Álvaro Longoria
Productor y director. Miembro de la Academia de Hollywood y socio fundador de Morena Films
Respetados y valorados
“Nadie es profeta en su tierra” y menos aún en el cine. El cine español se valora más fuera de España que en casa. Como miembro de la Academia de Hollywood y especialmente durante la campaña de los Óscar que hice con Campeones me quedó claro. Quizá Goya lo reflejó en Saturno devorando a su hijo como sugiere Francisco Longoria (prestigioso arquitecto y mi padre). No es solo que la generación del 98 y su destrucción de la autoestima patria nos acompañe aún, ni tampoco que la politización del cine haya polarizado a parte de los espectadores. Es algo más profundo que eso pero el punto de este artículo es que fuera de España nos ven como una de las grandes potencias en la producción y el talento audiovisual. Nuestros embajadores se han encargado de ello a lo largo de décadas. El contar con grandes maestros como Buñuel, Saura, Almodóvar, Bayona, Bardem, Cruz, Banderas o Trueba nos ha mantenido unidos a lo mejor de la industria y en Hollywood cine español significa calidad. A esto hay que añadir que la escuela de Bronston creó una tradición de técnicos de primer nivel internacional y no olvidemos que todos los grandes estudios han aprovechado nuestras maravillosas localizaciones para rodar. El cine y las series españolas no solo gustan fuera. Arrasan. Elite, La casa de papel, El Hoyo y recientemente Bajo Cero han sido éxitos globales en las plataformas. Historias potentes, bien producidas, con grandes actores y dirigidas por directores de primera.
El cine y las series no solo gustan fuera. Arrasan. 'Elite', 'La casa de papel', 'El hoyo' y 'Bajo cero' han sido éxitos globales. Historias potentes, bien producidas y dirigidas y con grandes actores
La razón de todo esto se basa en la existencia de esta industria sólida, acostumbrada a trabajar en producciones de bajo y altísimo presupuesto con el apoyo subyugado pero continuo de los gobiernos que son semiconscientes de la necesidad de proteger esta industria. Además, exportamos lo más importante: Marca España o España Mola. Un país divertido, acogedor, estable y de gran riqueza cultural…
¿Por qué entonces no nos queremos? Recuerdo en un pase de Campeones oír “qué buena peli, no parece española…”. ¿Qué produce la desconexión? La falta de educación audiovisual. Para amar hay que conocer. En Francia están orgullosos de su cine y no porque sea mejor que el nuestro, sino porque han aprendido a amarlo desde la escuela. Nunca se ha utilizado de arma arrojadiza política. Sería un sacrilegio.
Ante la barra libre de fondos sin destino claro que ha traído la pandemia, se nos presenta una oportunidad. No caigamos en el efecto “bienvenido Mr Marshall” pensando que debemos invertir en atraer rodajes foráneos que buscan calidad/precio y no dudarán en exprimirnos e irse. Eduquemos a los jóvenes espectadores en las escuelas a amar lo suyo, lo diverso, lo local. Apoyemos la educación audiovisual, la formación, la diversidad y a los jóvenes talentos como se debe hacer: desde una televisión de servicio público como escaparate y apoyo a la cultura. Desde un sistema de ayudas que apoye el ecosistema de productoras y distribuidoras nacionales independientes que generan y retienen valor y que lanzan el producto diferente y original que tanto gusta fuera. Por eso somos respetados y valorados.
Albert Serra
Director de Libertè
Una presencia residual
Es difícil hacer una valoración objetiva de la difusión de nuestro cine en el exterior porque ésta debería fundamentarse en una comparación precisa con otros países de nuestro entorno que poseen estructuras de producción similares y vincularse proporcionalmente a la riqueza global de cada país y a su inversión pública total en cine. Esto es, aparte de la inversión directa de los respectivos organismos estatales dedicados al cine (ICAA en España, CNC en Francia, ICA en Portugal, etc.), la inversión de las regiones, la inversión preceptiva de televisiones públicas y privadas, y la deducción de impuestos. Sólo de esta manera podemos saber con certeza si las cosas funcionan bien o no.
El cine de autor va asimilándose cada vez más a las estrategias del cine de género y a la facilidad de los formatos televisivos, en una progresiva homogeneización de los contenidos
Este estudio comparativo sería ciertamente laborioso, en parte también debido a que la “difusión” puede cuantificarse en términos de rentabilidad económica (ventas) o prestigio (concepto algo más difuso y que suele identificarse mayoritariamente con el cine de autor en un sentido amplio). En cualquier caso, puedo aventurarme por intuición y sin complejos a sacar mis propias conclusiones en relación al momento actual, haciendo hincapié en el prestigio de nuestras producciones de calidad.
En este sentido no es muy difícil darse cuenta que en comparación con otros países de una dimensión superior a la nuestra pero con los que tradicionalmente nos comparamos (Italia, Francia, Alemania) nuestra presencia internacional es residual. El producto interior bruto de Francia, por ejemplo, es el doble del de España; la relevancia de su cine en el exterior, gracias en parte a su fuerte presencia en coproducciones internacionales, es intuitivamente como mínimo diez veces superior (no en vano es el segundo exportador mundial de cine en números absolutos).
La difusión exterior del cine italiano excede proporcionalmente al 30 % de PIB que tiene de más. Alemania, con un PIB tres veces superior al de España, es quizás el único que se mantiene, creo yo, a nuestro nivel, aunque la fortaleza de su industria es excelente. De los países más pequeños, muchos nos superan fácilmente, entre ellos Austria, Rumanía, los países escandinavos, Bélgica e incluso Portugal (este último, no lo olvidemos, tiene un PIB inferior al de Cataluña). Sólo Holanda es quizás más insignificante a nivel autoral, aunque participa en muchas coproducciones mundiales.
Sin la presencia de un solo autor, Pedro Almodóvar, las diferencias serían todavía más acusadas. El origen de esta situación me parece que es la falta de respeto con la que desde siempre se ha tratado al cine de autor en España. Sin embargo, pronostico que esta diferencia se verá reducida en el futuro; no por méritos propios sino por la decadencia progresiva en la que va cayendo el cine de autor en todos estos países, asimilándose cada vez más a las estrategias del cine de género y a la facilidad de los formatos televisivos, en una progresiva homogeneización de los contenidos que volverá la calidad estética irrelevante, cuando no irreconocible, para el público.