Antonio Skármeta: "La literatura hispanoamericana sigue teniendo peso. Mi hijo me ha robado mi Rayuela"
La Casa de América celebra esta semana un ciclo dedicado al escritor chileno que mostrará otras facetas de su carrera
20 abril, 2009 02:00Antonio Skármeta en Madrid. Foto: EFE
MARTA CABALLEROEl hombre que pasó a la historia por fabular la entrañable relación entre Pablo Neruda y su cartero se define como una persona que ha planchado muchos paisajes. Es un escritor, claro, pero también traductor, cineasta, dramaturgo, presentador de radio y televisión, padre de adolescentes ávidos de lecturas y, desde este lunes, un homenajeado dentro de los tradicionales ciclos dedicados a escritores que celebra la Casa de América en Madrid. En esta semana suya, el público podrá acercarse más a la figura de un narrador chileno y de Chile que, en cambio, añora "el alma" que un día se le perdió a su país.
PREGUNTA.- Recibe un amplio homenaje en la Casa de América ¿Halagado?
RESPUESTA.- Me parece muy estimulante, me agrada que sea un programa tan variado, como mi vida, que siempre ha sido muy versátil, volcada al cine, la televisión, hace que tenga muchas cosas que mostrar que el público español no conoce lo suficiente. Aunque lo medular del encuentro es la literatura, y que estén tantos intelectuales invitados a debatir sobre mi trabajo me halaga mucho.
P.- ¿Cree que la ocasión acercará su obra al lector español más allá de El cartero y Pablo Neruda y del Premio Planeta?
R.- Sí, sobre todo hacia las otras facetas de mi carrera. En cuanto a mi obra literaria, estoy satisfecho con la distribución y la lectura de otras novelas mías, que han sido reeditadas, y con la reacción del público español. No veo que haya un déficit, me refiero más bien a aspectos como un programa de televisión del que muchos han oído pero que no han visto. Desde luego mi película Ardiente paciencia, un caso particular, porque surgió antes que el libro, se ha visto bastante, pero hace tiempo que no. También leeremos una obra de 40 minutos.
P.- Habrá una charla sobre El cartero... ¿No le cansa este personaje?
R.- No me he cansado absolutamente nada. Cuento 35 traducciones y numerosísimas ediciones. Es una obra que se enseña en colegios y universidades, y que ha acelerado otras obras. Será también una ópera que cantará Plácido Domingo y también un musical en Inglaterra. ¿Cómo cansarme de una historia que me ha vinculado tan emocionalmente con tantos países?
P.- ¿Para cuándo nuevo libro?
R.- ¡Para este lunes! presentaré un cuento infantil que se titula Galletas chinas. También he terminado una obra de teatro para el festival de Nápoles, 18 kilates -no me los robe-. Y tengo avanzada una novela de la que todavía no quiero adelantar nada.
P.- ¿Nada de nada?
R.- Diré que me interesan mucho las relaciones entre un padre y un hijo en situaciones de tensión.
P.- El otro día, en una entrevista con ELCULTURAL.es, su paisano Luis Sepúlveda afirmaba que con frecuencia prefería vivir en el Chile del pasado, aunque el país de hoy empezaba a cambiar, en parte gracias a la presencia de Michelle Bachelet? ¿Opina lo mismo?
R.- Yo vivo en el Chile de hoy y soy partidario del Gobierno que actualmente tiene el poder desde antes de Bachelet, por haber construido una democracia con bastante énfasis en los aspectos sociales. La presidenta Tiene unos índices de aprobación cercanos al 60 por ciento, algo que resulta improbable en el caso hispanoamericano. Es una coalición que le ha dado estabilidad a Chile, que superó el trauma que supuso el cambio de la dictadura a la democracia, y que ha avanzado económicamente con cautela en la inversión en gasto público.
P.- Sin embargo, usted mismo confesó que le interesa mucho más "la ternura, picardía, y la gracia del Chile herido y dolido, que la marcha triunfal de la economía esplendorosa". ¿No contradice esto un poco lo anterior?
R.- Es que son una cosa y la otra: celebro la democracia, la actividad y la paz. Pero falta todo lo demás. Me refiero a la pedantería de estos técnicos gélidos que ignoran el alma que tenía Chile y que cambió desde el Golpe para adelante. Se perdió la espontaneidad y fantasía que la gente tenía. Fue una lección muy dura la de Pinochet y aún no la hemos superado.
P.- Ha traducido a numerosos escritores clave de la literatura contemporánea... ¿Qué aprendió de ellos?
R.- Los tuve durante mi juventud, pero cuando uno traduce no se impregna demasiado del mundo del escritor. En cambio, cuando leo el teatro clásico inglés y español sí me queda huella. En mi literatura hay acentos histriónicos de juegos con el lenguaje, muy cómicos, que vienen de mi amor por este teatro.
P.- Cortázar también está presente en sus inicios. Tras el boom de hace unas décadas ¿Quién es hoy y qué papel tienen en este momento sus sucesores, los nuevos, y no tan nuevos, escritores hispanoamericanos como usted?
R.- Sigo con atención el panorama de la literatura hispanoamericana. De mi gusto personal, me quedo con Junot Díaz por su respeto hacia la espontaneidad de su personaje. No es una literatura de grandes cismas, muchos son muy deudores de la percepción y del estilo de Borges. Aparentemente las generaciones establecen una política rupturista, pero los más cultos han sabido con qué quedarse. A Cortázar, como a Borges y a García Márquez, aunque no publique, los sigo viendo en los periódicos, sin ir más lejos en el que he leído antes de bajarme del avión. Su influencia sigue siendo poderosa. Tanto, que le diré que mi hijo, que acaba de terminar Secundaria, está fascinado, como también sus amigos, con Historia de cronopios y de famas. Y ya me robaron mi Rayuela de mi biblioteca.
P.- Durante el homenaje charlará con Trueba sobre la adaptación de El baile de la victoria, que se estrenará en noviembre. ¿Ha podido ver algún corte de la película?
R.- Todavía no, aunque él ha preparado un making off para la charla en Casa de América. Soy un admirador de la obra de Trueba, y que él haya decidido adaptar mi novela es una de las cosas extraordinarias que han sucedido en mi vida.