En plena Edad Media, una joven portuguesa llega por primera vez al castillo de su marido Lord von Ketten en el norte de Italia. Tras un año de apasionada luna de miel, él regresa a la batalla, en una guerra contra el obispo de Trento que se prolonga desde generaciones atrás. Mientras tanto, ella permanece confinada en su nuevo hogar durante once largos años. La cineasta Rita Azevedo Gomes (Lisboa, 1952) nos invita en La portuguesa a sumergirnos en la vida cotidiana de esta mujer que lucha para que la pasión por su marido no muera a causa del tedio y la insatisfacción.

Tras La venganza de una mujer (2012), una relectura del célebre cuento del escritor francés del siglo XIX Jules Barbey d'Aurevilly, y Correspondencias (2016), la heterodoxa y celebrada adaptación de la relación epistolar de los poetas Jorge de Sena y Sophia de Mello, Rita Azevedo Gomes vuelve a recurrir a la literatura para su nuevo filme. En esta ocasión, parte de un relato homónimo del escritor austriaco Robert Musil (1880-1942) para entregar una personal y excéntrica reconstrucción de época que se sostiene en los diálogos pergeñados por la escritora portuguesa Agustina Bessa-Luis, la actuación de la jovencísima Clara Riedenstein y la fotografía de Acácio de Almeida. Además, la película cuenta con la participación de la actriz y cantante Ingrid Caven, estrecha colaboradora de Fassbinder y musa de Yves Saint Laurent, que vaga por los escenarios de la película como una presencia extemporánea que la conecta con el presente.

Pregunta. ¿A qué responde la chocante presencia de Caven?

Respuesta. Tiene una personalidad única y por eso era ideal para la película, ya que sus apariciones buscan provocar una disonancia. No interpreta a un personaje, simplemente es alguien que atraviesa el filme y que observa lo que ocurre. Ingrid está fuera del tiempo de la película y eso hace que conecte el pasado con el presente y quizá también con el futuro. De alguna manera, su papel me recuerda a la interpretación que hizo Walter Benjamin del Angelos Novos de Paul Klee, ese Ángel de la Historia que elevado por el viento del progreso quiere recuperar las ruinas del mundo. Era una manera de salirse del cine tradicional de época.

Riesgo y Verdad

P. En las imágenes se percibe precisamente esa pulsión por darle una vuelta al género. ¿Cómo definiría la propuesta?

R. Se trata de una película experimental, diferente. No quería repetirme. Hacer algo así siempre es arriesgado porque después puedes tener problemas de aceptación. Pero mi propuesta siempre ha sido la de trabajar para hacer cosas que creo que son verdaderas. No pienso en agradar a nadie ni en ganar premios.

P. ¿Cómo surgió la idea de adaptar a Robert Musil?

R. Compré Tres mujeres, el libro que incluye el relato en el que se inspira la película, hace ya muchos años en una librería de Oporto. Lo que me atrajo fue su cautivadora portada, pero no lo leí en ese momento. Fue mucho tiempo después cuando saqué el libro de la estantería, tras conversar una tarde con Agustina Bessa-Luís sobre el escritor austríaco y sobre los motivos que le llevaron a escribir un relato titulado “La portuguesa”. Me pareció que ese cuento en concreto era extraordinario y cuando volví a encontrarme con Agustina le propuse que escribiera una adaptación para el cine. Ella aceptó encantada, porque le apasionaba la historia. En 2006 o 2007 me entregó como seis o siete páginas en las que solo había diálogos. Después se me cruzaron varios proyectos, pero hace dos años releí lo elaborado por Agustina y llegué a la conclusión de que tenía que rodar esta historia lo antes posible.

P. ¿Qué había en “La portuguesa” que le atrajera tanto?

P. ¿Quería hacer una película feminista?

R. Nunca pensé en eso. De hecho, si la hubiera rodado hace 20 años no creo que nadie me hubiese preguntado nada al respecto. Simplemente es una película en la que he hecho lo que he querido. Mucha gente me dice que es un filme que puede servir a las causas feministas, pero es porque existe esa fiebre en la actualidad. En los festivales, por ejemplo, ahora hay muchísimas mujeres. ¿Y por qué se hacen ciclos de mujeres y no se hacen ciclos de hombres? Es un poco absurdo, por ahí no vamos a lograr nada. Se trata de una cuestión de salarios, de derechos y de educación. Feminismo es una palabra que no uso demasiado, prefiero hablar de personas. La persona que hace cine, la que interpreta… Es sin duda una cuestión importante, pero no pensaba en ello mientras hacía la película.

P. El metraje se sostiene sobre escenas costumbristas…

R. Las seis páginas de diálogos daban como mucho para un corto, así que propuse escenas que no estaban ni en la novela de Musil ni en la adaptación de Agustina. La idea era partir de estas dos referencias para desarrollar una escritura puramente cinematográfica en la que fueran las imágenes las que hablaran sobre quién era esta mujer, qué vida llevaba y cuál era su manera de estar en el mundo. Por eso ha acabado siendo una película en la que abunda el silencio.

Servir a los actores

P. ¿Cómo trabajó la puesta en escena?

R. La intuición es mi principal herramienta de trabajo, aunque intento justificar las decisiones que tomo. Realmente estábamos pintando un cuadro. Si hay algún elemento que no aporta gran cosa, lo saco del plano. Antes que nada, intento ayudar a los actores a interpretar sus líneas. No me gusta que haya mucha gente moviéndose en la escena porque distrae la atención del espectador.

P. ¿Qué referencias pictóricas ha utilizado en la película?

R. No me he inspirado en ningún estilo concreto. Evidentemente, hay mayor peso de las obras del Renacimiento o de la Edad Media. Pero también te tienes que adaptar a los materiales y tejidos de los que dispones. Intento coger todo lo que me gusta, revolverlo y entregarlo de una forma completamente diferente. Busco escapar de los clichés. Este no es un filme riguroso y fiel a una época porque no sé qué significa eso.

P. ¿Cuál es la situación del cine portugués en la actualidad?

R. Aunque nunca hemos disfrutado de las condiciones adecuadas, en Portugal siempre ha habido mucha libertad. Los cineastas cortamos donde queremos y trabajamos con los actores que nos gustan y eso es extraordinario. Además hay una gran diversidad. Sin embargo, tenemos un problema grave con la distribuición. No tenemos ni un circuito ni un mercado importante.

@JavierYusteTosi