El cineasta Michel Franco (Ciudad de México, 1979) alcanzó notoriedad internacional con su sexto largometraje, Nuevo orden (2020), en el que planteaba una violenta revolución de los desposeídos de México contra las élites. Ya en su primer filme, Daniel & Ana (2009), contaba la brutal historia real de dos hermanos que fueron secuestrados y obligados a mantener sexo delante de una cámara.
Regresa a los cines con Sundown, protagonizada por Tim Roth y Charlotte Gainsbourg, interpretando a dos hermanos ingleses millonarios que pasan unas vacaciones de lujo en Acapulco. El descanso termina de manera repentina cuando reciben una llamada anunciándoles la muerte de la madre. De manera misteriosa, el personaje de Roth decide quedarse en México a base de subterfugios, abandonando a su familia en su momento más crucial. Como explica el director, poco a poco se irá sumergiendo en las profundidades de un lugar tan bello como peligroso.
Las abisales diferencias sociales del país, donde más de la mitad de la población es pobre, surgen como contexto a una película que Franco define como “filosófica”. Personaje atormentado y crepuscular, ese Roth “a la deriva” permanece como el mayor enigma de un filme formado por muchas capas.
Pregunta. ¿Por qué regresa al asunto de las brutales diferencias sociales en México?
Respuesta. Al ser mexicano es imposible escapar de temas que definen la vida cotidiana del país. Son los mismos que en todo el mundo, la desigualdad social y la violencia que eso atrae, pero en México está mucho más marcado. Más de la mitad de la población vive en la pobreza, sin las mínimas garantías para una vida digna. El resultado es catastrófico. Me parece increíble que el cine y otros medios artísticos no lo atiendan más. Vemos a estos británicos que pasan las vacaciones desde un lugar seguro, desde el privilegio. Poco a poco, el personaje de Roth se va sumergiendo en el México profundo y descubre los distintos aspectos de Acapulco. El resultado lo pueden ver en la película.
P. ¿Quién es ese Roth que cambia radicalmente de vida sin que se expliquen nunca los motivos?
R. Escribí Sundown desde la reflexión en torno a un hombre que se abandona. Un tipo que lo deja todo atrás, corta lazos con su familia y su historia, queda a la deriva en Acapulco. Ese fue mi punto de partida. Todo empieza cuando reciben la llamada para el funeral de la madre. Decide no ir y eso le pesa mucho más que el privilegio. Me parece interesante como espectador tener espacio para pensar una película. No me gusta que sea una dictadura donde el director dice qué hay que sentir. El cine tiene que buscar lo misterioso, lo poético, la asociación de ideas… y no tratar de educar. Esa fórmula Netflix por la que desde el principio sabes quién es malo o quién es bueno es terrible.
P. Huyendo del privilegio, ¿busca en Acapulco algún tipo de “autenticidad” perdida?
R. El privilegio siempre ha formado parte de su vida. No creo que huya de eso. El personaje de Charlotte y los niños conviven de otra manera. Las preguntas que planteo son sobre todo filosóficas, tienen que ver con el final de la vida y la libertad, si somos libres de decidir sobre nuestras vidas o no. Al tomar ciertas decisiones, mete a todo el mundo en problemas, todo se vuelve una situación de enredos y malentendidos que se complica cada vez más. Hay algo de humor implícito. Ese contraste de clases está ahí de manera natural.
P. El personaje de Roth intenta sortear las divisiones de clases, pero los resultados son catastróficos. ¿Los ricos no tienen más remedio que protegerse y poner un muro?
R. Como medida se ha querido poner muros y separar. Lo ha querido hacer el gobierno de Estados Unidos con México. Muchas comunidades ricas lo que hacen es separarse y protegerse. No creo que sirva de nada. Todo lo contrario. Lo que necesitamos es más empatía y tratar de que todos estemos mejor. Yo creo que el status quo tiene que cambiar. El mundo no funciona como se ha planteado. Pero rara vez hay una disposición real para cambiarlo.
P. En el caso de México a la pobreza se suma una enorme violencia. ¿Están totalmente ligadas la una a la otra?
R. ¡El mundo no tiene remedio! El problema principal es la desigualdad social, la injusticia que se vive de manera cotidiana donde una elite lo tiene todo. México es una fórmula para el desastre. Eso habla muy mal de un país y la falta de interés real en remediar eso. La corrupción que permea todos estos males. El cine tiene que abordarlo. Siempre he intentado entender la sociedad en la que vivo. Todos tenemos que esforzarnos por hacer un mundo mejor. Mucha gente sufre todos los días. Decir que “todo puede mejorar” es olvidarse de la gente que no va a tener una vida mejor por más que el discurso sea positivo. El primer paso es abrir los ojos y reconocer cuánta gente vive sin esperanza. Casi cualquier país africano está incluso en peores condiciones. Lo que se vive en Occidente es otra cosa. Por eso me interesaba llevar a esos británicos a Acapulco.
P. ¿Se mantienen las divisiones sociales y económicas heredadas del colonialismo?
R. No han cambiado en nada las cosas. No creo de todos modos que sea productivo buscar esa explicación. México vive ahora una situación similar a la de cualquier país en el mundo donde si los gobiernos no provén garantías, las cosas no van a funcionar para los que tienen menos. Tiene que haber justicia social ya.
P. En los últimos años, directores mexicanos como Guillermo del Toro o Alejandro González Iñárritu han ganado incluso Oscars. ¿Vive esa cinematografía un momento de esplendor?
R. Obviamente, ser un director mexicano es algo positivo porque abre muchas puertas. El cine de mi país ha dado resultados extraordinarios en los últimos veinte años. Me siento sobre todo cercano a ciertos colegas como Amat Escalante (Heli), a quien respeto y admiro. Lorenzo Vigas, de quien soy productor, es tambien muy cercano. Luis Palacios… En Brasil pasa un poco lo mismo que en México y por eso surgen también directores con mucha fuerza. Hay mucho que explorar, mucho que sanar y remediar. El cine debe cuestionar y jugar un papel.
P. Acaba de llegar de Nueva York de rodar con Jessica Chastain y Peter Sarsgaard. ¿Se va a pasar al cine estadounidense?
R. Soy el productor principal. Más allá de que la rodé en Estados Unidos yo no diría que es una película americana. Es una película mía.