El constante toma y daca verbal fue uno de los puntales del Hollywood dorado. Katherine Hepburn y Spencer Tracy encarnaron mejor que nadie esa exaltación del ingenio como epítome de la inteligencia y la sofisticación. Brillan alto en La costilla de Adán (1949, George Cukor), en la que dirimen la eterna guerra de sexos en términos absolutamente actuales.
La propia Hepburn se convirtió en la mayor estandarte de esa mujer estadounidense “moderna” que se bate en condiciones de igualdad con el hombre y posee un pico de oro. Sin duda, la mejor película del género sigue siendo La fiera de mi niña, de nuevo de Cukor, de 1939, con Hepburn haciéndole la vida imposible a Cary Grant. Pero hubo más títulos deliciosos como Sucedió una noche (Frank Capra, 1934) o Una hora contigo (Ernst Lubitsch, 1932).
Pareja estelar del Hollywood de los 90 y los primeros 2000, Julia Roberts y George Clooney, por separado pero aun más juntos, tiene una gran carga simbólica generacional al ser los representantes quizá más icónicos de toda una época del cine americano previa a la eclosión de las plataformas y las series. En Viaje al paraíso, artefacto dirigido por el británico Ol Porter (Mamma Mia. Here We Go Again) a mayor gloria de la pareja, todo se sustenta sobre su carisma y esas discusiones interminables en las que se trata de ver quién lanza la pulla más certera y se adjudica la victoria en el duelo.
Clooney interpreta a un arquitecto exitoso y Roberts a una galerista aun más exitosa. Después de un matrimonio de cinco años en el que, según él, “parecían dos compañeros gestionando una guardería”, se divorciaron y desde entonces sus relaciones son como mínimo tensas. Les une una hija en común, Lily (Katilyn Dever) que al principio de la película se gradúa en Derecho y marcha con una amiga a Bali como merecido premio. En esa isla Indonesia de ensueño, la joven se enamorará muy pronto de un apuesto joven local que se gana la vida con el negocio de la cría de algas.
El viejo matrimonio, que no se soporta, no tendrá más remedio que hacer equipo para viajar a Asia y convencer a su hija de que es una locura tirar su carrera por el traste o, al menos, impedir la boda aunque sea con malas artes. La situación cómica está servida: los padres cascarrabias haciendo la pascua al amor puro e inocente de la hija, en una película en la que todo el mundo es guapo, va bien vestido y los paisajes son espectaculares.
No hay ni trampa ni cartón en Viaje al paraíso: da lo que promete y lo hace con gracia e incluso cierto estilo. Hace tiempo que sabemos que hay actores que son buenos actores, pero que las estrellas tienen “algo más” que no se puede explicar con palabras y se llama carisma. A Roberts y Clooney les sigue sobrando por todos lados.