Un momento en la interpretación de El café, obra dirigida por Dan Jemmet en el Teatro la Abadía. Foto: Ros Ribas.
"Fassbinder convirtió El café de Goldoni en un cóctel molotov", ha explicado José Luis Gómez, director del Teatro de la Abadía. Lo ha hecho durante la presentación de la obra en la capilla del teatro. A su lado estaba Dan Jemmet, el director británico que ha vuelto a darle otro giro de tuerca más a la historia de Goldoni. En su nueva propuesta el materialismo cobra ya una dimensión omnipresente y casi exclusiva en casi todos los personajes. En la obra de Goldoni, el café era un reducto de moralidad frente al exterior. En Fassbinder, esa isla se reducía a un individuo: el criado. Aquí ya todos están corrompidos, han vendido sus almas hace tiempo a un diablo con el signo del dólar (o del euro, qué más da) en la frente. Y el café ha mutado en casino, con sus hileras de máquinas tragaperras engullendo monedas y más monedas.
"En la obra las relaciones humanas se han visto reducidas a una tiránica lucha en pos del beneficio propio, alimentada por una casi criminal fascinación por todo lo que puede ser comprado, vendido y robado", explica a El Cultural Dan Jemmet. Y luego pregunta, serio: "Resulta familiar, ¿no?". Sí, por desgracia es un estadio de degradación moral en el que estamos inmersos desde hace tiempo. "La obra de Fassbinder es mucho más relevante en la España de 2013 que la Alemania de los 60", concluye.
La España de 2013, de hecho, ha estado a punto de echar por tierra el montaje. Los actores y el propio director han tenido que hacer algunas renuncias económicas para sacar adelante el proyecto. Los primeros (José Luis Alcobendas, Jesús Barranco, Miguel Cubero, Lino Ferreira, Daniel Moreno, Lidia Otón, María Pastor y Lucía Quintana) han renunciado a su caché y cobrarán en función de los ingresos en taquilla. El segundo, asiduo en la Comedie Française, ha rebajado sus honorarios. En junio de 2012 los intérpretes se habían comprometido a iniciar una relación laboral con el teatro en enero. El objetivo era montar El café con Jemmet a la cabeza. Pero en noviembre la Fundación del Teatro de la Abadía recibió una notificación mediante la que se le comunicaba la cancelación de la subvención que sufragaba los costes. En esa tesitura, decidieron tirar para adelante con sus salarios en el aire. Eso sí, dejan claro que esta solución no debería servir de precedente, menos aún para instituciones financiadas con dinero público.
La representación de El café hasta el 31 de marzo en el Teatro la Abadía estará arropada por un ciclo de actividades que girarán en torno a la figura del visceral cineasta muniqués Rainer Werner Fassbinder, que antes de volcarse en el séptimo arte desarrolló una intensa carrera teatral entre en los 60 y los 70. En esos años formó parte de la comuna que urdió los cimientos teóricos y prácticos del antiteatro, marcado por un radical rechazo al orden burgués y por las huellas del teatro de la crueldad de Artaud y el teatro didáctico de Brecht, en la que también figuraban la legendaria actriz Hanna Schygulla y el coautor de algunos de sus textos Peer Raben.
El Círculo de Bellas Artes acogerá una nueva retrospectiva de su filmografía. Se proyectarán 12 de sus 24 películas. Este jueves, además, el profesor de la Universidad de Buenos Aires Bernhard Chappuzeau impartirá una conferencia en la que enunciará las conexiones entre el universo del director de Todos nos llamamos Alí y Pedro Almodóvar. "Hay entre ambos una corriente transmisora de subversiones", según José Luis Gómez. Ahora que coincidirán las proyecciones del ciclo del Círculo con el estreno de Los amantes pasajeros, el último largo del director manchego, es un buen momento para comprobarlo o refutarlo.