Después de la tormenta, una nueva inmersión en los traumas infantiles de Kore-eda
Cuando Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) era niño su padre, un hombre de vida inestable y un tanto tunante, se pasaba el tiempo fuera de casa. Tuvo el director una infancia difícil, en la que vivió atemorizado porque lo abandonaran y que se ha convertido en la mejor fuente de inspiración de su distinguida trayectoria. No es casualidad que el cineasta alcanzara el éxito internacional con Nadie sabe (2004), en la que narraba la cotidianeidad que deviene en infierno de cuatro niños abandonados a su suerte por su madre.Esa sensación de abandono y el asunto siempre delicado de las relaciones entre padres e hijos recorre buena parte de su filmografía y muy especialmente sus últimas películas, en las que los niños adquieren una fundamental importancia.
Así lo vemos en la sensacional Kiseki (Milagro), de 2011, en la que dos hermanos pequeños deben vivir en distintas ciudades cada uno con un progenitor. En De tal padre, tal hijo (2013) aún riza más el rizo y nos cuenta la historia de dos familias que se enteran de que hubo una confusión entre sus hijos al nacer y han estado cuidando al hijo de la otra. Finalmente, antes de llegar a su último filme, Nuestra hermana pequeña (2015) trata sobre una niña que, al morir sus padres, debe convivir con las hermanas mayores a las que apenas conoce, hijas de la mujer a la que su padre abandonó para irse a vivir con la suya.
Hiroshi Abe interpreta un trasunto del propio padre del director
Ese padre desastroso pero encantador que no triunfa "porque no se valora la buena literatura", está obsesionado con la evidencia de que está siguiendo el mismo camino del suyo propio, siempre metido en líos de dinero, debatiéndose entre la culpa y la esperanza. Y lucha por recuperar al hijo que tuvo con una mujer a la que aún quiere y que lo abandonó porque estaba cansada de sus desplantes, a la que además no paga la manutención del niño. Y en medio, una abuela absolutamente deliciosa que conquista cada plano en el que sale.
Kore-eda es el cineasta de lo sensible, el gran humanista que siente ternura y comprensión por cada una de sus criaturas y adopta una mirada agridulce sobre una realidad imperfecta en la que los seres humanos estamos condenados a sufrir pero también abocados a perdonarnos para seguir viviendo juntos. Después de la tormenta no es solo una "película más" de Kore-eda, es la nueva revisión de un talento capaz de reflejar lo más profundo del alma humana sin estridencias, conmoviéndonos con el espejo que de nosotros mismos realiza en cada uno de sus filmes.
@juansarda