Son las 8 de la tarde y Abel Ferrara (Nueva York, 1951) entra en el cuadro de la pantalla del ordenador con una botella de agua que se afana en abrir con dificultad. Va vestido completamente de negro y los jirones de pelo blanco que adornan su cabeza van cada uno a su aire. En su ajado rostro de ex drogadicto (lleva limpio cerca de una década) se perciben los excesos y las aventuras, y también cierto cansancio. Al día siguiente arranca el rodaje de un nuevo filme, del que no da muchos detalles, aunque se rumorea que se trata de un trabajo autobiográfico protagonizado por Asia Argento. “Es muy diferente de todo lo que he hecho hasta ahora: otros lugares, otras personas y otras historias”, asegura el director. “Estoy ansioso por empezar y dejar de hablar ya de ello. La preparación es un proceso en el que aplicas todo lo que sabes al proyecto, pero hacer una película acaba siendo algo muy misterioso. Quiero pasar a la acción”.
“Es una bendición que todavía aparezcan las ideas y que haya personas que quieran financiarlas”
Ferrara no parece encontrarse en su casa de la Piazza Vittorio de Roma, que ha sido el epicentro de sus últimos trabajos y que fue el escenario de Tommaso (2019). El cuarto que se vislumbra tras él no podría estar más desangelado. La cámara enfoca paredes amarillas vacías, el lateral de un feo armario marrón, una silla de madera –que fácilmente podría ser la más incómoda del planeta– y una cama deshecha con un flexo encima. Toma asiento y exclama: Let’s go!
Pregunta. ¿A qué se debe el frenético ritmo de trabajo que mantiene estos últimos años?
Respuesta. What?!
La conexión es mala, y Ferrara no parece tener su mejor día. A medida que avanza la entrevista, apenas doce minutos de respuestas algo hastiadas y balbuceantes, da la impresión de estar al borde de uno de esos ataques de furia y locura en los que caen a veces sus personajes. Lo volvemos a intentar. “Simplemente, es lo que hago: ruedo”, contesta. “Algunas películas son pequeñas, otras grandes, también hago documentales. Tengo mucha ayuda. Realmente, me parece que no es para tanto, quiero hacer más. John Ford rodó 130 películas. Tengo la oportunidad de trabajar, estoy sano y es una bendición que aparezcan las ideas y que haya personas que quieran financiarlas”.
Crítico y poético
Su último filme, Zeros and Ones, llega este viernes a las salas de cine previo paso por un Festival de Locarno que le entregó el premio al mejor director. Tras ese fantástico díptico confesional y testamentario de su propia intimidad conformado por la autoficcional Tommaso y la metafísica Siberia (2020), ambas protagonizadas por Willem Dafoe –y al as que podríamos añadir el también introspectivo documental Sportin’ Life (2020)–, Ferrara continúa en su nueva obra por una senda en la que su estilo camina liberado de cualquier convención, apostando por lo críptico, lo poético, lo volátil. “Estoy constantemente intentando encontrar la manera adecuada de expresarme y de expresar una historia o una película en particular…”, explica. “Lo que hago ahora puede resultar muy diferente de otras cosas que podemos ver en el cine, pero puedes ver la corriente que conecta Tommaso, Siberia, Sportin’ Life y Zeros and Ones. Cualquiera de estas obras conduce a la siguiente y de alguna manera también la inspira y la condiciona”.
Rodada por las noches durante una de las últimas cuarentenas en Roma, Zeros and Ones juega a ser un filme de espías protagonizado por un militar estadounidense, al que da vida un entregado Ethan Hawke, que debe parar una especie de complot político-religioso que prepara alguna clase de atentado. A partir de ahí todo se vuelve desconcertante, oscuro, caótico, incognoscible. La trama se difumina, pero Ferrara consigue insertar al espectador en un estado de paranoia y claustrofobia que resulta familiar. La clave que decodifica el sentido del filme es la presencia de toda la parafernalia relacionada con el Covid: mascarillas, geles de mano y pantallas por doquier. “No es que estuviera intentando capturar el estado anímico que todos atravesamos durante la pandemia, es que realmente estábamos inmersos en él durante todo el proceso de creación de la misma”, comenta Ferrara. “Escribí la película durante lo peor de la pandemia, cómo podría haber eludido su influencia”.
P. ¿Por qué planteó la historia desde el género de espías?
R. Durante cierto tiempo estuve muy intrigado leyendo libros sobre la KGB, sobre fake news, sobre espionaje y contraespionaje. Creo que son temas que hablan de lo que crees que eres, de cómo te presentas a ti mismo y de las máscaras que usas. También de las cosas en las que puedes creer y en las que no debes creer.
El coraje de Ethan Hawke
P. Ethan Hawke y usted parecen personas con inquietudes similares pero hasta ahora no habían trabajado juntos. ¿Cómo resultó la experiencia?
R. Tuvimos una especie de conexión química, profunda. Conozco a Ethan desde hace tiempo y sabemos perfectamente cuáles son los intereses que compartimos. Él, además, demostró mucho coraje porque fue un rodaje duro en plena pandemia. Había muchas razones para que no viniera a Roma, pero encontró las que necesitaba para hacerlo. Y puso mucho de su parte sobre la mesa, como compañero de trabajo, como escritor, como pensador… En mi equipo hay mucha gente joven y él hizo de alguna manera de maestro de todos ellos.
P. El filme tiene un carácter apocalíptico. ¿Le preocupa el rumbo que hemos tomado?
R. Cómo no estar preocupado. Creo en la ciencia pero no hay garantía de que el mundo siga aquí mañana, o dentro de cien años. El virus ha sido una llamada de atención sobre las infinitas posibilidades de que todo se acabe. ¿Cuántas civilizaciones han sido borradas antes de nosotros? No me preocupa tanto el planeta, siempre estará ahí, pero sí las personas. La idea de que hayan podido convertir virus en armas es alarmante. Tengo una hija de 6 años así que me preocupo.
El autor de El rey de Nueva York (1990), Teniente corrupto (1992) y El funeral (1996), despiadado cronista de la perdición del ser humano, se va apagando a medida que responde. Intentamos sacarle algo más, pero no hay suerte. “Muchas preguntas, colega”, dice antes de despedirse.