Pierre Lemaitre. Foto: Paolo Bevilacqua / Alibimag
En los altos de París, cerca del mítico barrio de Montmartre, vive el escritor Pierre Lemaitre (París, 1951). El Cultural queda con el autor de novela negra en el café abajo de su casa en donde todos le conocen por su simpatía y le admiran por el éxito de sus novelas: Nos vemos allá arriba, Alex, Vestido de novia... Ganador del Premio Goncourt, del Dagger Award y del Premio de Novela Negra Europea, estos días publica en España Irène (Alfaguara), la primera novela de Lemaitre que inaugura la trilogía, junto con Alex (2011) y Camille (2012), protagonizada por el comisario Camille Verhoeven. Si hablamos de nuestro país con el escritor, piensa enseguida en la España literaria. "Me fascina el Siglo de Oro español. Es un país con una magnífica literatura. Para mí el país existe, si su propia literatura me lo hace querer y admirar".-A Lemaitre le parece peculiar la distancia temporal que separa al autor de los lectores. Ahora publica su primera novela, escrita hace diez años, ¿qué tipo de sensación le produce este hecho?
-Los autores escribimos para un lector hipotético, hablamos en el vacío y no es hasta que el libro se publica que la verdadera relación comienza con el lector. En alguna ocasión, he visto en el metro alguien que leía uno de mis libros, por ejemplo. Solo dos o tres veces. Y cada vez es una emoción pura la que siento. Me pongo a analizar al lector, sus expresiones leyendo el libro. Si acaba de empezar la novela pienso que no le debe de estar gustando porque no ha leído suficiente. El encuentro con el lector es siempre sorprendente y emocionante. Cuando ya es en otro país y en otro idioma, se multiplica por diez, sobre todo cuando es en un idioma que nos gusta y en un país que nos fascina y al que hemos ido varias veces.
-¿Le parece extraño que ahora se publique su primer libro?
-Es una elección complicada para cada uno de mis editores extranjeros. La novela que funcionó muy bien en Francia fue Alex, el segundo tomo de la trilogía. Muchos editores extranjeros publicaron este segundo tomo sin darse cuenta que era la continuidad de una trilogía empezada con Irène. En España se publicó también Alex en su momento. Luego obtuve el Premio Goncourt por Nos vemos allá arriba que también quisieron publicar rápidamente. En fin, que la trayectoria de Pierre Lemaitre no es muy coherente para los extranjeros pero no se preocupe, ¡tampoco lo es para mí! Aunque me parece hasta divertido. No es realmente molesto empezar la trilogía en otro momento. La vida nunca es obediente.
-Usted fue profesor de literatura antes de convertirse en escritor. ¿Qué le hizo cambiar de lado de la barrera, de explicar libros a ser explicado por otros?
-Mi mujer. Yo siempre había tenido el deseo de convertirme en escritor, había mandado algunos textos a editores que rechazaron estas primeras tentativas (menos mal, porque no eran nada buenas). Poco a poco, había renunciado a ser publicado, me faltaba toda la confianza del mundo hasta que, un día, le mostré a mi mujer las cien primeras páginas de Irène. Ella consiguió devolverme la seguridad. Cuando alguien muestra una confianza total en uno, se vuelve inagotable.
-Los nombres que usted utiliza como títulos de sus novelas son nombres de mujeres. ¿Por qué?
-Los libros en francés no llevan estos títulos. Irène, por ejemplo, se llama Travail soigné y el tercero se llama Sacrifices. Pero tuve un golpe enorme de suerte gracias a mi editor inglés que al publicar mis libros me hizo cambiar los títulos. Él fue quien tuvo la gran idea de poner estos tres nombres a la trilogía. Pensé que incluso en francés me hubiera gustado publicarlos así. Da una plusvalía al proyecto literario. La idea es contar tres historias de mujeres y, a través de estas vidas, descubrir el destino de un hombre. Tres líneas verticales que son las tres historias y una horizontal, el destino de Camille Verhoeven. ¡Me encanta que en España se haya captado la idea!
-Las mujeres de sus novelas acaban en manos de asesinos o violadores. De hecho, usted tiene la reputación de ser bastante duro con sus personajes. ¿Tiene algo que ver con la idea que se hace de las mujeres?
-En absoluto. ¡Se abusa de las mujeres en mis novelas porque se abusa de ellas en la vida! La realidad es que se asesinan más mujeres que hombres, hay más mujeres maltratadas que hombres y sufren mucho más. La vida es así. Mis heroínas tienen una existencia muy dura pero es el reflejo de la percepción que tengo. Las mujeres son siempre las que peor destino tienen. Incluso en nuestras sociedades modernas y democráticas. Mis novelas reflejan esta idea y lo que intento hacer en mis libros es que, a pesar de tener esos destinos, sean mujeres muy resistentes. La mayoría se consigue recuperar. En Alex, por ejemplo, mi protagonista femenino vive objetivamente una derrota, pero el lector se da cuenta que, a través de esta derrota, hay una victoria.
-El asesino de Irène reproduce asesinatos salvajes de libros clásicos policiacos. ¿Sus novelas se inspiran también de la realidad, o, por el contrario, están sujetas al universo literario?
-Depende. Mi novela Cadres noirs que aún no se ha publicado en España, es un thriller sobre un hombre de cincuenta y cinco años en el paro. Este libro se inspira de un hecho concreto que escuché en la radio. Pero, para Irène, no. Pretendía escribir una novela policiaca que fuera un homenaje al género.
-¿Esta conexión que leemos en Irène con otros textos literarios, podría ser una manera para usted de protegerse de la realidad, de la violencia generada por la realidad?
-Es una hipótesis valida pero no creo. En mis libros, convoco la realidad en mi manera de abordar a los personajes de forma muy realista. Lo que me hace tomar referencias de otros autores es para sentirme dentro de la esfera literaria. Considero la literatura como un mundo y es mi manera de existir en este mundo, en la esfera de la creación. Es un gesto de pertenencia.
-Usted que ha sido profesor de literatura, que habla de Ellroy, Connelly, de Barthes, Georges Pérec, Dumas, etc, ¿porqué elige expresar este reconocimiento a través de la novela negra?
-Para mí, es natural empezar mi carrera de escritor dentro del género de la novela policiaca porque es el género del siglo XXI, que sería el equivalente a las novelas de populares del XIX. ¡Eran las novelas que me gustaban de pequeño! Las de Dumas, las de Victor Hugo. Pienso que si Dumas escribiera hoy en día sus libros serían policiacos. Hay una filiación natural entre este tipo de novela de aventuras y el género negro. Ni siquiera me pregunté sobre lo que iba a escribir, sino que me lancé directamente a una historia policiaca. Soy un hombre de convicción y la novela negra permite proyectar una mirada ácida sobre la sociedad. La novela negra no es un tema, sino una mirada. Un punto de vista sobre el mundo, algo pesimista. Y es a través de la novela negra que se puede expresar con mayor libertad.