James Yates durante la Segunda Guerra Mundial

James Yates durante la Segunda Guerra Mundial

Libros para comprender

Historia

De Mississippi a Albacete: historia de un negro estadounidense en la Guerra Civil Española

El racismo, la lucha por la justicia y el activismo antifascista protagonizan las memorias de James Yates, que fue camionero en el bando republicano.

8 mayo, 2024 02:02

La editorial Prensas de la Universidad de Zaragoza pone al alcance del lector en español una nueva traducción (de Julián Olivares, responsable de la edición, reforzada con material documental) de las memorias de James Yates, miembro de la Brigada Abraham Lincoln que luchó en favor de la República en la Guerra Civil Española. Publicada originalmente en 1986, la obra revela detalles sobre una circunstancia poco conocida: la participación de negros estadounidenses en el conflicto que desembocó en la larga dictadura del general Franco.

Título: James Yates. Memorias de un negro americano en la Brigada Abraham Lincoln

Autor: James Yate

Traductor: Julián Olivares

Editorial: PUZ. Prensas de la Universidad de Zaragoza

Año de edición: 2024

Disponible en Prensas Unizar

Disponible en Unebook

Yates nace en 1906 en Mississippi. Al menos eso le dijeron. En aquella época y en aquella geografía los nacimientos y decesos de negros no eran registrados. Tuvo una infancia marcada por las dificultades para recibir educación, la presencia del Ku Klux Klan y los linchamientos, que podían producirse por el hecho de beber en una fuente solo autorizada para blancos o el uso de la puerta principal de un establecimiento en lugar de la trasera.

Una infancia de algodón, ladrillos, miedo y sueños norteños vinculados al deseo de una vida mejor, mientras Theodore Gilmore Bilbo, senador por el estado de Mississippi, proponía la deportación de 16 millones de negros a África.

Y se fue al norte: primero a Chicago (en un viaje junto a su amigo Frank Moody no carente de dificultades) y luego a Nueva York, en cuyos muelles lo hallamos un día de febrero de 1937 embarcando hacia España.

De Chicago le fascinan su vitalidad, su musicalidad, su “ritmo eléctrico”. Allí consigue trabajos en un matadero y como camarero en una empresa de ferrocarriles y se reencuentra con Bessie, compañera de juegos de sus hermanas, con la que se casa. En octubre de 1928 nace su hija Louise: “Yo nunca fui tan feliz en mi vida. Pero eso pronto cambiaría”.

En tren de carga a Nueva York

La crisis de 1929 le deja sin trabajo y refuerza su conciencia social. Se interesa por el marxismo y el sindicalismo. Se aleja de Bessie. Se va, en un tren de carga, a Nueva York, donde nada más llegar es atacado por chinches y policías. Entre otras vicisitudes, se implica en la lucha para liberar al joven sindicalista Angelo Herndon de su sentencia de cárcel por dirigir una manifestación en Atlanta. Se divierte en Harlem. Se pregunta qué puede hacer para cambiar las condiciones de los desfavorecidos.

Ocurre entonces que Mussolini invade Etiopía (octubre de 1935): “Las cosas avanzaban rápido. La Depresión seguía mientras Hitler estaba consolidando su poder en Alemania. El mundo estaba tenso y Nueva York estaba llena de energía”. Yates se encuentra en proceso de reforzamiento de su militancia pronegra y antifascista cuando un golpe militar inicia otra guerra civil en España y Hitler y Mussolini (alentado por su triunfo en Etiopía) apoyan a los sublevados. En la prensa lee que el legítimo Gobierno republicano español pide al mundo voluntarios para su lucha.

“Me di cuenta de que, si los fascistas no eran derrotados en España, seguramente pronto llegaría una guerra mayor. Me dije a mí mismo: He decidido. ¡Me iré a España!”.

Y se fue. Y pronto, tres años después (meses después del triunfo de Franco), llegó una guerra mundial.

El 20 de febrero de 1937 sale de Nueva York a bordo del barco Île de France. De los 800 pasajeros a bordo, unos 300 jóvenes se dirigían a España vía Francia. Yates conoce París, donde inicialmente no se atreve a entrar en un café por miedo a ser rechazado (“Estaba permitiendo que el racismo estadounidense controlara mi voluntad”), y tras pasar unos días en Arlés atraviesa los Pirineos y durante unos días se aloja con sus compañeros en el cuartel del Castillo de San Fernando, en Figueras, donde recibe su primer entrenamiento militar (con palos, ya que las armas reales estaban en el frente).

Su siguiente destino es Albacete, sede de la Brigada Internacional de Voluntarios. Mientras cruza el país en tren hace resumen de las conversaciones que ha escuchado en los últimos días sobre el desarrollo de la guerra: “Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia todavía se negaban a ayudar a nuestro lado, mientras que Hitler, Mussolini y los fascistas en Portugal habían intensificado su ayuda a Franco”. Todavía confía en que el presidente Roosevelt retire el embargo y ayude a la República.

