Tras hacer un brillante ejercicio de memoria sobre su propia infancia en la ópera prima Las niñas (2019), Biznaga de Oro en Málaga y Goya a la mejor película, Pilar Palomero (Zaragoza, 1980) abandona los años 90 y se instala en la actualidad en La maternal. La película sigue los pasos de una adolescente rebelde que se queda embarazada e ingresa en un centro para madres menores de edad, donde comparte su día a día con otras jóvenes y sus bebés.
Pregunta. ¿Cómo surge la idea de hacer esta película?
Respuesta. Me lo propuso Valérie Delpierre, productora de Las niñas, que había escuchado hablar de un centro residencial para madres adolescentes de Barcelona, una cooperativa sin ninguna vinculación con órdenes religiosas. El tema me generó mucha curiosidad.
P. ¿Cómo afectó el éxito de Las niñas al proyecto?
R. Lo de Las niñas fue algo excepcional, es raro que haya ese consenso entre taquilla, premios y crítica. Sin embargo, la primera versión del guión de La maternal estuvo lista antes del estreno de Las niñas, por lo que apenas afectó a su desarrollo. Después sí he notado cierta presión, porque daba la impresión de que teníamos que repetir el mismo éxito. Pero tampoco ha sido algo que me haya bloqueado. He intentado transmitir al equipo que teníamos que hacer la mejor película posible y desear que le llegara al público. Más allá de eso, no hay nada en nuestras manos.
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P. ¿Cómo investigó en esta realidad?
R. Hablé mucho con una de las educadoras sociales del centro de Barcelona, que acabó interpretándose a sí misma. Ella me puso en contacto con chicas que habían pasado por allí y que ya eran mayores de edad. Mantuve con ellas largas conversaciones y me di cuenta de que se repetían una serie de temas, como el juicio social al que se habían sometido, el hecho de que se vieran señaladas por su entorno o que abandonaran el instituto porque sus compañeros se lo hacían pasar mal. Lo más grave es que, en la mayoría de los casos, se habían visto obligadas a ser madres porque cuando se enteraban del embarazo ya habían pasado los tres meses en los que se permite abortar.
P. ¿Qué riesgos veía en rodar un filme como este?
R. He tratado de evitar a toda costa el morbo, pero sin dejar de ser valiente a la hora de tratar el tema de manera honesta, sin prejuicios y sin censuras. Mi objetivo es hacer reflexionar sobre los motivos por los que ocurre esto y sobre la responsabilidad que tenemos como sociedad.
P. Esta película se abre al documental, sobre todo en la escena en la que las chicas del centro cuentan sus historias de vida...
R. Era consciente del riesgo que conlleva esa escena, pero no concebía la película sin ella. ¿Cómo no iban a tener espacio estas mujeres para contar sus historias? Mi labor como directora se ha centrado en diluir lo máximo posible esa línea entre ficción y documental. La película está muy guionizada, muy pensada, y ellas hacen un trabajo actoral inmenso pese a la falta de experiencia.
P. Ha optado por trabajar el paso del tiempo con elipsis drásticas. ¿Cuál es el motivo?
R. No sentía la necesidad de mostrar lo relacionado con lo físico. Quizá la elipsis más comentada es la del parto, pero es que las chicas pocas veces me hablaron de este tema. Se centraban más en lo emocional, y yo quería respetar esos momentos que para ellas han sido importantes a la hora de contar la historia de Carla como madre y como adolescente.
P. ¿Dónde encontró a un talento como Carla Quílez?
R. Irene Roque, la directora de casting, descubrió un día su cuenta de Instagram, en la que baila, y la animó a presentarse a las pruebas. Carla es bestial, un terremoto con un talento inmenso, y me demostró que podía afrontar un papel tan complicado, con todos esos registros emocionales tan extremos. En el rodaje fue creciendo cada vez más, es una chica con un don.
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P. El personaje de Ángela Cervantes se llama Penélope y el filme está rodado en Los Monegros, como Jamón, Jamón. ¿Es un homenaje?
R. Más que de un homenaje es un guiño. Bigas Luna fue mi profesor en el primer curso sobre cine que hice en Zaragoza y Jamón, Jamón es una de las películas que tengo grabadas en el cerebro. Así que se me ocurrió imaginar qué hubiera pasado si Penélope hubiera sido la hija de Silvia, el personaje de Penélope Cruz. Los Monegros forma parte de mi paisaje emocional también.
P. ¿Qué buscaba con el cuidado trabajo de cámara?
R. Quería que los actores tuvieran la mayor libertad posible y que no se vieran limitados por los espacios o por las marcas. El equipo ha estado al servicio de lo que estuviera ocurriendo y de la deriva de la historia.
P. ¿Qué deberíamos hacer para que estos casos de maternidad adolescente se reduzcan?
R. Lo primordial para mí es reforzar la educación sexual. Además, su contenido debe rebasar los métodos anticonceptivos o las enfermedades de transmisión sexual y añadir nociones sobre educación emocional o responsabilidad afectiva. Dicho esto, la intención de la película no es apuntar esta carencia, sino poner al espectador en la piel de una madre adolescente.