El año pasado la vimos morir en directo sobre las tablas de la sala roja de los Teatros del Canal. De La Puríssima, ese flamígero personaje que actualizó el género del cuplé durante una década junto al contrabajista Miguel Rodrigáñez, se inmoló antes de cumplir los 35 con el espectáculo Exhalación. Ahora responde solo por su nombre real, Julia de Castro, pero la artista musical —además de actriz— que se presenta con ese apelativo conserva mucho de su anterior encarnación. Ha publicado su primer álbum en solitario, La historiadora (editado por El Volcán Música), un homenaje a su otra faceta, la de historiadora del arte. Pero lo que aquí narra es su propia historia, vivencias personales plasmadas en canciones cocinadas a fuego lento durante doce años.
Si las afiladas letras de De La Puríssima ponían el foco en los hombres y el sexo, aquí la mirada se centra más en el mundo femenino. Sin perder agudeza, sus canciones hablan de amistad, madurez y de sentirse a gusto en la propia piel. No falta tampoco, no podía faltar, el sexo, sin restricciones de género. "En De La Puríssima reivindicaba mis 20 años, un periodo muy bonito e interesante, y quería darle salida a mi voz más teatral", explica a El Cultural. "Ahora el público verá un cambio vital que se traduce en lo musical. Ya no hay teatralidad, no hay un personaje; soy yo cantando canciones que reflejan mi biografía".
La principal fuente de inspiración de Julia de Castro a la hora de componer son sus viajes. Su estancia en la Academia de España en Roma en 2018 dio como fruto un trabajo de investigación sobre la prostitución y también la canción que abre el disco, “Ríndete”. También en la capital italiana se fraguó su colaboración con Paco Soto para una canción dedicada a otra ciudad: “Arde Madrid”, de aire flamenco. “La alemana” surgió un par de años antes en Berlín, durante la Berlinale, y narra su primera relación lésbica. Pero es México el país que más resuena en este disco —no en vano, el álbum ha sido producido por Camilo Lara, líder del Instituto Mexicano del Sonido—, con canciones como la cumbia “Caminadora”, compuesta en Puerto Vallarta (Jalisco) en 2012 y “Santa Frívola” —que salió a la luz aún bajo el nombre De La Puríssima—, ambas grabadas en Tucson (Arizona, EE. UU.) junto a la Orkesta Mendoza, fundada por Sergio Mendoza, miembro también de Calexico.
Del confinamiento a la nueva normalidad
Pero Julia de Castro está de actualidad no solo por su nuevo proyecto musical. Ha vivido en primera persona y desde varios frentes la vuelta a la actividad del gremio de las artes escénicas: coescribió y coprotagonizó durante el confinamiento uno de los episodios de En casa, la miniserie de HBO pionera en llevar a la ficción el modo en que vivimos el encierro forzoso los españoles; ha participado en La distancia, obra teatro de Juan Mayorga que explora el mismo tema, estrenada sin público y retransmitida en streaming en el Centro Dramático Nacional; y además fue la copresentadora de la gala especial, también sin público y retransmitida en directo, con la que el INAEM festejó el Día Europeo de la Música.
Durante el primer mes y medio de confinamiento, Julia de Castro vivió en una burbuja dentro de otra burbuja. Confinada como el resto de nosotros, se sumergió de lleno en un proyecto que ocupó todo su tiempo. Así de fácil es el título del episodio que escribió para En casa y que protagonizó junto a Celia Freijeiro, su compañera de piso en la ficción y en la realidad.
Pregunta. ¿Qué tal la experiencia de escribir un guion de cine e interpretarlo, todo sin salir de casa?
Respuesta. Fue un trabajo muy exhaustivo. Celia y yo tuvimos que aprender a usar la cámara, el micrófono, subir los vídeos a la nube de Caballo Films [la productora de la película]... Milena, que es nuestra vecina, fue quien cogió la cámara y Paula Ortiz dirigió el corto a 400 kilómetros de distancia. De hecho nunca nos hemos visto en persona. Entre escribirlo, rodarlo y regrabar las escenas estuvimos inmersas en un estado excepcional de trabajo dentro de la excepcionalidad que supuso el confinamiento.
