Sigue adelante el Festival de Nimes, uno de los acontecimientos más prestigiosos dentro de la programación flamenca fuera de nuestro país, que cumple su trigésimo tercera edición. Por allí han pasado las grandes figuras y también las menos mediáticas, aunque siempre la calidad ha estado presente, así como el interés a la hora de descubrir personajes que incluso en España no fueron lo suficientemente atendidos.
La diversidad es, en nuestra época, una de las singularidades del flamenco, manifestación artística que va evolucionando sin complejos, y que no solo absorbe influencias llevándolas a su terreno y transformándolas, sino que, además, ejerce una vigorosa proyección sobre pronunciamientos musicales de la más variada especie. Y todo esto, naturalmente, lo pone de relieve el Festival de Nimes.
La muestra, del 9 al 21 de enero, se inicia con un recuerdo a René Robert, maestro de la fotografía a quien está dedicada la presente edición, fiel amigo del festival desde sus principios, y que falleció en circunstancias dramáticas en enero de 2022, aunque pudimos contemplar algunas de sus siempre magníficas exposiciones en el elegante Carré d’Art, edificio firmado por Norman Foster, ubicado en pleno centro de Nimes.
[El Festival de Nimes pisa nuevos territorios]
Los dos flamantes premios nacionales de danza acuden este año a la cita: Ana Morales, con su Peculiar, y Andrés Marín, con Yarín, que comparte con el especialista en danzas tradicionales vascas Jon Maya. Peculiar fue en principio un encargo del teatro parisino de La Villette, que en el caso de Ana Morales se convirtió, dice, en una oportunidad de “juntar artistas que se acercan al flamenco con una mirada muy personal, para los que he creado espacios abiertos donde se mueven libremente hasta conseguir un ritual sonoro y dancístico, en efecto peculiar”.
Uno de sus fundamentos radica en el hecho de que los personajes enseñan el lado más auténtico, despojándose de histrionismos interpretativos para acceder al ámbito de la improvisación sin disfraces. “Parto de mis inquietudes, del momento vital en el que me encuentro. Soy alguien que utiliza el flamenco como herramienta para alimentarme, para crecer, para poner encima del escenario mis reflexiones, para curarme, para compartir, para desnudarme y ser más auténtica, para evolucionar internamente a través del arte”.
[La bailaora Ana Morales y el coreógrafo Andrés Marín, Premios Nacionales de Danza]
En este apartado se anuncian, entre otros, Los bailes robados –en proceso de creación–, de David Coria; Mellizo doble, que enfrenta a Israel Galván con Niño de Elche; Vuelta a Uno, de Rocío Molina y Yerai Cortés, Re-fracción, de Eva Yerbabuena con el coreógrafo y escenógrafo Juan Cruz Díaz de Garaio Esnaola; Flamenco: espacio creativo, de Alfonso Losa con Concha Jareño; y Yarín, de Andrés Marín, el bailaor sevillano que huye de los estereotipos, de lo repetido y de estar navegando en la superficie. “Yo me pongo en el escenario y Jon Maya también y a lo mejor nos encontramos, pero eso no es lo que buscamos.
Se trata de profundizar, de compartir unas raíces para establecer una reciprocidad, aunque sean distintos lenguajes, y para ello hay que ir a la esencia a través de un acercamiento real”. Marín ya tuvo un primer contacto con la danza vasca, y en concreto con el aurresku, en Soliloquio, que compartió asimismo con Jon Maya y con Cesc Gelabert, pionero de la danza contemporánea en España.
Marina Heredia estará acompañada por José Quevedo Bolita y Tomás Perrate indagará en la electrónica
“Pero en Yarín se establece un diálogo entre Jon Maya y yo en el que nos comunicamos por medio del lenguaje corporal. Eso se llama una convivencia, donde llegamos a un consenso y es lo interesante para que aflore la creación, si no sería una exposición sin trascendencia donde cada uno iría por su lado”. Aproximarse a la danza vasca forma parte de su búsqueda o, como él mismo afirma, de un acercamiento al desconocimiento. “Necesito relacionarme con otros círculos creativos. Forma parte de mi dinámica natural. Si no nos movemos, estaremos muy cómodamente instalados, pero yo procuro saber a donde no voy”.
También el cante estará presente en Nimes con conciertos de primer nivel: Marina Heredia, una de las voces más espectaculares de nuestro tiempo, vendrá acompañada de José Quevedo Bolita; Tomás de Perrate continúa su indagación acerca de los sonidos secundado por la música electrónica de Miguel Marín Pavón, Árbol; Rosario la Tremendita presenta Tremenda. Principio y origen con las guitarras de Dani de Morón y Joselito Acedo y la electrónica de Pablo Martin Jones; y Sebastián Cruz, cantaor principal del Ballet Nacional de España y del Ballet Flamenco de Andalucía, ofrecerá un recital con la notable guitarra de Alfredo Lagos. La clausura correrá a cargo de Rafael Riqueni, con su concierto Herencia: guitarra sola, desnuda, del insigne compositor e intérprete trianero.