqueteó con la literatura (tenía varias novelas y piezas de teatro inacabadas). En el segundo capítulo Thomàs describe los inicios de Primo de Rivera en política, con defensas encendidas de su padre mediante escritos en prensa y arrebatos violentos en público que incluían bofetadas, desafíos a duelo e incluso una trifulca con el general Queipo de Llano que acabó con todos los participantes en comisaría y con José Antonio, su hermano Miguel y su primo Sancho Dávila en un tribunal militar por agredir a un superior, ya que el primero era oficial en la reserva y los otros dos estaban realizando el servicio militar. En tercer lugar, el historiador aborda la trayectoria de José Antonio desde la creación de la Falange hasta su ejecución en la cárcel de Alicante, donde fue enviado por tenencia ilícita de armas y tras la radicalización violenta de Falange. El cuarto capítulo analiza el ideario de José Antonio, con elementos copiados del fascismo italiano y otros tomados de pensadores de su época como Ortega y Gasset y Eugenio d'Ors. Por último, la biografía de Thomàs concluye con la construcción del mito y el exacerbado culto que el franquismo rindió al que consideraba su mayor mártir, manipulando su figura para aprovecharla políticamente.



Pregunta.- Menciona entre los principales abrevaderos ideológicos de José Antonio las teorías de Ortega y Gasset y Eugenio d'Ors. ¿Qué tomó de uno y otro?

Respuesta.- De Ortega toma la idea de nación dirigida por una minoría, su visión de la historia y el concepto de "unidad de destino en lo universal", que Ortega denominaba "comunidad de destino histórico". A Ortega no lo conocía personalmente, pero con D'Ors tuvo una relación personal. De él tomó dos ideas: la del sacrificio para cumplir una misión y la idea de imperio. Para D'Ors se trataba de un imperio cultural, pero José Antonio lo transmuta en imperio territorial. Hizo una mixtura, por una parte aboga por una minoría que ha de dirigir a las masas y al mismo tiempo defiende una gran modificación de la aristocracia: esta no debía ser inútil y ociosa, sino que debía jugar un papel importante en la sociedad como lo había hecho antaño. También tenía una visión neotomista de la sociedad y del sentido cristiano de la vida. Quería un régimen confesional católico, pero con separación entre el Estado y la Iglesia.



P.- También procuró rodearse de una "corte" literaria e intelectual. ¿Quiénes eran los intelectuales más destacados entre sus seguidores?

R.- José Antonio se consideraba ante todo político, después abogado y también tenía una fuerte inquietud literaria que le causó frustración. Buscó rodearse de todo tipo de intelectuales, como Eugenio Montes, Rafael Sánchez Mazas, Agustín de Foxá y otros. Al mismo tiempo, esos escritores filofascistas encontraron en él un líder al que admirar e incluso adorar. Por otra parte, José Antonio, que siempre tuvo el "contraespejo" de su padre, tuvo una relación con los intelectuales opuesta a la que había tenido él, que había tenido enfrentamientos con figuras como Unamuno, mientras que José Antonio trató de reconciliarse con el escritor. También, al contrario que su padre, busca la erudición en sus escritos, con una prosa muy cuidada que a veces se volvía poco comprensible.



Joan Maria Thomàs

P.- Al parecer José Antonio tenía una personalidad que oscilaba entre el refinamiento y la violencia.

R.- Yo creo que era una persona fundamentalmente seria, responsable, disciplinada y metódica, que creía que había que hacer grandes esfuerzos, y, por otra parte, tiene un componente de violencia y de sarcasmo en su personalidad, pulsiones que intentaba contrarrestar con autocontrol. Por otra parte era tímido, muy educado y alegre, por tanto resultaba atractivo. Probablemente forzó su personalidad, mostrando su cultura y su simpatía tratando de dar una imagen seductora.



P.- ¿Es cierto que estando preso en la cárcel de Alicante intentó ofrecerse como mediador entre los dos bandos para conseguir la paz?

R.- Fue una manifestación más de su mesianismo, estaba convencido de que podía poner fin a la guerra viajando hasta Burgos, suponiendo que se lo permitiesen las autoridades republicanas, para entrevistarse con los generales alzados. Propondría un programa de reformas profundas y estaba dispuesto a suprimir las milicias de todos los partidos, incluso las suyas.
José Antonio llegó a pensar que Azaña podía ser el hombre que salvase a España y la reformase"


Esto se tiene que entender en clave del falangismo. Eran personas que querían reunificar el país, acabar con los partidos y suavizar las diferencias de clase, por lo tanto la guerra civil era un enorme fracaso. José Antonio estaba de acuerdo con el golpe de Estado, pero no con la guerra. Había anhelado dar él mismo un golpe para inmediatamente llevar a cabo el programa de su ideología, pero en lugar de eso se encontraba en prisión y en medio de la guerra civil.