P. También ha hecho teatro retransmitido en directo y sin público en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. ¿Se le hizo raro actuar ante un patio de butacas vacío y con cámaras moviéndose a su alrededor?
R. Para nada. Creo que se trata de un nuevo lenguaje que se está cocinando ahora mismo, estoy convencida de ello. La sensación que da es la de una teatralidad bidimensional. Es una cosa un poco compleja. Cuando generas un silencio, ante la cámara es un horror, porque no existe el tú a tú, no estás sintiendo la reacción del público. Y también al contrario: ese detallismo del teatro en cine no funcionaría. No es Estudio 2, no se trata de colocar unas cámaras y ya. Por eso digo que se tiene que generar un lenguaje específico que se está investigando ahora mismo, y me alegra que las instituciones públicas se arriesguen y premien esa valentía, que hagan esa labor de desbrozamiento.
P. También fue la copresentadora de la gala del INAEM para celebrar el Día de la Música, con 11 horas de conciertos en distintos espacios como el Auditorio Nacional y el Teatro de la Zarzuela, con propuestas que iban desde la OCNE hasta el neofolclore de Rodrigo Cuevas. Parece que la cultura en directo no se amilana por la pandemia. Quiere seguir en marcha, en las condiciones que sean.
R. Nos hemos dado cuenta, ahora sí, de que la gente se alimenta de cultura. Lo ha demostrado durante el confinamiento y eso ha generado mucha autoestima para el sector, mucha bravura. Hay mucha demanda y se están cociendo un montón de cosas. Vamos a por todas.
P. ¿Cómo valora la gestión pública de la pandemia, especialmente en lo referente a la cultura?
R. Sinceramente, no le deseo a ningún político verse en el marrón que hemos vivido. Tuve la oportunidad de conocer al ministro de Cultura el Día de la Música, y yo de lo que quería hablar con él era el Estatuto del Artista. Carlos Hipólito y yo le hicimos un placaje para hablar sobre ello, de la necesidad de amparar al artista en el sentido fiscal, de tener en cuenta la intermitencia de nuestro trabajo. Todo eso tiene que estar contemplado y ya hemos visto que el régimen general no lo contempla. En cuanto al futuro de las artes escénicas, teniendo en cuenta la posibilidad de que se repita una situación como esta, creo que las instituciones públicas deberían promover, durante los periodos en los que sea imposible actuar para el público, la realización de laboratorios creativos. Al igual que no han tenido miedo de producir espectáculos en streaming, podrían fomentar más que las compañías aprovecharan ese tiempo de parón para crear espectáculos que pudieran verse tras el confinamiento.
Defensora de la prostitución libre
La estancia de Julia de Castro en la Academia de España en Roma dio como fruto un trabajo de investigación sobre la prostitución, con un enfoque muy controvertido hoy: la defensa del oficio siempre que se ejerza libremente —por supuesto, condena con firmeza la trata y la esclavitud sexual, como no podría ser de otra manera—. Aquel proyecto se materializó en el libro La retórica delle Puttane, que toma el título de la obra homónima de Ferrante Pallavicinio, e incluía entrevistas y reportajes fotográficos con dos prostitutas romanas que lo son por decisión propia. También quedó plasmado en una canción, “Ríndete”, que abre el álbum La historiadora, que se parece mucho a una apología de esa prostitución libre: “Porque una prostituta es la mayor constatación de que la sexualidad femenina es superior. Es astral, terrenal, instinto animal, nuestro cuerpo contiene sabiduría ancestral”, dice la letra.
De Castro defiende la necesidad de que “dentro del feminismo dialoguemos sea cual sea nuestra postura. Ahora la prostitución es un problema irresoluto, pero también creo que es importante que creativamente jamás me censure”, explica la artista, en la misma línea en la que se manifestaron el mes pasado los 150 intelectuales —entre ellos, Margaret Atwood y Noam Chomsky— que criticaron la creciente dificultad para discutir temas dentro del sector progresista.