Emma Bovary, como Ana Karenina, busca la felicidad a toda costa. Es el punto de partida de Carme Portaceli a la hora de afrontar el personaje, y la novela, de Gustave Flaubert. No lo hace sola. Esta vez la directora llega a Madrid (Teatros del Canal, 1 de febrero) y Barcelona (TNC, 4 de marzo) acompañada del belga Michael De Cock y su Teatro KVS, institución que en los últimos tiempos está volcada en la difusión de la creación española y latinoamericana.
Los actores, también belgas, Maakie Neuville (Emma Bovary) y Koen de Sutter (su marido Charles) y la soprano Ana Naqe mostrarán en escena la fallida relación del matrimonio que inmortalizó el genio del escritor francés, y, de forma especial, el pasaje en el que asiste a la representación de la ópera Lucia di Lammermoor, de Donizetti.
“La puesta en escena está pensada para centrar la acción en el aburrimiento de la protagonista, un tedio del que intenta huir a base de leer novelas de amor”, explica a El Cultural Portaceli, que acaba de estrenar también en el TNC Tierra Baixa, obra de Àngel Guimerà escrita en 1897, y, próximamente, la versión teatral de La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes.
“Bovary habla de que una mujer no deba escaparse de sí misma sino de encontrarse, de no humillarse sino afirmarse”. Carme Portaceli
“Madame Bovary nos dice en el siglo XXI lo que aún somos, refleja las ideas que todavía tenemos en la cabeza sobre el amor –añade la ex directora del Teatro Español–. Como decía Simone de Beauvoir, mientras el amor sea un peso y no una liberación, seguirá siendo un lastre para la mujer. Bovary habla de eso. Que una mujer no deba escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse. Entonces el amor será, como para el hombre, una fuente de vida y no un peligro mortal. Intentamos mostrar qué sueña y por qué Emma Rouault”.
No es la primera vez que Portaceli y De Cock trabajan juntos. Ya montaron en el Teatro Español, en 2019, Mrs. Dalloway, la obra de Virginia Woolf en la que también se aborda la psicología y la peripecia existencial de otro icono femenino de la literatura contemporánea, esta vez encarnado por Blanca Portillo. Respecto a Madame Bovary, uno de los montajes más recientes de la obra fue el dirigido por Magüi Mira en 2011, una producción de Pentación estrenada en Alicante con Ana Torrent en el papel de la infeliz protagonista.
[Emma Bovary, ¿una mujer sin voluntad?]
Veremos en Bovary a una mujer “rebelde y activista” pero Portaceli no quiere ir más allá con las actualizaciones del personaje y no encuentra mayor conexión con corrientes actuales como el #MeToo: “No creo que tenga nada que ver. El tiempo del #MeToo es el de la conciencia de los abusos y del respeto hacia la mujer. Emma Rouault busca historias de amor porque cree que la van a llevar a la felicidad, sin saber que está ante buitres que planean sobre la carne podrida. Por eso se hunde más y más en una época en la que la mujer no podía hacer otra cosa”.
Según la directora, Emma elige la acción y se niega a sufrir pasivamente para evitar caer en la depresión: “Nos han inculcado una masculinidad perfecta, por eso luchamos contra imágenes totalmente internalizadas. Es una batalla contra nosotros mismos”.