P.- También dice en el libro que José Antonio llegó a admirar a Azaña y creyó que podía ser la persona idónea para solucionar los problemas de España.

R.- José Antonio manifestó su admiración por Azaña en dos momentos de su vida. Pensó que podía ser el hombre que salvase a España y la reformase, y también pensó que Indalecio Prieto (igual que Mussolini había sido un antiguo socialista) podría ser el líder de una España nacionalista y reformada. Por cosas como esta me da la impresión de que hay dos José Antonio: uno el dominante, que tiene el deseo emulador y superador del padre, convencido mesiánicamente de que puede salvar a España; y en otros momentos piensa que otros lo pueden hacer por él. Es como si tuviera el deseo de quitarse esa carga que él mismo había asumido voluntariamente. Por tanto veo cierta impostación en él y al mismo tiempo creo que los dos José Antonio eran auténticos.



P.- ¿Por qué el bando nacional tardó casi dos años en reconocer la muerte de José Antonio? ¿Fue para que no decayera la moral de sus tropas y simpatizantes?

R.- Al parecer sí. Esto sucedió en el momento inicial de la guerra, cuando los voluntarios falangistas y carlistas eran muy necesarios porque aún no habían empezado con el reclutamiento de las quintas, así que mantener la tensión era muy importante. Los falangistas, con Hedilla al frente, decidieron ocultar la muerte de José Antonio, y esto continuó cuando Franco se puso al frente de la Falange en abril del 37. Hasta un año después no se reconoció oficialmente.



P.- ¿En qué medida Franco mantuvo los principios ideológicos de José Antonio?

R.- En el fondo ni Franco ni su régimen fueron fascistas, pero los falangistas tuvieron un papel muy importante en el régimen. Se les dio el control sindical y de la socialización política de la mujer y de los jóvenes a través de la Sección Femenina y el Frente de Juventudes, y también algunos ministerios como el de trabajo y vivienda. Falange encarnó la parte más populista y social del Franquismo, aquella que tenía un mayor interés en adoptar medidas en favor del bienestar de la gente. No tenían esa inclinación otros sectores del régimen: como los derechistas, los católicos, los empresarios y los militares. El régimen fue muy plural dentro del espectro de las derechas. Más que fascista, el de Franco fue un régimen fascistizado.



P.- ¿Cree que José Antonio habría visto con buenos ojos la represión franquista durante y después de la guerra civil?

R.- Por una parte José Antonio y los fascistas en general defienden la necesidad de la represión porque creen que hay personas que quieren destruir su país y hay que enfrentarse a ellas con la fuerza, pero también creen que a partir de ese momento hay que esforzarse por captar a las masas de UGT y los anarcosindicalistas, que han sido "engañadas". Pero no creo que José Antonio viera con buenos ojos la represión salvaje del franquismo sobre todo durante la guerra y el primer año de la posguerra, con voluntad aniquiladora, como cuando atacaban a la población civil que huía en Andalucía, o como el asesinato de García Lorca.



P.- Hoy existen algunas escisiones residuales de la Falange. ¿Qué formaciones políticas de hoy han asumido los postulados de José Antonio Primo de Rivera?

R.- Tanto en el franquismo como después, la Falange disidente no tuvo importancia. La Falange Auténtica y otros grupos similares no han tenido relevancia desde el punto de vista político ni electoral porque siguen anclados en las ideas de los años 30. En cambio otras extremas derechas europeas triunfan con un discurso nuevo. Por ejemplo, son islamófobas pero juegan con los límites del sistema democrático. Por otra parte, algunas ideas de José Antonio siguen teniendo vigencia. Él era antinacionalista periférico, pero al mismo tiempo era consciente de que España era muy plural. Era anticatalanista pero no anticatalán, antivasquista pero no antivasco. Esta distinción sigue siendo válida pero no estoy muy seguro de que la derecha lo tenga hoy muy claro.



P.- En definitiva, ¿cree que la imagen que ha perdurado de José Antonio Primo de Rivera es fidedigna?

R.- Creo que José Antonio sigue siendo un gran desconocido por la manipulación que se hizo de su figura durante la época de Franco y vale la pena conocer a un personaje que no deja de tener puntos de interés y que nos invita a pensar en lo que es nuestro país.



@FDQuijano