Zack Snyder. Foto de Mitch Jenkins
Dirige la nueva adaptación a la gran pantalla de Superman imprimiéndole un tono más oscuro y realista que el que utilizaron sus predecesores.
Pregunta.- Se está convirtiendo en un gran experto en dirigir películas sobre superhéroes, ¿qué le gusta de estas historias?
Respuesta.- Es interesante porque nunca fue planeado. Era un gran aficionado a los libros de cómics cuando iba al instituto. Es curioso porque después a Hollywood le dio por hacer muchas películas sobre el asunto y yo nunca tuve que aprender o investigarlo, porque los conocía probablemente mejor que la gente que me contrataba. Más bien ha sido algo así como los ejecutivos diciéndome: "Por favor, cuéntanos qué son los superhéroes". La evolución ha sido muy natural. En el caso de Superman es un personaje que siempre ha tenido una gran resonancia dentro de mí, no sé ni cómo describirlo. Cuando surgió esta oportunidad a partir de un guión de Chris Nolan y David Goyer toda la significación cultural o la presión de hacer un filme de este nivel desaparecieron porque estaba contentísimo con tratar a un mito por el que siento tanta devoción.
P.- Vemos a un Superman menos cómico que el de Christopher Reeve y más realista. ¿Era la intención?
R.- Siempre me ha gustado la ironía en las películas y en El hombre de acero no hay ninguna lo cual también me interesaba mucho abordar. Cuando era pequeño me encantaba la película de Christopher Reeve y siempre me puso nervioso que en el último plano de la película mirara a cámara saltándose la cuarta pared. Le quitaba toda la veracidad y yo quería que fuera real. Yo me tomé muy a pecho a Superman y me gustaba hacer una película muy seria. Es curioso porque cuando rodaba anuncios no era conocido por los efectos especiales o por crear extravagancias audiovisuales sino por mi estilo naturalista. La gente me dice que parece una película de Terrence Malick y eso es lo que hice durante muchos años con la publicidad. Me sentía muy cómodo con ello.
P.- Vemos una influencia de Christopher Nolan en ese tono más oscuro del filme comparado con ese Superman más luminoso que conocíamos. ¿Hasta dónde llega el peso de los postulados de Nolan?
R.- Rodé la película con 35 milímetros, nunca he rodado digitalmente, lo cual es problemático porque cada vez quedan menos estudios de postproducción. Toda la imagen tiene un tono desaturado y ligeramente subexpuesto, por eso tiene ese croma como si le hubieran puesto lejía a la imagen. Lo interesante de la influencia de Chris en las películas de superhéroes, que también alcanza al cine de acción como Skyfall, es que su planteamiento es hacer primero una película y después que trate sobre superhéroes, eso marcó un punto de inflexión. En este caso, porque Nolan y Goyer escribieron la historia, su influencia es genética. El filme se centra en la idea del superhéroe que busca su lugar en el mundo, inseguro del significado de sus poderes.
P.- Hay algunos elementos clásicos del personaje que desaparecen: las gafas de Clark Kent o esa imagen icónica de él cambiándose en una cabina de teléfonos.
R.- La última escena de la película podría ser la primera. Muchas de las cosas que asociamos a Superman desde un punto de vista mitológico podrían pasar en el futuro. No digo que eso no exista, pero en el contexto de la historia no lo vemos. Vemos en un momento una referencia a Lex Luthor pero no sale él directamente; conocemos el planeta de Krypton pero no sale la kriptonita; vemos el logo de las empresas de Bruce Wayne en un satélite pero no a Batman. No tenía sentido que se cambiara en una cabina porque rompe la verosimilitud, ¿de dónde saca esa ropa? Estos son problemas que debes solucionar. El concepto de la película, porque tengo un gran amor por Superman, era hacerlo más fuerte, no más débil.
P.- Usted combina dos dimensiones. La primera parte está centrada en la psicología del personaje y la segunda nos lleva al terreno de la acción pura y dura. ¿Cómo quiso combinarlas?
R.- Para mí es más complicado trabajar en la parte íntima porque a estas alturas domino muy bien todo el lenguaje de los efectos especiales. Eso es algo que hago de una forma muy intuitiva. Por ejemplo, soy el referente para los actores porque muchas veces tenían que trabajar con decorados consistentes en una pantalla azul. Los actores tampoco van vestidos en el rodaje como en la película, Michael Shannon (el villano) me preguntaba todo el rato si estaba quedando bien porque él iba con una especie de pijama. Yo soy el que tenía toda la película en la cabeza y por tanto tenía que ser el puente entre el mundo real y el digital que añadiríamos después.
P.- ¿Cuál es la influencia de la película del año 78 en el filme?
R.- Enorme. Esa fue la primera película que se rodó nunca sobre superhéroes y tenía todo el sentido porque Superman era el personaje más popular de todos. De pequeño me gustaban los cómics y me convertí en fanático de la película, Richard Donner demostró que se podía hacer. Eso fue un momento importante en mi vida porque me di cuenta de que ese mundo de los cómics podía trasladarse a la pantalla. Mi padre me habría dicho que no había futuro en eso. Pero yo siempre quise hacer una película que aunara mis dos pasiones.