Berta Riaza
"El teatro ha sido mi vida, mi maravillosa vida"
26 junio, 2009 02:00Berta Riaza. Foto: Sergio Enríquez
Mañana comienza el Festival de Mérida con un concierto y un gran espectáculo de calle, El rapto de Proserpina. También con la entrega a Berta Riaza del III Premio Scaena, por ser la actriz que más se ha prodigado en este histórico escenario.
Berta se resistía a hacer la entrevista: "Estoy malucha", se excusaba, pero insistí a través de Narros y finalmente accedió a recibirnos al fotógrafo y a mí en su coqueto y alegre apartamento del centro de Madrid. Tiene por vecina a su gran amiga Julieta Serrano, otra extraordinaria actriz, que estuvo presente en el encuentro. Al verlas juntas, aunque son de generaciones distintas, pensé en la cosecha tan increíble de intérpretes femeni- nas, todas primeras figuras, que surgieron a partir de los años 50 en nuestro país: Mayrata O' Wisedo, Nuria Espert, Mary Carrillo, María Jesús Valdés, Amparo Rivelles, Irene y Julia Gutiérrez Caba, María Asquerino, Analía Gadé, Nati Mistral, Amparo Soler-Leal, Marisa de Leza, Maruchi Fresno, Mari Carmen Prendes, Luchi Soto... ¿Cómo fue posible que en la España de aquellos años se diera un plantel de actrices tan extraordinario? Quizá porque el cine, que competía ya con el teatro, echó mano masivamente de los elencos teatrales. O tal vez, como recuerda Berta, porque en aquella época los actores trabajaban realmente duro: "Pasábamos 12 horas en el teatro, hacíamos dos funciones y un ensayo al día". Riaza se ha destacado por la envergadura de sus personajes, ya que ha tenido la suerte de hacer grandes títulos del repertorio dramático universal. Pero también, al decir de muchos de sus colegas, por "recitar el verso como ninguna". "Fue Carmen Seco quien me enseñó a decir el verso en el Conservatorio", recuerda vagamente, "donde coincidí con Alicia Hermida, a la que por cierto tengo que llamar para que algún día venga a verme", y se echa a reír, porque Berta sonríe casi siempre, lo que resulta un magnífico contrapunto a sus grandes y tristes ojos.
En Mérida
-Sé que sigue yendo al teatro. ¿Qué opinión tiene de lo que hoy ve?
-El teatro me gusta siempre, ha sido mi vida, mi maravillosa vida.
-Y, en general, ¿qué le parece?
-En general no se puede decir nada, si está bien hecho , estupendo, y si no, pues malo.
Así que pasamos a hablar de Mérida, ya que ella ha sido la actriz española que más veces ha actuado en el Festival , razón por la que este año se le otorga el día de la inauguración, el próximo 27, el Premio Scaena del certamen. Allí debutó en 1959 con La Orestiada, dirigida por José Tamayo, y desde entonces se ha prodigado en cinco montajes más: Edipo, Numancia, Retablo jovial, La Orestiada (1990) y Mujeres de la guerra: las troyanas.
-¿Qué recuerdos tiene de Mérida?
-Toda mi vida me ha gustado mucho ver los ensayos al lado del director, cuando no tenía que estar en escena, y allí... con la luna llena...
- Mérida es un sitio muy especial. ¿Qué siente un actor en un escenario así?
-Pues te dan unas ganas tremendas de salir corriendo (Y ríe). Una cosa es actuar en un teatro y otra muy distinta hacerlo en Mérida. Tú sales por un lado u otro del escenario, por donde te indica el director y tienes una idea de lo que vas a decir frente a todos esos miles de espectadores. Pero ahora me da mucha risa pensar que tendré que hablar allí cuando me entreguen el premio. Hace mucho tiempo que se me ha olvidado todo.
-Usted tiene fama de haber sido una actriz muy metódica ¿nunca se ha quedado en blanco en escena?
-No, nunca, he sido siempre muy disciplinada, pero ahora soy muy mayor. Ahora ya soy doña Berta, ya no soy Bertita.
-De los directores, el que más ha trabajado en Mérida ha sido José Tamayo ¿Cómo era?
-¡Ay Tamayo! (y ríe, nuevamente). Dirigió de todo. Se le ocurrían cosas imposibles y las hacía como fuera. Aprovechaba muy bien el espacio.
Y reímos todos con la famosa anécdota que circula sobre el director: los ensayos en Mérida siempre transcurren por la noche, debido al tremendo calor. En uno de estos ensayos, Tamayo ha pasado toda la noche trabajando y, al amanecer, ultima las luces. Pide a los técnicos que apaguen un foco, pero no hay manera, Tamayo insiste gritando, hasta que uno de éstos se le acerca y silenciosamente le dice: "Don José, no se puede, es el sol".
-Sí, hemos hecho cosas muy, muy divertidas y arriesgadas.
-¿Arriesgadas?
-Sí, me acuerdo de una obra en la que aparecían muchos caballos con sus jinetes y teníamos miedo de que nos arrollaran en el escenario... Yo estaba allí, al lado de una fogata. Pero no sé si fue en Sagunto o en Mérida.
Con apenas 23 años, y después de finalizar sus estudios en el Conservatorio de Música y Declamación, Bertita, como se la conocía en la profesión, entró como meritoria en la compañía del María Guerrero, el Teatro Nacional del momento que comandaban Luis Escobar y Huberto Pérez de la Osa. Allí estuvo cinco años interpretando clásicos y contemporáneos (Calvo Sotelo, López Rubio, Buero) y luego, tras su paso por varias compañías, entró en la de José Tamayo, que también dirigía el Teatro Español.
Otro de los medios en los que Berta Riaza no tuvo competencia fue la televisión, pues se prodigó, y mucho, en los Estudio 1 y los dramáticos que TVE comenzó a emitir a partir de la década de los 60. Muchas de las obras con las que triunfó en el teatro tuvieron luego su réplica en televisión: Casa de muñecas, Muerte de un viajante, Soledad. Por el contrario, no tuvo la misma suerte en el cine.
La carrera de Berta está también unida a la de José Luis Alonso, el director revelación de los 60, un soplo de aire fresco en el panorama escénico por sus renovadoras ideas. él la dirigió en la obra que impulsó su carrera, El diario de Anna Frank (1957), y con él trabajó en numerosas ocasiones, especialmente en Las tres hermanas y El jardín de los cerezos (Berta interpretó a la joven Ania, papel en el que precisamente Julieta Serrano la sustituyó luego).
-Tengo entendido que José Luis Alonso hacía teatro en su casa, el Teatro íntimo, donde hacía las obras más vanguardistas del momento. Usted era una de las actrices que participaba en esas representaciones ¿no?
-Hacíamos funciones de teatro y cantábamos. No sé, tengo un cajón lleno de fotos, algunas de cuando entonces íbamos a su casa. La verdad es que lo he pasado muy bien en mi vida.