Alicia Kopf
De ella dice Enrique Vila-Matas que ha escrito un libro que "en otro país, habría cambiado el curso de la historia". Se hace llamar Alicia Kopf por una razón que tiene mucho que ver con su obra, y la obra de todo artista: el descubrimiento de uno mismo. Hermano de hielo, su primera novela, es un artefacto literario de alto voltaje en el que convive la autoficción y el ensayo. Publicada primero en catalán y después de cosechar un éxito con pocos precedentes, llega al mercado en castellano de la mano de Alpha Decay.
Si su profesora ha sido capaz de guardar durante décadas un relato, no es de extrañar entonces que su primera novela se haya convertido en un pequeño fenómeno. Un fenómeno que se inició en la pequeña editorial que comanda Eugènia Broggi, L'Altra Editorial, donde acabó después de hacerse con el Premio Documenta, premio al que se le sumó, más tarde, el Llibreter (distinción que otorgan los libreros catalanes), cuando, de forma unánime, la crítica apuntó que aquella novela, Germà de gel, la historia, encriptada, de una obsesión por el hielo, en todas sus variantes, y en realidad, un viaje hacia lo más profundo de uno mismo, era lo mejor que le había pasado a la literatura catalana en mucho tiempo. Alpha Decay extiende ahora el hechizo polar de Kopf al resto de España con una edición en castellano que incluye alguna que otra escena (e imagen) más y que le ha permitido, desde la distancia, entender mejor la clase de bomba que ha supuesto 'Hermano de hielo' para el panorama literario de este país.
Pregunta.- ¿Qué hubo antes de Hermano de hielo?
Respuesta.- Antes de Hermano de hielo hice un libro, editado gracias a una beca Kreas, llamado Modos de (no) entrar en casa. Está en el límite de lo que se suele llamar un libro de artista. El contexto de inicio de la crisis, estallido de la burbuja inmobiliaria y dificultad para conseguir un piso de alquiler, así como el casi imposible acceso al mundo laboral, me causaron una profunda sensación de "no poder entrar". Así que empecé a dibujar casas donde no se podía entrar, o variaciones negativas del tema de la casa, y abrí un blog y un tumblr donde colgaba pequeños relatos sobre precariedad vital. Al final del proceso lo reuní todo en un libro y salieron tres exposiciones sobre el tema con los dibujos, textos y distintos materiales. Ahora veo que suelo trabajar así, la parte expositiva retroalimenta la narrativa.
P.- Sin embargo Hermano de hielo ya se apareció como novela, ¿por qué?
R.- Los proyectos siempre vienen al principio en forma de imágenes y metáforas que voy desarrollando e investigando exhaustivamente. Al primer momento de documentación le sucede otro de juego con todo el material. Todo ello va acompañado por la reflexión que voy realizando a modo de diario durante todo el proceso. La novela es el resultado de estos tres momentos. Su formato híbrido y narrativo a la vez me permite explorar la subjetividad propia y ficcional. Creo que la novela-ensayo, tal como yo la concibo, es el medio autoexploratorio por excelencia.
P.-¿Cómo cree que fue el que la idea de querer escribir algo épico sobre la sensación de estar sumidos en una lucha constante acabara en algo tan intimista?
R.- Creo que en todo el libro hay un cuestionamiento de lo es heroico y antiheroico. Pretendo darle la vuelta al tema de la épica y llevarla a pie de calle, en las historias familiares, en los cuidados de las mujeres, territorios en los que creo que la épica no ha entrado tradicionalmente. Por otra parte me fascinan las historias de valentía, de exploradores que van hacia una gran Nada. No puedo esconder esa fascinación, aunque luego la resitúe. En tiempos difíciles como los de los últimos años, hay que buscar historias que nos ayuden a sobrevivir y nos den fuerza. Además de eso, de cierto trabajo de mitología personal, intento luego transformar los referentes para crear nuevas posibilidades más allá de las heredadas.
P.- La autoficción es el constructo artístico que ha permitido construir Hermano de hielo, y así, parte de su vida se convierte en parte de su obra, ¿era la intención explorar, desde el principio, su propio yo interior, ver hasta dónde podía llegar?
R.- Primero surgió la fascinación por algunas imágenes las de la edad heroica de la exploración polar y a medida que fui explorando ese paisaje blanco me encontré preguntándome de dónde venía esa fascinación. Es entonces cuando inicié la exploración interior. Y ahí encontré a mi hermano como alguien que ha configurado distintos roles en mi familia. La narradora-yo avanza como un rompehielos, hacia delante, hasta que el hielo se rompe y surge una interioridad vulnerable.
P.- En ese sentido se presenta, como bien dice, la familia como aquello que, inevitablemente, nos define, moldea nuestra identidad. En su caso, la figura de su hermano, pero también la de los demás, como bloques de hielo que tal vez nunca lleguen a fundirse.
R.- Representar a mi hermano era un deber que me había impuesto desde mucho tiempo atrás. Pero debía hacerlo de un modo que tuviera sentido, que fuera suficientemente innovador como para que el libro o el proyecto no tuviera interés por su vertiente "social" sino que fuera algo artístico en sí, más allá del referente. Describir de un modo realmente honesto el impacto de este hecho familiar requería paradójicamente mucha técnica y resortes literarios. Mi intención era, además de hacer entender este fenómeno, hacerle un regalo, un regalo que durara para siempre y que a la vez me ayudara a entenderle.
P.-¿Diría que Hermano de hielo es, en ese sentido, una especie de cuaderno de bitácora de un viaje a lo más profundo de uno mismo?
