Gus Van Sant en el rodaje de No te preocupes, no llegará lejos a pie
El cineasta, icono del cine independiente norteamericano, desembarca en Madrid para inaugurar en La Casa Encendida la primera retrospectiva dedicada a sus películas y sus creaciones artísticas y para presentar No te preocupes, no llegará lejos a pie, biopic sobre el dibujante John Callahan.
La muestra, que llega a Madrid desde la Cinémathèque Française, incluye sus cortos y películas más experimentales, pero busca adentrarse en las claves de su pulsión creadora a través de su obra pictórica, conformada por pinturas, dibujos y collages o cut copys, que homenajean la obra de William S. Burroughs. Especialmente impactante es la selección de 400 polaroids que el director tomó durante años en los castings de sus películas y en el que aparece prácticamente todo el star-system actual de Hollywood, junto a escritores y personas anónimas. Además el director ha seleccionado algunas de las películas que más le han influido para el ciclo Carta Blanca a Gus Van Sant, que acogerá La Terraza Magnética de La Casa Encendida, y que proyectará filmes como Stroszek, de Werner Herzog, Julien Donkey-Boy, de Harmony Korine o Luna, de Bernardo Bertolucci. Mientras, la Filmoteca Española dedica un ciclo a toda su filmografía y tendrá al director el viernes 22 para presentar Elephant. Hablamos con Van Sant sobre pintura, fotografía, sus inicios en el cine, William S. Burroughs y su última película, No te preocupes, no llegará lejos a pie, biopic sobre el dibujante John Callahan.
Pregunta.- ¿En qué momento se frustró su carrera en el mundo del arte?
Respuesta.- Llegué a la Escuela de Diseño de Rhode Island justo cuando los 60 estaban muriendo. Había en aquella época varios estudiantes que, aunque cursaban arquitectura o diseño de interiores, habían montado grupos de música como The Motels que tenían una gran influencia sobre nosotros. Yo llegué en el 71 y sobre todo me relacionaba con alumnos interesados en la pintura. Los veteranos con más talento se marchaban a probar suerte a Nueva York, pero volvían desencantados. Nos decían que era muy difícil que una galería se fijara precisamente en ti de entre los 10.000 artistas que se buscaban la vida allí. Era descorazonador, pero poco a poco se fue gestado la idea de que teníamos que cambiar nuestros planes. Si pintabas podías ser director de cine o quizás montar una banda como Talking Heads, que eran mis compañeros de clase. Nos dimos cuenta de que la pintura era una disciplina del pasado y que había que abrirse a otras ideas. El cine era algo de nuestra época y me lancé a ello. Además éramos muy jóvenes cuando llegábamos a la escuela, pero llevábamos ya mucho tiempo practicando aquello en la que nos queríamos especializar. Para mi pintar era natural, pero hacer películas era algo misterioso y a la vez algo casi imposible de llevar a cabo. Estaba muy interesado en saber si podría aprender a hacerlo, aunque parecía realmente duro.
P.- ¿Qué clase de cinéfilo era por aquella época?
R.- Por aquella época ya estaba rodando películas. Me había comprado una cámara con 16 años y hacía filmes del estilo de directores experimentales de Nueva York como Stan Brakhage, Andy Warhol, Ron Rice, Jonas Mekas, los hermanos Kuchar o Jack Smith. Muchos de ellos habían sido artistas visuales, pintores o poetas. Me parecía que, como yo era pintor, quizás no podía hacer películas al estilo de Hollywood, pero sí experimentos de ese estilo. Por tanto había hecho varios filmes antes de ir a la escuela. Me decidí entonces por hacer dos carreras, pintura y cine, pero al llegar al departamento de cine una persona muy persuasiva me convenció de que era imposible. Me dijo: "Aquí solo comemos, dormimos y soñamos con películas". Y abandoné la carrera de pintura para comprometerme con el cine. Después de graduarme, en 1975, hubo unas vacaciones de verano de seis semanas en las que un profesor nos llevó a Roma. Visitamos los sets de algunos de los directores que estaban grabando allí en ese momento, que eran básicamente todos los grandes. Fellini rodaba Casanova; Lina Wertmüller, Siete bellezas; Pasolini, Saló o los 120 días de Sodoma; Tinto Brass, Salón Kitty... Ahora me doy cuenta de que tuvimos una suerte enorme de ver a esas leyendas trabajar.
Untitled, 2010 (a la izquierda) y Untitled (Man with Hat), 2011. © Gus Van Sant. Courtesy of the artist and Gagosian Gallery
P.- ¿Apreciaba el cine clásico de Hollywood?R.- Sí, pero los 70 fue un momento de cambio muy importante para el cine. En Europa jugaban a imitar el glamour de Hollywood, pero por otro lado la Nueva Ola francesa estaba influyendo a los directores norteamericanos. A finales de los 70 algunos cineastas europeos se habían establecido en EE.UU y Hollywood evolucionó. El cine independiente también nació en esa época, o una versión más consistente del cine independiente. Apareció una nueva ola en EE. UU. con John Sayles y John Waters y estábamos haciendo películas totalmente independientes. Bergman y Pasolini mezclaban películas con presupuestos humildes y proyectos gigantescos y mostraban que era posible trabajar dentro y fuera del sistema al mismo tiempo.
P.- ¿Qué relación ha mantenido con la pintura a lo largo de su extensa carrera en el cine?
