David Macián.
David Macián debuta en la dirección de un largometraje de ficción con La mano invisible, adaptación de la novela de Isaac Rosa que reflexiona sobre el mundo laboral.
P.- ¿Cuándo leyó la novela por primera vez y qué fue lo que más le atrajo de ella?
R.- El matiz de la primera vez es importante porque después la habré leído no sé ni cuantas veces… Pero la primera vez que la leí fue a finales de 2011, cuando Isaac acababa de publicarla. Escuché una entrevista que le hicieron en la radio y me gustó mucho todo lo que dijo porque además yo estaba viviendo una experiencia laboral bastante difícil y ya estaba reflexionando sobre cuestiones que estaban en el libro, como la falta de solidaridad y de unión entre los trabajadores. Es muy difícil encontrar literatura, películas o cualquier otro producto cultural que tenga que ver con la temática del trabajo, por eso en cuanto escuché la entrevista me fui a por el libro. Empecé a soñar con hacer algo con la novela desde que me puse a leerla. Me resultaba muy sugerente el ambiente que propiciaba el experimento sociológico que pone en escena, desde un punto de vista estético y discursivo. En principio parece algo muy kafkiano y raro pero al final es bastante parecido a los que sucede en cualquier entorno laboral.
P.- ¿Habló con Isaac Rosa sobre cómo adaptar la novela?
R.- Contacté con él a través de una amiga en común y quedamos para tomar un café. Le expliqué un poco toda mi propuesta, pero su primera reacción fue prácticamente llevarse las manos a la cabeza porque él pensaba que era un texto inadaptable. El contenido, aunque tiene una trama, es casi ensayístico. Isaac utiliza el esqueleto de la novela para profundizar en los pensamientos de los personajes e incluir reflexiones que quería exponer. Yo lo que quería era extraer esa columna vertebral para darle otra piel más cinematográfica.
P.- ¿Cuál fue la respuesta de Isaac Rosa?
R.- Lo que le propuse le pareció bien pero también le comenté que venía con una mano delante y otra detrás porque ni siquiera tenía dinero para comprar los derechos del libro de antemano. Con mi estatus de cortometrajista era muy complicado levantar el proyecto porque no tenía ni infraestructura ni experiencia ni presupuesto en el que apoyarme. Por tanto fue un poco como un juego para ver si era capaz de construir un guion sólido para que Isaac me apoyara de cara a Seix Barral, para que nos cedieran los derechos a modo de colaboración. Después él ha estado presente en todo el proceso en la medida en la que yo se lo he pedido. Además le atraía el espíritu colaborativo del proyecto.
P.- ¿Hubo algún intento de vender la película?
R.- Sí, pero con poca fe porque es muy complicado. No es fácil llegar a mucho público con este tipo de cine, con una apuesta comprometida y política. La gente a veces prefiera algo más escapista respecto a la realidad. Y desde lo institucional sabíamos que iba a ser muy difícil. Para conseguir una subvención necesitas la financiación de una televisión y ya partíamos de que de las dos patas nos iba a faltar una. Presentamos el proyecto a subvención, confirmamos nuestras sospechas y a partir de ahí tampoco perdimos tiempo en lamentarnos. Queríamos hacer la peli sí o sí y empezamos a pensar en cómo hacerla desde la autonomía y la libertad. A partir de ahí me pareció coherente plantear lo contrario a lo que se muestra en la película, esa falta de unión y solidaridad entre trabajadores. Por eso intentamos llevar ese espíritu de las asambleas y de la autogestión compartida a la producción de una película.
Una imagen de la pelicula
P.- ¿Nos cuesta defender nuestros derechos como trabajadores?R.- Sí, porque hemos perdido el sentimiento de pertenencia a la clase obrera a favor del individualismo y el propio interés. No te quieres exponer a mucho jaleo por miedo a que te echen. Además te sientes de clase media por lo que estás inmerso en una espiral de consumo donde necesitas un sueldo para poder pagar tu hipoteca, tu alquiler, tu coche, tus vacaciones, tu gimnasio… Estos gastos te obligan a tener ese trabajo que a lo mejor no te gusta tanto, pero que necesitas. Después la sociedad, los medios y la política no dejan de suministrarte miedo a perder tu trabajo y a que no puedas remontar.
P.- ¿Qué es la dignidad en el trabajo?
R.- El problema es que hemos dejado de mirar el trabajo como algo que dignifica. Desde pequeño nos inculcan la doctrina de que en cuanto nos hagamos mayores nos tenemos que poner a trabajar. Muy jóvenes tenemos que elegir profesión y luego vienen los desencantos incluso en trabajos vocacionales. Y dejas de verlo como algo que te dignifica, que te hace sentirte mejor persona, sino como todo lo contrario. Es lo que dice el carnicero en la película: "Yo no he conocido un trabajo digno en mi vida, al final de mes lo que importa es el sueldo". Parece que el fin justifica los medios y que hemos aprendido a no cuestionar lo que nos impone la autoridad o el empresario.
P.- La puesta en escena es muy llamativa, muchas críticas hacen referencia a Dogville de Lars von Trier…
R.- En realidad no tenía ninguna película en mente como referencia. Cuando preparábamos el dossier para presentar la película a la subvención alguien ya dijo que la comparáramos con Dogville por que el planteamiento estético podía ser parecido. Sin embargo a mí no me lo parecía. La puesta en escena teatral, que Lars von Trier desarrolla claramente en Dogville, aquí es resultado de la premisa de la película. Los personajes trabajan delante de un foco, de cara al público, pero después hay otros escenarios y localizaciones. Quizá en la película que más pensaba era en Danzad, danzad, malditos, pero desde un punto de vista conceptual y narrativo.
@JavierYusteTosi