De La Puríssima se despide. El proyecto musical que resucitó el cuplé y lo trajo a la contemporaneidad vestido de jazz, formado por la actriz, performer y cantante Julia de Castro y el contrabajista Miguel Rodrigáñez, dice adiós por todo lo alto, con un espectáculo que repasará toda su trayectoria y que contará con 90 personas encima del escenario. Exhalación: vida y muerte de De La Puríssima se presenta este sábado en los Teatros del Canal, en el marco del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.

En principio solo hay una función programada, aunque De Castro confía en que habrá más oportunidades para verlo, dada la envergadura del espectáculo. El cuplé y el jazz iniciales han ido dejando hueco a otros géneros como la cumbia y la electrónica en la última etapa de De La Puríssima (como refleja el oscuro tráiler del espectáculo), pero esta Exhalación lo abarca todo, ya que es “un resumen musical y visual de lo que han sido estos diez años”, explica la artista a El Cultural. Al dúo nuclear del proyecto se suman batería, piano, DJ, guitarra flamenca y eléctrica, la banda de música de Colmenar Viejo y hasta un grupo de mariachis. “Yo no voy a ser muy protagonista. Todos estos intérpretes que nos van a acompañar han marcado distintas etapas en el proyecto y ahora todo lo que estaba detrás se va a ver en primer plano”, explica De Castro.

Dentro de la zarzuela, se conocía como “género chico” a aquellas obras de menor duración que trataban temas ligeros y populares. Por extensión se conoció como “género ínfimo” al cuplé, que estuvo de moda en el siglo XIX y principios del XX, y en el que la picardía y el erotismo de las intérpretes, con estrellas como La Goya o La Fornarina, eran más importantes que su capacidad vocal.

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El erotismo y la provocación también son ingredientes imprescindibles en De La Puríssima. Las letras de las canciones y el propio cuerpo de De Castro han sido los vehículos para hablar sin tapujos de folclore, religión y, sobre todo, sexo y relaciones íntimas, en canciones como El infiel, Sherlock Holmes, Señorito de Córdoba o Luca. “Estamos muy sexualizados a nivel estético y de marketing, pero a la vez hay mucho desconocimiento acerca de la sexualidad, es contradictorio. Hoy parece que el sexo es lo más importante, pero en realidad hay miedo a tener una mirada real a lo que nos gusta, al placer o a la ausencia del placer”, opina.

“Yo he sido la mayor beneficiaria de este proyecto. Más allá del calado que haya tenido De La Puríssima en el público, ha sido un privilegio poder abordar todos estos temas. He podido cuestionar muchas cosas y a mí misma encima del escenario, que es el lugar donde me he querido mover siempre”, explica la artista, a quien se dedica un capítulo entero en el libro Miradas sobre el cuplé en España. Identidades, contextos, artistas y repertorios, coordinado por el profesor Enrique Encabo, de la Universidad de Murcia, y editado por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales.

El personaje que encarna De Castro ha traspasado los límites del escenario para llevar su arrolladora provocación a otros formatos, como el audiovisual. En la docu-ficción Anatomía de una criminal, dirigida por Javier Giner, pudimos verla ataviada únicamente con una chaquetilla de torero robando de una galería de arte un retrato suyo pintado por Oscar Tusquets, porque no estaba de acuerdo con el precio de venta de la obra. El límite entre realidad y ficción quedaba desdibujado en la película, igual que lo está el límite entre la artista y su personaje.

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Varios motivos han precipitado el fin de De La Puríssima. Para empezar, “siempre fue concebido como un proyecto transitorio”, explica De Castro a El Cultural. “Eso nos dio fuerza, porque cuando sabes que algo tiene caducidad lo aprecias y te involucras más”. Ahora tiene otros proyectos interpretativos, como su papel en la serie Capítulo Cero, de Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla para el canal #0 de Movistar+. Además, se le ha cruzado en el camino una nueva disciplina a su paso por la Academia de España en Roma, donde disfrutó de una beca que, en contra de lo esperado, no dio frutos escénicos sino literarios: La retorica delle puttane (La retórica de las putas), un libro que pone el dedo en la llaga de un debate aún por resolver tanto para la sociedad en general como para el feminismo: regular o prohibir la prostitución. Un asunto que, de hecho, se va a debatir en 20 universidades públicas durante este curso. De Castro se muestra contraria a la abolición, siempre que se luche para erradicar la explotación sexual, obviamente.

Editado por La Fábrica, su libro establece un diálogo entre la obra homónima de 1643 que le costó la cabeza al escritor Ferrante Pallavicino, acusado de blasfemia, y los textos de Julia de Castro, que incluyen entrevistas con dos prostitutas que ejercen el oficio libremente. “Me he reunido con mucha gente, desde prostitutas hasta asesores de género en la Comisión Europea y con Amnistía Internacional, con quienes he mantenido una de las conversaciones más enriquecedoras. Chus Álvarez, de la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, incide en que hay que diferenciar el oficio de la prostitución de la esclavitud sexual. Hasta que no tracemos una línea clara, será complicado dialogar. Queda mucho por hacer y tenemos que mantener debates constructivos”.