'The 1975': carisma y madurez musical en un Wizink eléctrico
Apenas siete meses después de su última aparición en el festival Mad Cool, la banda británica 'The 1975' regresó a la capital haciendo vibrar una vez más a un entregadísimo público madrileño.
28 febrero, 2024 07:35Con su inconfundible mezcla de pop rock pegadizo y la carismática presencia de su líder, 1975 cumplió con creces el sueño pop de hacer que los fans coreen, bailen y sientan cada nota como si fuera hecha especialmente para ellos. Y es que desde el primer acorde, el ambiente en el recinto fue eléctrico y la entrega del público fue absoluta convirtiendo el Wizink Center en un doble espejo donde la energía del escenario se reflejaba en el público y viceversa, creando una comunión perfecta entre la banda y sus seguidores.
El escenario, diseñado en dos alturas y ambientado como la casa más chic y acogedora (tejado incluido) que puedas imaginar, ejerció como telón de fondo perfecto para su particular propuesta. La banda, compuesta por ocho talentosos músicos, ofreció un sonido potente y con una gran definición que encajaba perfectamente con los estribillos constantemente coreados por la audiencia. Mientras tanto, tres operadores de cámara se encargaban de capturar cada detalle del show, asegurándose de que nadie se perdiera ni un momento de todo lo que pasaba sobre el escenario. En la era de las pantallas todo tiene que verse bien.
El repertorio, siguiendo el orden de su último álbum en directo, At Their Very Best, demostró la madurez musical de 1975 y su capacidad para crear éxitos incontestables como I’m In Love With You o Fallingforyou, donde se puede sentir perfectamente su amor por el pop emotivo y bailable de los años 80 pero combinado con la energía característica del nuevo milenio. Y es que en muchas de sus canciones se pueden apreciar perfectamente los homenajes velados al impecable sonido e instrumentalidad de Prince o a la energía boy-band-hits de Duran Duran sin ir más lejos.
Pero es su líder, el carismático Matthew Healy, el que brilla como ídolo indiscutible sobre el escenario. Su combinación de vocalista entregado y malote encantador provoca gritos de entusiasmo haga lo que haga y diga lo que diga.
De hecho no faltaron las escenas de Matt paseándose despreocupado por el escenario como si estuviera en su propia casa, sentado en el sofá o compartiendo chupitos de whisky con algún compañero mientras cantaba algunas de las canciones, movimientos que, por supuesto, quedaban no solo quedaban registrados en las pantallas del Wizink sino también en los móviles de los fans.
Hacia la mitad del show, los músicos se retiraron y comenzó una performance con su frontman solo en el escenario, situado frente a unos televisores que comenzaron a emitir una recopilación de críticas televisivas negativas sobre la banda (Noel Gallagher incluido), unos minutos algo confusos que culminaron con Matthew siendo "engullido" por una de las televisiones agregando un toque vintage de humor negro autocrítico y que vino seguido de un emotivo acústico de Jesus Christ 2005 God Blessed America interpretado por la talentosa corista multitask Polly Money.
Después de algunos medios tiempos que lastraron un poco el ritmo del espectáculo, la banda volvió a retomar el ritmo frenético con sus hits mas potentes como The Sound, Give Yourself a Try, Chocolate y Love It If We Made It, que subieron la temperatura y provocaron el delirio generalizado entre el público.
Y tras mas de de dos horas y 25 canciones después, la banda se despidió enérgicamente con People, demostrando que también pueden llegar a sonar punks y ruidosos dentro de sus posibilidades, claro.
En resumen, un concierto de 1975 puede ser una experiencia perfecta tanto para tener una cita romántica como para revivir viejos recuerdos con una expareja. Algo tierno, emocionante y sin riesgos, pero con un fuerte e inevitable toque romántico. Y si además logras robar un beso durante canciones tan emotivas como Robbers o When We Are Together o incluso durante alguno de los nostálgicos y ochenteros solos de saxofón, entonces se podría considerar como una experiencia absoluta.