Image: El Odin de Eugenio Barba se planta en La Abadía

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Teatro

El Odin de Eugenio Barba se planta en La Abadía

2 febrero, 2018 01:00

Iben Nagel Rasmussen como hija de un poeta en El árbol de Odin Teatret

Varias escenas en torno a El árbol sirven a Eugenio barba y su mítica compañía Odin Teatret para reflexionar, con no pocas dosis de poesía, sobre algunos de los más terribles acontecimientos que sacuden nuestro planeta. El montaje, que sigue las líneas maestras de su laboratorio escénico, se estrena el 7 de febrero.

Señores de la guerra, niños soldado, madres desesperadas... Eugenio Barba (Brindisi, Italia, 1936), una de las personalidades imprescindibles del teatro europeo, llega de nuevo a La Abadía, a partir del 7 de febrero, para presentar El árbol, un montaje extraído del lado más duro y agresivo de la actualidad. Masacres, torturas e incluso sacrificios humanos han hecho que el director de Odin Teatret se pregunte si es posible que la escena y la interpretación puedan representar el mal absoluto. En El árbol se entrelazan diversas historias de una gran dureza pero no llega a convertirse en un relato brutal, como lo hace el shakesperiano Titus Andronicus. "Ese caleidoscopio de hechos reales -explica Barba a El Cultural- está compuesto de ligereza y lirismo. Es un canto a la vida. La esperanza se manifiesta abiertamente en las historias de dos monjes yazidíes, que se obstinan en cuidar un árbol en el desierto de Siria, y en una niña que sueña con volar... Nuestras ciudades europeas están llenas de testigos. Es suficiente con mirar alrededor para percibir esos acontecimientos".

La obra se convierte así en una orquestación de signos dinámicos, sonoros, metafóricos y literales que se dirigen directamente al mundo interior de cada espectador.

Una experiencia estética

Para Barba, toda persona que asiste al teatro tiene una biografía que condiciona su manera de ver el mundo y, por tanto, de percibir la representación: "De esta manera vive una experiencia estética, se enfrenta a una problemática, se distrae, goza de un actor que admira y termina siendo fiel a un teatro que nunca le decepciona". Pone como ejemplo Hamlet, "que no es solamente la historia de un hijo que quiere vengar a su padre". Lo interesante, para el director, es cómo la escribió Shakespeare y la refinada capacidad artística del actor para dar vida a sus palabras.

"El actor es especialista en inventar las condiciones de una inestabilidad creativa entre él mismo y un fantasma, pero maneja también la técnica de morir sin ningún énfasis místico y de asumir una vida que viene de lejos: el personaje", reflexiona el director de El sueño de Andersen.

Odin Teatret, creada por Barba en Dinamarca en 1964, vuelve así a convertirse en un laboratorio basado en la diversidad cultural y en un "trueque" de experiencias que tiene su extensión en las actividades del ISTA (International School of Theatre Anthoropology). "Existe la antropología teatral -precisa-, que es el estudio del actor en una situación de representación organizada, un estudio comparativo de los principios técnicos que permiten a los actores de cualquier época construir un arte individual. El teatro antropológico, en cambio, es el espectáculo que se ocupa del ser humano. Pero, ¿no es esta la característica de toda forma de teatro?"

Barba, que ultima en estos momentos un montaje sobre Goya junto a la actriz Else Marie Laukvik (una de las fundadoras del Odin) y el compositor Franz Winter, ha buscado para El árbol una puesta en escena que se abra a la sensibilidad de la poesía.

El director como partero

"Había dos opciones: o trabajar para el texto o trabajar con el texto. En el primer caso, toda la prioridad del director es hacia las palabras del poeta. En el segundo, significa considerar el texto como uno entre varios elementos del espectáculo, al mismo nivel que los actores, los músicos, el compositor, el escenógrafo o el diseñador de luces... Aquí el director se vuelve todo un partero, un orquestador de una sinfonía de estímulos y contrastes".

Dos narradores introducen y comentan escenas y personajes: el desierto sirio donde dos monjes plantan un peral para atraer nuevamente a los pájaros que han desaparecido, una madre nigeriana que descansa a la sombra del árbol del olvido, un señor de la guerra europeo que predica la limpieza étnica a un señor de la guerra africano mientras realiza un sacrificio humano y una niña que juega con muñecas junto al árbol que plantó su padre.

Luca Ruzza, encargado del espacio escénico de El sueño de Andersen y del montaje que podrá verse en La Abadía hasta el día 18, insiste también en la levedad de la puesta en escena frente a la crudeza de algunos contenidos. Confiesa que Barba le propuso crear un árbol que creciera delante de los ojos de los espectadores, a pocos metros de ellos: "Tenía que ser lo suficientemente resistente como para sostener el peso de monjes, criminales y santos. Después de haberle cortado el tronco... debería florecer".

@ecolote