Una escena de Maravilloso Boccaccio
Tras el éxito en la Berlinale de 2012 con César debe morir, los hermanos Paolo y Vittorio Taviani estrenan Maravilloso Boccaccio, un viaje a la Europa del siglo XIV a través de cinco relatos del Decamerón de Bocaccio, obra cumbre de la literatura italiana.
Conocemos el punto de partida, en una Florencia devastada por la peste (quizá solo las películas de zombis de la actualidad reproducen algo semejante a lo que debieron ser las pestes medievales) unos jóvenes huyen al campo para evitar contagiarse. Para entretenerse mientras dura su exilio de la ciudad, cuentan todos los días cada uno una historia. Como de lo que se trata es de entretenerse, se agradece especialmente el tono picante y juguetón en los relatos, aunque también hay grandes historias de amor y dramas espantosos.
Los hermanos Taviani son unos clásicos del cine europeo, famosos por películas como Padre padrone (1977), ganadorade la Palma de Oro en Cannes, o La noche de San Lorenzo (1982). Hace no mucho, cuando los Taviani daban la impresión de estar un tanto de capa caída, sorprendieron a la cinefilia con una película tan poderosa como César debe morir (2012), por la que ganaron el Oso de Oro en Berlín en la que veíamos a los presos de una cárcel italiana interpretar a Shakespeare. Los clásicos parece que les dan buena suerte a los Taviani, que con esta versión del Decamerón vuelven a demostrar su legendario buen pulso con una adaptación canónica que transpira gozoso clasicismo y hechuras de buen cine por cada uno de sus poros.
Curiosamente, o no, los Taviani escogen historias distintas a las de Pasolini, y así vemos a un solitario caballero obsesionado con su halcón y enamorado de una bella dama con un hijo enfermo; la historia, muy graciosa, de un tonto al que hacen creer que con una piedra mágica se vuelve invisible; o en un tono más lúgubre, la desgracia de una joven enamorada del aprendiz de su posesivo padre. Hay algo en este filme del espíritu sensual y libérrimo de aquella El romance de Astrea y Celadón (2007) con la que el maestro Eric Rohmer cerraba su filmografía y en todo momento queda claro que los Taviani se sienten cómodos con un material literario que dominan a la perfección.
@juansarda