Una imagen de El autor
Notable Handia, vistosa Nos vemos allá arriba y dos retratos de impacto: Saura y García Alix
La envidia como pecado patrio y sus nefastas consecuencias: la ruindad. Ese personaje que se mueve en las sombras de la virtud y odia todo aquello que desprenda cierta belleza. Cuenta la debacle de un mediocre pasante de notaría casado con una exitosa escritora de best sellers que no puede soportar el éxito de su esposa. Al borde de la explosión de celos, se encierra en un apartamento a escribir una novela. Siguiendo ese consejo de "captar la realidad", comienza a manipular la realidad a su alrededor con tal de hacerla más atractiva para la ficción. Comienza un apasionante juego entre ficción y no ficción en la que el desdichado autor se cree rey y acaba como paria.
Una imagen de Handia
La otra película española del fin de semana en Sección Oficial ha sido Handia, el nuevo filme de uno de los directores de la espléndida Loreak, Jon Garaño, que en esta ocasión dirige a cuatro manos, pero no con José María Goenaga -con quién rodó la anterior- sino con Aitor Arregui. Parece inevitable que después de un filme pequeño como Loreak, que tuvo un gran éxito, el nuevo título sea una producción más grande y ambiciosa. La película está inspirada en la historia real del "gigante de Eltzo", un joven vasco que en el siglo pasado sufría un acusado gigantismo que le hacía crecer y crecer sin fin. Convertido en atracción de feria, la película es una especie de versión patria de El hombre elefante de David Lynch. Es un filme entretenido y vistoso, bien construido y con personajes interesantes, al que quizá le falta soltarse un poco el pelo y liberarse de la obligación de ser cine "grande". Con una foto a lo Bayona, tiene un fastidioso aire a cine qualité, innecesario porque basta y sobra con un buen guión y una buena historia para brillar y eso lo tiene.Nos vemos allá arriba
Saura (s)
Dos retratos de artistas españoles se han asomado a San Sebastián con notables resultados. El cineasta Félix Viscarret retrata en Saura (s) a Carlos Saura a través de sus siete hijos. El reto de Viscarret parece ser realizar una película sobre alguien que no quiere que le hagan una pues el cineasta oscense dice en varias ocasiones que nada detesta más que mirar al pasado y reverdecer laureles, ya no digamos extenderse sobre detalles de su vida íntima. Es el retrato de una contradicción. Saura no quiere que le rueden pero le ruedan y asegura detestar la nostalgia y sentir poco o ningún apego por sus películas, sus recuerdos y sus cosas, pero vive sepultado en su casa de la sierra madrileña por un alud de objetos y memorabilia. Un buen trabajo que es fiel a la propia personalidad seductora, socarrona, inteligente y brillante de ese padre, última contradicción, sin aparente vocación de padre pero que sin embargo ha tenido siete hijos.La línea de la sombra
@juansarda