Vittorio Taviani, a la izquierda, junto a su hermano Paolo
El cineasta italiano Vittorio Taviani ha fallecido este domingo a los 88 años de edad tras una larga enfermedad. Junto a su hermano menor Paolo, Taviani dirigió alrededor de una veintena de largometrajes, entre los que se encuentran algunas de las obras maestras del cine italiano, como Padre Padrone (1977), La noche de San Lorenzo (1982) o César debe morir (2012). Su muerte pone fin a una larga carrera y al tándem más reconocible del panorama cinematográfico italiano.Vittorio Taviani nació en 1929 en San Miniato, una pequeña localidad cercana a Pisa, y dos años después nació Paolo, de quien rara vez se separó. De hecho, ambos cursaron juntos Derecho en Pisa, y abandonaron a la vez sus estudios para dedicarse plenamente a cultivar una de las grandes pasiones que compartían desde su niñez, el cine. Rodaron juntos una serie de documentales que llegaron incluso a estrenarse en cine y televisión antes de rodar su primera película de ficción, Hay que quemar a un hombre, realizada junto a Valentino Orsini en 1962, que ganó el premio de la crítica en el Festival de Venecia.
Hijos de un abogado antifascista, desde sus comienzos desarrollaron una obra de fuerte raíz política. Sus películas reflejaron la realidad contradictoria de Italia, combinando con maestría la historia, la crítica política y social, la ironía y la reivindicación de los valores civiles, con un estilo poético y literario muy reconocible. Elaboraron juntos un cine muy personal con influencias evidentes del neorrealismo, especialmente de Rossellini, y que ofrecía siempre un mensaje, si no optimista, al menos esperanzador y entrañable, no tan crudo como los de las nuevas olas cinematográficas europeas. Todo esto se puede apreciar ya en sus documentales y en la primera película que dirigieron los dos hermanos solos, Los subversivos (1967), que narra la evolución del Partido Comunista italiano tras la muerte de uno de sus fundadores.
Con San Miguel tenía un gallo (1972) y Allonsanfàn (1974) fueron ganándose el aprecio de los críticos, pero su auténtica consagración internacional llegó con Padre padrone (1977), basada en la novela autobiográfica de Gavino Ledda, en la que relata su propia juventud en Cerdeña bajo el yugo despótico de su padre en una sociedad arcaica. El éxito alcanzado por los hermanos a raíz de esta película les incitó a continuar en esta senda con proyectos más ambiciosos, como La noche de San Lorenzo (1982), que describe la historia de un grupo de hombres en la Italia ocupada por los alemanes y que obtuvo el Gran Premio del Jurado en Cannes.
En 1986 recibieron el León de Oro de Venecia en reconocimiento a su carrera, pero aún les quedaba mucho por decir. Películas como El sol sale también de noche (1990) o Las afinidades electivas (1996) continuaron perfilando su universo cinematográfico, con un planteamiento estético claro y definido, muy cuidado y preciosista, al mismo tiempo que con un contenido político e ideológico. Con el tiempo, fueron perdiendo el apoyo del público y de la crítica, pero, en 2012, sorprendieron a todo el mundo con César debe morir, una película semidocumental rodada con presos que intentan montar una representación de Julio César de Shakespeare. Esta película, ganadora del Oso de Oro en Berlín, fue su última obra maestra y demostró que, pese a los años, seguían en plena forma.
En 2015 estrenaron Maravilloso Boccaccio, una adaptación del Decamerón que también obtuvo buena acogida, y su última obra fue Una cuestión privada, del año pasado, basada en una novela de Peppe Fenoglio que cuenta la historia de unos partisanos luchando contra el fascismo, cerrando así el círculo de toda una trayectoria artística que no abandonó nunca sus raíces políticas italianas. Esta película fue ya dirigida solo por Paolo, ya que la enfermedad de Vittorio le impidió hacerlo, pero está firmada por los dos.
Los hermanos Taviani lo hacían todo juntos. Escribían a cuatro manos y se repartían las escenas a rodar en las películas, con la única norma de no interferir nunca en el trabajo del otro. En las entrevistas, respondían con una sola voz. Eran como una única persona (Marcello Mastroianni, a quien dirigieron en Allonsanfàn (1977), les llamaba "Paolovittorio"). Ahora, después de la muerte de Vittorio, Paolo se queda sólo. El dúo se ha roto.