Foto: Alain Scherer
El bailaor Andrés Marín abre este martes 9 el Festival Flamenco de Nimes con Don Quixote, espectáculo simbólico y espiritual que reivindica la rebeldía del caballero cervantino. Por la ciudad francesa circularán también Israel Galván, el Niño de Elche, Rafael Riqueni...
Paradigma de festivales flamencos, en Nimes siempre se ofrece una programación comprometida, valiente, diversa y no sujeta al cómodo dictamen de las modas, aunque atendiendo con una extremada sensibilidad y eficaz perspicacia los distintos niveles por los que navega un arte que despierta el más vivo interés en los públicos de otros países. En esta ocasión, y con esa rica variedad, tendremos los conciertos protagonizados por las cantaoras Mari Peña y La Fabi, por los cantaores Luis Moneo, David Carpio -con la intervención del bailaor Manuel Liñán, flamante Premio Nacional de Danza-, Antonio Reyes y Pepe de Pura, más el esperadísimo Parque de María Luisa, del compositor y guitarrista Rafael Riqueni. En cuanto a los espectáculos, casi todos ellos en el magnífico Teatro Bernadette Lafont, están anunciados Al son de Extremadura, dirigido por el guitarrista Miguel Vargas; El encuentro, del bailaor David Coria y la colaboración de la bailaora Sara Morales; Pasionaria, con un elenco de artistas la mayoría descendientes de españoles llegados a Francia, concretamente a Nimes, al término de la Guerra Civil; Claroscuro, del bailaor Ángel Muñoz, con la dirección y la música electrónica de Daniel Muñoz; y la clausura de Israel Galván con La fiesta.
Pero no hay que olvidar a los invitados, que aparecen tanto en conciertos como en espectáculos. Cada uno individualmente tiene la suficiente categoría y prestigio como para figurar en cabecera de cartel: la bailaora Carmen Ledesma, los inefables Caracafé y Bobote, el exflamenco, como le gusta definirse, Niño de Elche, los cantaores Enrique el Extremeño, Guadiana o Miguel Ortega, el bailaor Javier Barón -también Premio Nacional de Danza-, el violinista Faiçal Kourrich, el pianista Pedro Ricardo Miño o el guitarrista Antonio Moya.
"Desde el primer momento", continúa Marín, "nos propusimos extrapolar la idea de El Quijote al momento actual: la publicidad, los falsos discursos, los impactos subliminales, las palabras huecas en el ámbito político, en definitiva, el reino de la ficción, lo que nos quieren vender, el engaño, los personajes imaginarios, lo que intentan hacernos creer por medio de la hipocresía y la patraña. Pero también está la desnudez, la soledad, el sueño de la mujer idealizada o la mujer liberada".
Pregunta.- En cuanto a la mujer liberada, le remito a la pastora Marcela, "tan hermosa, que pasaba a su fama su hermosura". Pero ella, por encima de todo, proclama: "Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos" o "tengo libre condición y no gusto de sujetarme".
Respuesta.- Claro, todo está en ese libro tan fértil y de infinitas posibilidades, como la mujer oprimida, cuando Luscinda, la amada de Cardenio, recuerda: "Yo vivía tan tapada que solamente veían los ojos la tierra". Así que ya tenemos las imposiciones, un paisaje al que por medio de secuencias impactantes tratamos de desacralizar, como los velos, el burka, la oscuridad y la ocultación.
P.- ¿Y quién representa esos papeles, tanto de la mujer liberada como de la oprimida?
R.- En Don Quixote no se han establecido roles específicos, por lo que no hay personajes que aparezcan en el libro, sino que circulan. Todo es simbólico, sugerido, la alusión a través de sensaciones. Se ha creado un imaginario paralelo para que genere emociones categóricas, aunque todo lo que hacemos está dentro de las páginas que escribió Cervantes, pero a través de un lenguaje alegórico y original, producto de la invención. Don Quijote distorsionaba la vida para otorgarle una mayor realidad.
P.- ¿Cuál es la función de la cantaora Rosario la Tremendita?, porque la veo en el equipo de creación en calidad de compositora y adaptadora de músicas y de textos.
R.- Y asimismo en el equipo artístico como cantaora, pero además toca el bajo eléctrico y las palmas, y lo más portentoso es que se calza unos guantes de boxeo y pelea como una campeona. No representa una figura concreta que aparezca en el relato de Cervantes, aunque Rosario es la heroína, la imagen de enorme fuerza, valiente y gloriosa, que lucha contra las tempestades. Es la voz cantante con un especial dominio escénico. De todas formas, se trata de un espectáculo coral, en el que los protagonismos se han ido diluyendo para dar prioridad al conjunto.
P.- ¿Hasta qué punto llega a identificarte con el personaje de Don Quijote y todo lo que significa?
R.- Yo siempre he sido un Quijote natural. Mis obras, El alba del último día, La pasión según se mire, Tuétano, Gólgota, Ad libitum, han sido proyectos quijotescos, fuera del tiempo, aunque dentro de mi propio tiempo espiritual y creativo. Es sintomático que mi primer trabajo, de 2002, se titulase Más allá del tiempo. Constantemente parto de mi visión personal, y nunca me he adaptado a corrientes ni me he permitido hacer concesiones. He trasladado Don Quixote a una situación insólita para tensar al máximo la expresividad. Es una búsqueda con el fin de llevar la danza flamenca a otra dimensión. Hoy en día vivimos en un mundo adocenado en el que nos hostigan con mensajes para meternos en el redil de lo gregario. Y Don Quijote se rebela y rompe con lo establecido, crea su propio universo y combate contra los molinos.