Una oda al tiempo, el de la euforia y el del amor, pero también el de la nostalgia, el miedo y la violencia. El espectáculo de danza dirigido por la bailaora María Pagés (Sevilla, 1963), vuelve a los Teatros del Canal del 30 de octubre al 10 de noviembre, para plantear a través del flamenco una reflexión sobre la contemporaneidad y sobre el efecto de la experiencia temporal en el cuerpo, el deseo, la cultura y la vida.
“¿Por qué el arte se expresa como lo está haciendo actualmente? Porque son tiempos convulsos, un poco grises. Veníamos de una época luminosa, de transición, y ahora vivimos en una democracia cansada”, defiende María Pagés, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2014). El flamenco sirve de hilo conductor a través de las doce escenas que se incluyen en la representación. “Lo hacemos mediante este género porque se trata de un arte en continua transformación y en constante diálogo con la memoria“, afirma.
María Pagés, coreógrafa y diseñadora del vestuario de la obra, está acompañada de cuatro bailaoras, Eva Varela, Virginia Muñoz, Marta Gálvez y Julia Gimeno, además de los bailaores José Barrios, Rafael Ramírez, Oscar Manhenzane y Felipe Clivio. “Es una obra muy potente a nivel coreográfico, ya que se abarcan registros muy diferentes y se combina la tradición flamenca con los lenguajes estéticos más contemporáneos", aclara Pagés.
El espectáculo se compone además de doce palos flamencos, como la soleá, la vidalita o la seguiriya, que recorren la oda al tiempo desde el quejío de la primera escena hasta los últimos cantes de trilla y tonás. Las letras originales son el resultado de un trabajo conjunto entre la dirección y los siete músicos (guitarra, chelo, violín y percusión), y en el que se incluyen referencias a otros compositores clásicos y contemporáneos, como Ígor Stravinsky, Georg Friedrich Händel o John Cage.
El baile y el cante se combinan con los poemas del escritor El Arbi El Harti, “creados para ser cantados por Ana Ramón y Sara Corea”, como explica Pagés. En la dramaturgia también se incorporan reflexiones de autores como Marguerite Yourcenar, Borges o Neruda. Una oda al tiempo se inspira además en el arte, mediante obras como el Guernica (1937) de Picasso, y en el cine, con la película Metrópolis (1927), “una premonición de lo que sucedería más tarde”. ”Recurrimos incluso a fotógrafos y reporteros, que escriben a través de sus imágenes todo lo que vivimos”, apunta.
“Optamos por una puesta en escena minimalista, pero rica en contenido. El espectáculo combina momentos reflexivos y de calma, con escenas cortantes y rápidas”, describe Pagés. Hay un elemento escenográfico que domina la escena y que marca el ritmo: el péndulo, que a veces se transforma en el sol o en la luna. “Muestra cómo estamos sometidos a un tiempo que no podemos parar y que a veces nos domina. Rápido como la ansiedad y lento como la angustia”, señala la bailaora.
La compañía María Pagés regresa a los Teatros del Canal tras el estreno en abril de 2018 y después de haber conseguido el Giraldillo al Mejor Espectáculo en la Bienal de Sevilla. “Es nuestra obra de mayor formato”, declara la directora, quien destaca que “la experiencia y la memoria deberían servir para que no se cometieran los mismos errores”. No obstante, “la humanidad vive en un continuo ciclo”, concluye.