Hace treinta años Francis Ford Coppola ponía punto final a la que seguramente sea la saga más importante de la historia del cine. El Padrino III cuenta la agonía de Michael Corleone (Al Pacino), un hombre tan rico como destrozado por la culpa por haber matado a su hermano y fracasado en su matrimonio con Kay (Diane Keaton). Obsesionado con redimirse, en la película vemos cómo Corleone intenta “limpiar” sus negocios y de paso su alma con una operación de seis mil millones de dólares con la Iglesia católica, convencido de que así obtendrá el perdón divino. No solo eso, también trata de reconciliarse con su ex y ser un buen padre para sus hijos, sobre todo Mary (Sofia Coppola), enamorada de su primo, llamado a ser el nuevo capo de la mafia (Andy Garcia). Es quizá la más deliberadamente shakespeariana y operística de las tres, con ese final con un montaje paralelo entre la Cavalleria Rusticana de Mascagni y una verdadera carnicería mafiosa. Por no hablar de su famoso final en las escaleras de la opera de Palermo.
El Padrino III fue recibida con halagos y reproches y aunque nadie ha dudado nunca de su grandeza, siempre se la ha considerado la película menos brillante de la saga. La pobre Sofia Coppola, entonces casi una adolescente, recibió críticas especialmente crueles por su interpretación. Quizá con ganas de redimirse, como el propio Corleone, el director ha explicado que en esta nueva versión ha creado “un nuevo inicio y un nuevo final, además de reorganizar algunas escenas, planos y pistas de música. Con estos cambios y la reestructuración de la imagen y el sonido, para mí esta es una conclusión más apropiada para la saga”. Coppola también le ha cambiado el título a la película, que ya no se llama El Padrino III sino El Padrino, Epílogo: La muerte de Michael Corleone (en inglés coda en vez de epílogo), lo cual le parece más adecuado: “En términos musicales, una coda es una recapitulación, y eso era justo lo que quería que fuera la película. Creo que ha recibido nueva vida”.
Los cambios no son muy relevantes pero la crítica internacional ha celebrado que son suficientes como para hacer de esta “coda” un broche más brillante de la saga. La versión antigua comenzaba con un flashback de la segunda parte en la que veíamos el asesinato de Fredo Corleone (John Cazale), ordenado por su propio hermano. Ahora, el filme comienza con la confesión de Michael al arzobispo Gilday (Donal Donnelly) y su deseo de escapar del mundo del crimen organizado para que su legado sea dejar una familia “honorable”. La película también es cinco minutos más corta y su propia hija, hoy una aclamada directora con una larga trayectoria detrás, sale menos tiempo en pantalla. Nadie duda que Sofia hizo bien encaminando sus pasos hacia la dirección y no la interpretación.
Las versiones “director’s cut” se han convertido en un clásico de los últimos años y el propio Coppola es muy aficionado a ellas. De Apocalypse Now (1979), su gran película sobre Vietnam, hay hasta tres versiones, la original estrenada en la época, la Redux en 2001 y hace tan solo unos meses con otro montaje, el Final Cut, en el que añadía 49 minutos de metraje respecto al original. La “manía” de rehacer sus películas una vez terminadas no es solo propia de Coppola, otros directores como Peter Jackson también han hecho versiones extendidas de las tres partes de El señor de los anillos, o Ridley Scott, que dio un nuevo barniz a dos títulos míticos como Gladiator o Blade Runner. En cualquier caso, cualquier excusa es buena para volver a ver, siempre mejor en pantalla grande, una obra maestra como la conclusión de El Padrino y aún mejor si viene acompañada de una revisión de esas dos primeras partes que cambiaron la historia del cine.