Sorogoyen amplía y refuta 'Madre'
El director continúa en la gran pantalla la historia de su cortometraje nominado al Óscar este mismo año. El resultado es un filme que supone un salto al vacío tras la adrenalina y el pulso de sus anteriores 'thrillers'
15 noviembre, 2019 09:07Las dos anteriores entregas de Rodrigo Sorogoyen (Madrid, 1981) parecían indicar que el director de aquel notable drama romántico que era Stockholm (2013) había encontrado su lugar en la industria española y que estaba dispuesto a ocuparlo sin complejos. Tanto Que Dios nos perdone (2016) como El Reino (2018) demostraban la buena mano del cineasta para manejar el thriller más comercial, siempre con una cámara briosa y atrevida, un sentido del ritmo implacable y una construcción de personajes tan lúcida como lúdica. Ambos filmes funcionaron en taquilla y el segundo de ellos fue el que más cabezones conquistó en la última ceremonia de los premios Goya: un total de siete, entre los que se encontraba el de mejor director. Pero aún le aguardaba otra sorpresa a Sorogoyen en 2018. Su cortometraje Madre lograba colocarse entre los cinco nominados al Óscar.
Antes de que viajara a Los Ángeles, donde no logró llevarse el gato al agua, ya sabíamos que el director estaba convirtiendo el corto en un largometraje. Recordemos su trama: Elena recibe una llamada de su hijo de 6 años, que está de vacaciones con su padre en Francia. El niño está asustado porque su progenitor le ha dejado solo en una playa desierta y Elena, angustiada, presa de la histeria, intenta averiguar desde su piso de Madrid el lugar exacto en el que se encuentra y el paradero de su ex pareja. El corto finaliza con el niño siendo perseguido por un desconocido justo cuando la batería del teléfono se acaba.
Por tanto, sabiendo que el corto sería la primera escena de la película y conociendo el currículum de Sorogoyen, no era descabellado pensar que Madre abordaría la búsqueda del niño transitando de nuevo los códigos del cine de suspense. Felizmente no ha sido así y el director ha saltado al vacío con esta arriesgada película, como ya indicaban las críticas que recibió en Venecia, donde la protagonista Marta Nieto alzó el premio a la mejor actriz de la sección Orizzonti.
En Madre, el largometraje, Sorogoyen ofrece un drama psicológico que funciona como un tratado sobre la pérdida, la culpa y el perdón. La acción da un salto en el tiempo de diez años y nos encontramos con una deprimida y traumatiza Elena en Las Landas francesas, el lugar donde desapareció o murió su hijo y donde ella ahora malvive, trabajando en un chiringuito y posponiendo ad infinitum el momento de mudarse definitivamente con su novio (Àlex Brendemühl). Allí se cruza un día con Jean (Jules Porier), un adolescente que le recuerda a su hijo, y, tras ser descubierta siguiéndolo, comienza con él una ambigua amistad.
Sorogoyen no lo pone fácil: en ningún momento sabemos qué busca Elena en esa relación que pronto comienza a ser juzgada por el entorno. “Supongo que a los espectadores les frustrará que los personajes no expresen sus sentimientos porque estamos acostumbrados a que nos aclaren todo en las películas”, comenta Sorogoyen a El Cultural. “Pero a Madre hay que acercarse con el corazón y no con el cerebro”.
Película morosa, misteriosa, incómoda, el director acierta con el tratamiento de la imagen que, a través de la distorsión que produce el kamikaze uso del gran angular y la libertad con la que maneja la cámara Álex de Pablo, nos inserta de manera eficaz en el angustiante estado vital de la protagonista. El resultado es que Sorogoyen, en esta huida de sí mismo (o hacia sí mismo), ha elaborado su filme menos accesible para el gran público, pero también el más hondo y humano.