R.- Todavía pinto en alguna ocasión, pero es un mero entretenimiento. A veces lo hago para regalarle algún cuadro a un amigo en una ocasión especial. Además no creo que sea una actividad que conecte directamente con mi trabajo como director. La composición cinematográfica está relacionada principalmente con el movimiento y eso la distancia de la pintura y de la fotografía. De hecho, no tengo claro que en cine haya algo a lo que podamos llamar composición porque las líneas no son tan claras. Es cierto que directores como Abbas Kiarostami entienden el cine de una manera muy rígida, casi como una pintura, pero eso no conecta con mi manera de pensar y con las cosas que me influyen. Cuando preparas una toma para una película, el operador de cámara tiene que seguir la acción y el foquista tiene que mantener el foco, pero son dos trabajadores que no están conectados realmente con el proceso artístico de la película. Simplemente hacen su cometido, que es como se trabaja en Hollywood. Es interesante las diferencias entre pintura y fotografía y cine. En un cuadro trabajas con el color, con las formas, y seguro que tiene una influencia, pero para mi no hay una relación directa.
P.- ¿En que se inspiran la serie de cuadros pintados a acuarela que se exponen en la retrospectiva?
R.- Cada uno de esos cuadros procede de un lugar diferente. La acuarela de Nicole Kidman creo que la pinté para Der Spiegel o la Vogue alemana, no recuerdo bien. Un amigo me hizo el encargo para ilustrar una entrevista con Nicole. El cuadro que está al lado de este, en el que aparece chico con el tráfico de Hollywood Boulevard de fondo, forma parte de una serie que estoy realizando ahora y que no se basa en nada específico más allá de mi imaginación. Ahora vivo cerca de Hollywood Boulevard, que es un lugar parecido a Times Square porque es inseguro y está plagado de personajes bastante locos. Mi imaginación empezó a viajar allí y comencé a retratar personajes desnudos en mitad de Hollywood Boulevard. Intentaba pintarlos de color carne pero me salía más bien algo parecido al bronce y me di cuenta de que no eran ni siquiera personas sino más bien proyecciones del Óscar. Normalmente siempre he pintado desde fotografías realizadas por otras personas, pero un día alguien me preguntó por qué no partía de mi imaginación y no tuve una buena respuesta que darle. Así que me lancé a hacer estos cuadros sobre Hollywood Boulevard.
P.- El grueso de la exposición es material fotográfico. ¿Que clase de fotógrafo se considera usted mismo?
R.- Considero que soy fotógrafo, pero uno no muy bueno. En la exposición hay una serie de fotografías que hice del grupo de música Hanson para una revista. Estuve con ellos durante cuatro días en Nueva York y en Los Ángeles y creo que son fotografías bastante buenas, pero es lo máximo que puedo dar. Por otro lado, las polaroids están inspiradas en Richard Avedon y simplemente buscaba una fuente de luz y ponía a los actores contra ella. Realmente, aunque siempre pensé que se podría hacer una exposición, las quería para tener un registro de cómo eran los intérpretes que venían a los castings. Hay fotos de los castings de Drugstore cowboy, Mi Idaho privado, Ellas también se deprime, Todo por un sueño, El indomable Will Hunting y también Psycho. Después me robaron la cámara y dejé de hacer estas fotos.
Imagen de sala
R.- Le conocí a través de sus escritos en los 60. Probablemente leí El almuerzo desnudo en torno a 1969. Muchos de mi generación éramos fans de ese libro. También había leído a Kerouac, pero no fue hasta mucho después que me di cuenta de que Burroughs aparecía en En la carretera, al igual que Ginsberg o Neal Cassady. Yo era simplemente un fan de los beats. Cuando me mude a la universidad, entré en una librería y compré The Discipline of D.E.. En un momento dado me puso en contacto con Burroughs para ver si podía hacer un corto a partir de aquella historia y él accedió a pesar de que no había dinero. Ahí le conocí y después hizo de Old Tom en Drugstore Cowboy, en donde él mismo escribió sus diálogos. Después de eso crucé el país en coche y fui a visitarle y creo que llegamos a ser amigos. Poco antes de morir se encontraba en Los Ángeles participando en varios actos sobre los beats. Había una cena y yo estaba sentado al lado suya y por fin me dijo que siempre le había recordado a un viejo amigo suyo. Creo que toda nuestra relación se basaba en eso, en que yo le recordaba a alguien que quizás había muerto o con quién se había enemistado, y por tanto tenía más significado de lo que esperaba. Pero nunca supe quién fue esa persona misteriosa. Hicimos muchas cosas juntos.
P.- El 6 de julio se estrena su nueva película, No te preocupes, no llegará lejos a pie. ¿Por qué entendió que había que contar esta historia sobre el dibujante John Callahan?
R.- Uno nunca tiene claro la razón por la que se embarca en un proyecto. Normalmente una idea se cruza en tu camino, te interesa algo y empiezas a añadir cosas y a cavar. En el caso de No te preocupes, no llegará lejos a pie partíamos de las memorias de John Callahan y era una historia fantástica sobre la adicción y sobre encontrar una salida a la adicción. Un accidente de coche lo dejó paralítico, pero con el tiempo descubrió una nueva carrera. Me parecía una historia interesante. En principio escribí el guion hace años para Robin Williams, pero al final no hicimos la película quizás porque él no sabía cómo interpretar el papel o porque no tenía suficiente apoyo del estudio. Cuando Robin ya no estaba por aquí, el estudio empezó a darle vueltas al guion y a mí me apeteció hacerla porque había trabajado mucho en ella y además me interesaba ver si Joaquin Phoenix era capaz de hacer el personaje.
@JavierYusteTosi