El inesperado Festival de Granada de este año sigue su curso y entra en lo más frondoso de su programación. Los hados, las circunstancias y la imaginación de su reciente director, Antonio Moral, han hecho que la muestra haya terminado convirtiéndose en una reunión al máximo nivel de algunos de los mejores y más afamados pianistas del mundo.
Debemos consignar en primer lugar la presencia del polaco Krystian Zimerman, artista raro, huidizo, que se prodiga poco y que hace tiempo que no aparece por nuestro país, si se exceptúa alguna ocasional actuación, como la que llevó acabo, dos años atrás, para la Fundación Excelentia. En esta oportunidad se le podrá ver y escuchar al teclado, pero también desplegando sus habilidades como director. En atriles nada menos que los cinco Conciertos para piano de Beethoven, un ciclo que el pianista no había afrontado de una sentada en su integridad. Le faltaba el Emperador.
La cita es desde luego de alto interés. La autoexigencia de Zimerman roza en ocasiones lo paranoico. Y la aplica a todo aquello que estudia y toca. Su técnica, cada vez más depurada, aporta rigor en la preparación, gama dinámica muy amplia, con base en un sensible pedal y una sutil pulsación; y una rara exactitud de ataque, que nunca da la impresión de sequedad ni de situarse en la vecindad de lo simplemente mecánico. Gracias, entre otras cosas, al cuidado del detalle, la honestidad profesional, el trabajo meticuloso y honrado.
Son conocidas y sintomáticas las exigencias que plantea a la hora de grabar. Quizá por ello encontramos siempre en sus interpretaciones ese mimo, ese cuidado, esa preocupación por el efecto sonoro, esa obsesión por las dinámicas y ese control del estilo. Se podrá comprobar todo ello en estas tres actuaciones granadinas en el Palacio de Carlos V (días 16, 21 y 26), que verán salir por fin de sus manos las cinco partituras. En la segunda de estas sesiones, además, Zimerman, se colocará en el podio de la Orquesta de Granada para dirigir la Sinfonía nº 4 del compositor de Bonn.
Inmediatamente hemos de reseñar la actuación de uno de los pianistas más sorprendentes del momento: el alemán de origen ruso Igor Levit. Instalado con su familia en Hannover, pasó al Mozarteum de Salzburgo. En su formación intervinieron maestros conspicuos como los germanos Kammerling, Raekalio y Goetzke. Pero enseguida el pupilo cogió alas e inició una carrera muy singular que partía de un pasmoso dominio de la digitación, un ataque a la nota de rara precisión, un control de dinámicas apabullante y un infalible olfato para analizar y desentrañar cualquier pentagrama.
Desaforado virtuosismo
Su delgada y menuda figura se pliega ante el teclado con una agilidad sensacional, no incompatible con una asombrosa capacidad de concentración. Su toque es nítido, tanto en pasajes del más arrebatado lirismo como en aquellos en los que debe desplegarse la fuerza, el ataque fúlgido y que reclaman un mecanismo de un desaforado virtuosismo. Sus visiones de las Sonatas de Beethoven, discutibles a veces, llevan el sello de lo original y de lo fascinante. En Granada va a interpretar las tres últimas de la colección: 30, 31 y 32, op. 109, 110, y 111. Una gran fiesta que tendrá lugar el día 21. El 22 Levit acompañará al tenor inglés Ian Bostridge nada menos que en el Viaje de invierno de Schubert.
En Granada estarán también Elisabeth Leonskaja y Martha Argerich, que interpretarán a Mozart y Beethoven
Podremos asimismo volver a solazarnos con las hondas y sesudas recreaciones de otro ruso de nacimiento, este sí habitual visitante de nuestro país: Grigory Sokolov, un pianista sensacional, que reúne cualidades de excepción tras su apariencia tan poco atractiva. Cuando sale, cabizbajo y serio, nada hace suponer que unos segundos después aquellas manos nerviosas van a penetrar de tal modo en los pentagramas, que brotan dotados de una extraña y cálida vida. En sus manos estarán las mismas sorprendentes composiciones que ocuparon su gran recital madrileño de hace unos meses: Preludio (Fantasía) y fuga K 394 (383a), Sonata 11 en K 331 (300i) y Rondó K 511 de Mozart; más Bunte Blätter op. 99 de Schumann (11 de julio).
A última hora se ha podido contar con Daniel Barenboim, un humanista, un continuador de la gran tradición, sea en su faceta como director, sea en su dedicación al piano, que es en la que siempre nos ha gustado en mayor medida. Curiosamente va a tocar en su recital de Beethoven del día 24 una de las sonatas que habrá abordado antes Levit, la 31. La segunda parte queda reservada a las inconmensurables Variaciones Diabelli. Obras que encontrarán en las manos del argentino el mejor de los vehículos. La técnica de digitación, la fantasía para frasear ‘humanísticamente’, con riquísima variedad de ataques, de regulación de intensidades, el legato, la calidad del sonido han sido siempre patrimonio de Barenboim en su oficio de pianista.
En la selección de excelsos pianistas conjuntados por Moral, debemos citar a Javier Perianes, que dejó huella en un concierto emitido en streaming, sin público, desde el Pórtico del Palacio del Partal de la Alhambra. Lo integraban obras de Debussy, Falla y Albéniz. Perianes es un artista ya plenamente maduro. En todas sus recreaciones ha brillado, aparte su habilidad para el matiz, una técnica no por poco ostentosa menos reconocible, que le permite realizar, por ejemplo, ataques de singular limpieza y exactitud y trinos de rara perfección, en los que la rápida alternancia de dos semitonos se nos ofrece equilibrada, tersa y cristalina.
Y unos comentarios finales para mencionar a dos pianistas femeninas que intervienen en calidad de coprotagonistas; ambas asimismo muy apreciadas en nuestro país. La primera es Elisabeth Leonskaja, gran dama, tranquila y serena, de recogida intimidad poética, que puede dar excelente juego en la exposición del dramático Concierto nº 20 en re menor de Mozart. Estará asistida por la Orquesta Nacional y Josep Pons (12 de julio). La segunda es Martha Argerich, siempre nítida en la acentuación y fúlgida en el ataque. Sus modos, a veces ligeramente agresivos, el calibrado fraseo, matizado al compás, son algunas de sus credenciales. Colaborará con el violinista Renaud Capuçon en un programa que alberga tres sonatas magistrales de Beethoven (8), Schumann (2) y Prokofiev (2).
Como colofón queremos citar a los cinco valiosos pianistas españoles que van a dar cuenta de los arreglos lisztianos de las nueve Sinfonías de Beethoven: Eduardo Fernández, Javier Negrín, Miguel Ituarte, Juan Carlos Garvayo y Enriqueta Somarriba.