¿Qué libro tiene entre manos?
4 3 2 1 de Paul Auster. Estoy enfrascada absolutamente. Me encanta Auster, es un contador nato de historias.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Que me lleve a un lugar ya conocido y me haga pensar: pues si esto ya me lo sé…
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Galdós, el abuelo que deberíamos tener todos.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Recuerdo que los libros de Los Cinco de Enid Blyton no me decían mucho. Yo siempre he preferido protagonizar las aventuras y los juegos que leerlos. El libro de la selva sí que me gustó.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura?
Por el día leo cosas relacionadas con mi trabajo. Por la noche lo que quiero. Lo hago en la cama en posturas muy raras. A veces, para no molestar, me meto con la tableta debajo de la manta.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Cuando el ballet de Gelu Barbu, en Las Palmas, me propuso bailar con ellos y me pagaron diez mil pesetas. Darme cuenta entonces de que podía hacerme mayor y continuar jugando fue una feliz revelación.
¿En qué se parece esta versión escénica a la película de Mankiewicz y en qué se aleja?
Los personajes salen de ahí: la actriz mayor, la actriz joven que le hace la cama, el crítico… Pau Miró los mete en un thriller psicológico irónico y divertido que se adentra en sus mentes y muestra cuánto hay de verdad y cuánto de falacia en cada una de ellas.
¿Qué hace de esta obra un clásico imperecedero?
El guion es buenísimo. Pero es cierto que han pasado casi 70 años desde que se estrenó. La visión que tiene la sociedad de la mujer ha cambiado mucho en ese tiempo. Cuando fuimos Pau Miró y yo a ver la versión que hizo Ivo van Hove en Londres, nos quedamos un poco frustrados. La mujer ha roto muchos de los techos de cristal que aparecen. Así que hubo que cambiar el enfoque.
¿El hecho de centrarse en el mundo de los actores (que tan bien conoce) la hacía más atractiva para usted?
Ni más ni menos. Es verdad que es un territorio que domino y que me interesa ese morbo que tiene la sociedad de ver cómo una actriz envejece. Es como un castigo específico a este gremio. Aunque en el fondo el tema central es el paso del tiempo, que es universal.
¿Hasta qué punto es un retrato certero de la profesión?
Bueno, esa competición entre esas dos actrices se da en todos lo gremios: entre periodistas, entre mecánicos… Está de fondo el Hollywood de los 50, que es un universo muy peculiar, envuelto en un halo mítico. Pero aquello no es extrapolable a la cotidianidad de las actrices de hoy, entre las que hay más abrazos que zarpazos.
¿Cuál es la última exposición que ha visitado?
Una pequeña, de fotografía documental de proximidad, con fotógrafos como Juan Guerrero, en San Pol de Mar, donde me escapo cuando puedo. Emocionante.
¿Qué obra teatral le ha impactado últimamente?
El bar que se trago a todos los españoles de Sanzol. Me levanté al final y aplaudí como una loca. Maravilla.
¿Qué película ha visto más veces?
Con faldas y a lo loco, porque a mi hija le entusiasma desde los cinco años. También El padrino.
¿Se ha enganchado a alguna serie?
A muchas: Breaking Bad, The Crown, Big Little Lies…
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Mucho, de arriba abajo. Supongo que porque soy pura mezcla. Nací en Barcelona, me crie en Las Palmas, he estado mucho en el País Vasco y toda mi vida he trabajado en Madrid, que me encanta. Es emocional, social y mucho más humilde de lo que creemos.
Una idea para mejorar la situación cultural del país.
Educación, educación y educación. Si en los colegios no se hace danza, música, teatro, de verdad, no solo la teoría, los futuros ciudadanos habrán perdido el tren.