R.- Sí, lo es, y también es un manual de supervivencia para mí misma a partir de explicarme historias de valentía, de heroicidad pero también de todo lo contrario. Durante el tiempo en que lo estuve desarrollando fue un "polo" personal, un eje vertebrador. Y sí, un viaje en el que salí, creo, descubriendo una parte de algo muy nuclear y auténtico en mí. P.- La forma de la novela es fascinante. Desde el principio. La cita de Vila-Matas da en el clavo con eso de que "en otro país, este libro habría cambiado incluso el curso de su historia". ¿Cómo fue que dio con esa narradora en perpetua mutación, que piensa proyectarse en siete figuras diferentes?
R.- La forma de esta novela es producto de una operación de montaje. En ese sentido, trabajo como un cineasta que filma las escenas por separado. Intento montar la novela produciendo contrastes, choques que produzcan significado en su espacio intermedio, como con la noción de montaje dialéctico. La 'narradora-matrioska' surgió a posteriori, después de cerrar el último capítulo, en el momento que vi todo el sentido global de la historia. La inserté al principio pues quería orientar al lector un poco, antes de introducirlo en mi mundo. Para poder hacer eso, necesité cierta distancia temporal.
P.- Y luego están todas las microhistorias relacionadas con la exploración ártica por un lado y con el frío en general por otro. Sorprende, por ejemplo, la historia del fotógrafo de copos de nieve. ¿Sintió que tenían que estar ahí? ¿Formar parte de la búsqueda que constituye la novela? ¿En qué sentido encuentra un paralelismo entre el frío polar y las capas de hielo bajo las que nos escondemos?
R.- En este caso el hielo tiene connotaciones muy dispares y todas ellas importantes para mí: por una parte la congelación emocional, por otra parte el hielo como memoria, como un libro con sus páginas blancas, que, como las imágenes, conserva las cosas y sus historias en sus estratos. Así que fui recolectando este tipo de documentación mientras a la vez me observaba a mí misma recolectándola. Esa perspectiva, como si tuviera una cámara detrás de mí, con el tiempo me pareció más interesante que esas historias polares en sí mismas. Como digo, el hielo preserva las cosas, del mismo modo que la memoria. Para mí, este proceso de exploración interior tenía que ver con la regresión y la excavación en estas capas. El doble sentido del hielo por lo que respecta a las emociones, me permitía, a la vez, abordar los orígenes de la congelación emocional de una familia.
P.- El libro está repleto de imágenes que se intercalan e ilustran los capítulos. Imágenes de vencedores y vencidos alcanzando sus metas. ¿Qué le permiten?
R.- El pensamiento de las imágenes es sintético. Su uso al lado de los textos, en mi caso, nunca es ilustrativo, sino complementario. Cuando las produzco yo misma, como es el caso de los dibujos que se incluyen en el libro, son condensaciones de ideas que tienen lugar cuando llevo bastante tiempo trabajando un tema. En este caso, durante el proceso empecé a dibujar sobre la idea de conquista para ver hasta dónde podía mostrar las "conquistas interiores" de las que habla Walser en su Jakob von Gunten, a partir del estudio iconográfico de las conquistas polares.
P.-¿De dónde cree que viene esa atracción especial por el hielo, el frío, lo polar? El artista es aquel que "hace visible lo invisible", dice, y en ese sentido se parece a los exploradores polares y a su modo de hacer visibles fotográficamente sus conquistas, ¿las ve como figuras paralelas, a la del artista y el explorador?
R.- Sí, creo que es algo que es una relación que existe de un modo claro en el libro. Son exploradores de cosas distintas, pero el espíritu creo que es parecido; descubrir cosas desconocidas, hacerlas emerger de un modo u otro.
P.- Tengo entendido que la lectura de Mi lucha, de Karl Ove Knausgard tuvo algún tipo de influencia en Hermano de hielo, ¿es así?
R.- Leí a Knausgard el verano pasado, cuando ya tenía tres cuartas partes del libro escritas. Devoré los tres primeros tomos. Vino a confirmar algunas intuiciones que tenía en relación a la voz de mi narradora; debía causar la misma sensación de honestidad. Y me di cuenta que por ser mujer esta sensación de honestidad me podría causar problemas, más de los que le habría causado a él como escritor. Primero por los supuestos históricos de lo que se debe decir de lo que siente una mujer y lo que debe "sentir" esa misma mujer, que nos suelen constreñir mucho más de lo que pensamos (una constricción que se muestra sobre todo en la coquetería, en los silencios o en el estilo). Un buen narrador tiene que estar por encima de su género. Efectivamente se me tachó de incómoda por ello, cuando de hecho mis temas no son en absoluto transgresores; la incomodidad la causa mi atrevimiento al abordarlos en primera persona, no los temas en sí mismos.
P.- Y además de Knausgard, ¿qué otros escritores la han influenciado?
R.- Enrique Vila Matas, por abrir las puertas de la autoficción, y por su uso de la intertextualidad. Para cada proyecto tengo algunos autores de cabecera; en Hermano de hielo, Sebald, por su manera de perseguir obsesivamente una idea a través de viajes, o incluso Philip Hoare, de quien leí Leviatán o La Ballena justo antes de empezar este libro. Esos son referentes a nivel estructural, me han permitido escribir de un modo más ensayístico, olvidándome de cuestiones que no me interesan, como la trama, o los personajes prefabricados. Para mí la novela no es un modo de mostrar mi capacidad para crear un mundo, sino de plantearme una pregunta de la que no tengo la respuesta de antemano, y que para responder debo trabajar en profundidad. Es un camino del que debo salir transformada. El lector, para mí, no es un espectador, sino un acompañante en ese viaje de descubrimiento.
@laura_fernandez