Camionero en la guerra

En Albacete, adonde llega cantando La Internacional, se reencuentra con un viejo conocido de las colas de pan de Chicago y Nueva York, Walter Garland, que ha sido herido en la Batalla del Jarama (en la que casi la mitad de los miembros de la Brigada Abraham Lincoln, entre ellos su amigo Alonzo, perdió la vida) y ascendido a teniente. Yates es asignado al Auto-Park, servicio de mantenimiento de automóviles. Un trabajo que le permite conocer a mucha gente, incluidos otros negros estadounidenses voluntarios (muchos, procedentes de Ohio).

El 28 de junio de 1937 recibe el comunicado de su desplazamiento al frente con la brigada alemana Thaelmann. Su primer trabajo fue llevar la comida que se preparaba en El Escorial, donde se ocultaban los brigadistas, a las tropas del frente, en Brunete. Allí, entre cazas y bombarderos, vive sus primeras situaciones de peligro y es herido en las piernas.

Brigada Abraham Lincoln en la guerra civil española. Foto: Archivos de la Brigada Lincoln

Brigada Abraham Lincoln en la guerra civil española. Foto: Archivos de la Brigada Lincoln

Busca comida por los campos, toma contacto con la realidad rural española y genera curiosidad entre muchos aldeanos que nunca habían visto un negro. Entre otras experiencias, trasporta a un médico y una enfermera desde Benicasim hasta Barcelona. Y ejerce de chófer, ida y vuelta entre Valencia y Teruel, de Herbert Matthews (del New York Times), Sefton Delmer (del London Daily Express) y Ernest Hemingway.

En un viaje de madrugada a Valencia, su camión es atacado por los aviones enemigos y resulta gravemente herido. Pasaron muchas semanas antes de que pudiera moverse con la ayuda de un bastón.

Después de casi tres meses en un hospital de Orihuela es trasladado a Albacete, donde le comunican que debe volver a casa, con la misión de alertar al pueblo estadounidense del peligro del fascismo e involucrarlo en la causa de los republicanos españoles. Viaja a Barcelona, donde coge un tren para Francia. Y regresa en barco con otros camaradas a Nueva York, donde nada más llegar es detenido por el FBI.

Un agente lo mira con desconcierto: “Parecía como si quisiera preguntar qué estaba haciendo un boy de Mississippi luchando en una guerra en España”. Le permiten desembarcar pero le quitan el pasaporte. No tarda en volver a sufrir el racismo estadounidense.

Lucha contra Hitler

Se establece en Nueva York y no pasa mucho tiempo antes de que se aliste en el ejército de Estados Unidos para luchar contra Hitler. Recibe entrenamiento, pero cuando el ejército parte al extranjero él es excluido y enviado a Utah para trabajar en la unidad de limpieza de un hospital.

Obtiene una licenciatura en Electrónica en el Instituto RCA, pero, a causa de su activismo, “durante la era McCarthy encontrar un trabajo se volvió cada vez más difícil”. Acosado por el FBI y rechazado en diversos trabajos, finalmente opta por montar su propio taller de reparación de televisores. Y sigue en la lucha política como presidente de la sucursal de la NAACP (asociación para el progreso de las personas de color) de Greenwich Village.

Treinta años después de dejar España decide escribir un libro sobre la experiencia de los negros en la Guerra Civil, para lo cual habla con los pocos voluntarios que seguían vivos. Hasta 1971 no pudo obtener un pasaporte y viajar fuera de Estados Unidos. Vuelve a Europa en un carguero yugoslavo. Y retorna a una España todavía gobernada por Franco. Visita Barcelona, Valencia, Madrid (donde observa que “la influencia alemana en la cultura española parecía haberla destruido”) y San Sebastián.

Volverá a España una última vez, en 1986, junto a 120 veteranos de la Brigada Abraham Lincoln y brigadistas de otros 25 países, invitados por el Gobierno en el cincuentenario del inicio de la guerra. Al acto en el Congreso acuden Antonio Gades y Rafael Alberti, entre otras personalidades de la cultura española. Mantienen un encuentro con Dolores Ibárruri y hacen un recorrido en autobús para visitar campos de batalla, así como también Barcelona y Valencia.

En palabras de Julián Olivares, “las memorias neoesclavas de Yates reúnen y combinan los temas del racismo, la justicia y la alfabetización con su activismo sindical y político, que incluye la participación de los negros voluntarios americanos en la Guerra Civil Española”. En ella estuvo solo diez meses, “pero en este corto periodo de tiempo él y sus camaradas negros experimentaron una transformación existencial”.