Años de guerra
Vasili Grossman
4 diciembre, 2009 01:00Grossman (sin camisa) en Kursk (1943)
Años de guerra es el título. Son piezas escritas al filo de la guerra, que rehúyen sistemáticamente la neutralidad; textos apasionados e indignados, rebosantes de aflicción y solidaridad, concebidos para estimular el esfuerzo individual y colectivo del pueblo ruso, ese espíritu de lucha que desbordó las previsiones del alto mando alemán, hasta entonces ebrio de victorias. Levinas describió el nazismo como "el despertar de sentimientos elementales, donde latía la nostalgia más atávica del hombre". Testigo y protagonista, Grosmann advierte el mismo impulso: "hay algo animal, impropio de la razón" en una ideología que agota su recorrido en un nihilismo autocomplaciente. "El pueblo es inmortal" podría ser un panfleto. Sin embargo, emociona y conmueve, mostrando el único flanco apreciable de la guerra: el deseo de restablecer la paz, garantizando la dignidad de todos. Sólo el talento de Grossman evita el escepticismo o la incredulidad, logrando unificar infinidad de pequeñas historias en una trama que se revela con fuerza para humanizar los estereotipos.
"Un viejo profesor" recrea los infames fusilamientos de judíos en el frente ruso, acercándonos de una manera casi insoportable al sufrimiento de las víctimas. "Treblinka" encoge el alma, reconstruyendo sin filigranas retóricas la rutina del genocidio. Son páginas terribles que responden a la exigencia moral de contar la verdad: "No es posible la indiferencia cuando la humanidad repudia cinco mil años de civilización". Grossman no es menos necesario que Primo Levi o Camus. Sin ellos, el siglo XX resultaría aún más intolerable.