Comedia Aquilana, renacimiento total
Javier Carramiñana en la Comedia Aquilana
Ana Zamora rescata del olvido al autor renacentista Torres Naharro con su troupe Nao d'amores en La Comedia, donde también puede verse Los empeños de una casa, la obra más emblemática de Sor Juana Inés de la Cruz.
El trabajo tiene dos objetivos. El primero es su reivindicación justo el año en que se celebra el 500 aniversario de la publicación de la Propalladia, "gran compendio de sus obras cuyo Prohemio constituye la primera preceptiva teatral en lengua romance", continúa Zamora. "Torres Naharro, planteándose la necesidad de aunar la praxis y la teoría, inició una nueva comedia renacentista". La segunda es documentar y aclarar la raíz eruropea de esa invención. "Estudios de carácter filológico han demostrado la influencia italiana en el nacimiento de la comedia española. Pero estaba pendiente indagar otras influencias escénicas que sentaron las bases de nuestra identidad teatral". La tarea la acometió Zamora durante su estancia en la Real Academia de España en Roma. Y posteriormente la concretó ya rodeada de su equipo en el ‘laboratorio' que tienen en Segovia. "La finalidad no ha sido realizar un trabajo acadecimista sino construir una puesta en escena que fuese expresión viva de aquel intercambio de influencias que tuvo su epicentro en la Italia del XVI".
Las representaciones de la Comedia Aquilana en la Sala Principal del teatro madrileño se simultanearán con las de Los empeños de una casa en la Sala Tirso de Molina, destinada a montajes de formato más reducido. La obra más emblemática de Sor Juana Inés de la Cruz, la ‘monja intelectual', que con 7 años ya reclamaba ser matriculada en la universidad, la han armado a medias Pepa Gamboa (conocida por sus adaptaciones de Lorca y Lope con gitanos del barrio sevillano del Vacie) y Yayo Cáceres (director de Ron Lalá). Bajo su batuta tienen toda la energía de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico. Cáceres explica que "Sor Juana habla aquí de ella misma por boca de doña Leonor, la protagonista, al contarnos su inclinación por los estudios". Dicen que tuvo que disfrazarse de hombre para poder saciar esa necesidad. Gamboa, por su parte, afirma que estamos ante "una de esas piezas que, como mujer, es imposible de olvidar". Y añade con tono categórico: "Es la escritora más grande de su siglo [el XVII], más una escapista que una monja al uso, rodeada de un halo de misterio en el que lo mundano, lo científico, lo religioso y lo poético se dan la mano". @albertoojeda77