Phillippe Gaulier: "Generosidad y amor por la burla son imprescindibles en un buen actor"
El maestro francés imparte un curso de clown en el Price del 12 al 16 de abril
9 abril, 2010 02:00Phillipe Gaulier.
A sus 67 años, Philippe Gaulier sigue en la brecha de la pedagogía teatral. Del 12 al 16 de abril, imparte en el circo Price de Madrid un "Curso de Clown" para 45 alumnos, en jornadas de cinco horas diarias. Durante su estancia presentará su último libro, La Torturadora , en la que recoge sus teorías y tres obras de su cosecha.
Por la escuela de Gaulier han pasado un buen puñado de intérpretes hoy famosos (Emma Thompson, Sacha Baron Cohen, Kathryn Hunter o Natalie Seseña, por citar algunos). Inscrito en la tradición francesa que inicia Jacques Copeau y continúa Jacques Lecoq, en cuya escuela dio clases, Gaulier fundó en los 80, en París, la suya propia. Diez años años después la traslada a Londres hasta que en 2003 volvió a sus orígenes. Aunque él es conocido por sus cursos de clown y bufón, en su escuela se imparten otras especialidades. Conoce a actores de medio mundo, pues ha dado clases en muchos países. Pero Madrid no figuraba en su agenda.
-¿Con la de bufones que tenemos en el Museo del Prado, cómo ha tardado tanto en venir a la corte de España?
-Ya estuve en una ocasión, trabajando en un pequeño teatro extremadamente simpático, donde enseñé "el clown". Hace muchos años ya. Y he visitado el Museo del Prado numerosas veces. He trabajado el personaje del bufón con Natalie Seseña. En una palabra, conozco mucho Madrid y a sus divertidos habitantes. España no me es desconocida, mi abuela materna era de Málaga.
-¿Qué es lo que va a impartir en este curso del Price?
-Voy a buscar al "clown" que todo hombre (y mujer) lleva dentro, al igual que el cerdo que dormita en su interior.
-También va a presentar su último libro, La Torturadora (Editions Filmiko), en él habla del arte como un artificio, ¿no?
-No, no hablo del arte como artificio, sino del teatro que no sabría existir sin artificio. Un ramo de flores es hermoso porque las flores son finas, ligeras, de colores que nunca se pueden igualar y sus fragancias nos embriagan delicadamente. Un ramo de flores de plástico sobre la escena es un artificio; un bello artificio que hace soñar que podría ser verdadero. Es bello porque detrás de estos juegos y de estos engaños la imaginación se abre de par en par. La verdad no ayuda a imaginar. Un embuste bien orquestado es más excitante que la cruda verdad.
-¿Con qué intención ha escrito el libro y a quién va dirigido?
-Lo he escrito para contar mis cuarenta años de enseñanza. Se dirige a aquellos que aman el teatro, a los que sienten una turbación provocada en el cuerpo y en el pensamiento cuando viajan entre lo verdadero y lo falso. Hay más verdad cuanto más se juega con la mentira.
-¿Podemos hablar de un Método Teatral Gaulier? ¿Qué opina de los métodos de interpretación? -Sí que podemos hablar. La base del método: cuando es verdadero, es aburrido. La verdad mata el placer de imaginar.
-¿Y las virtudes que debe reunir un actor?
-Humor, generosidad, ternura, placer, amor por la burla.
-¿Y qué debe evitar durante su formación?
-Las teorías gilipollas. Es el placer que dirige la danza. El placer de contar una bella historia ayuda mucho: reír y llorar. Un drama personal no ayuda a actuar. ¡Vended placer y guardad vuestras penas en vuestro corazón!. ¡No las vendais, son un secreto, no hay que ventilarlas!
Toros y bienpensantes
-¿Para que sirve un actor?
-Para contar historias por medio del juego.
-Usted fue primero actor y acabó en clown y bufón ¿Qué diferencia hay entre un actor, un bufón y un clown? -Un actor se muestra a través de otros personajes, desaparece cada noche bajo su disfraz. A un clown se le paga para hacer reír y vende todas las ridiculeces, las suyas. Un bufón ha sido proscrito, estigmatizado. Vuelve de los infiernos para pedir cuentas a los pudientes. Actúa disfrazado de paria.
-Cuando va al teatro, ¿qué es lo que más valora y lo que menos soporta?
-La ligereza, el humor. ¿Lo que no soporto ? El imbécil que quiere decir más que mi imaginación, que exige dirigir mi máquina de soñar.
-Habla al comienzo de su libro de la relación entre las corridas de toros y la tragedia griega. ¿Qué les diría a los que claman por su prohibición?
-Cuando enseñaba en Sevilla, iba en Semana Santa a las corridas de toros. Era fascinante. Un día, se olvidará la barbarie de la tragedia griega, de la biblia, de la tauromaquia... Un día el hombre habrá limpiado las huellas de su salvajismo. Un día, los bienpensantes ganarán. Ese día será el de la desolación.