Olivier Assayas. Foto: Vicent Bosch
El autor de Irma Vep y Las horas del verano confronta en Viaje a Sils Maria a una estrella del cine europeo, Juliette Binoche, con otra del cine norteamericano, Kristen Stewart. Dos generaciones de actrices bien distintas que ponen en escena una reflexión sobre el estado del cine contemporáneo y, sobre todo, sobre los efectos que el paso del tiempo ejerce en su oficio. Una hermosa obra de plena madurez de la mano de uno de los cineastas franceses más esenciales de los últimos años.-¿Cuáles fueron las razones profundas para hacer esta película en este punto de su carrera, pues en apariencia se trata de una obra de madurez?
-El motivo por el que escribí la historia tiene un nombre: Juliette Binoche. Quería trabajar con ella, era algo que ya habíamos hablado hace tiempo, y escribí el guion para ella. La película está inspirada por Binoche pero también en nuestra relación, porque nos conocemos desde hace tiempo. Ambos nos conocimos en una película de mediados de los años ochenta, La cita (Rendez-vous, 1985), que dirigió André Techiné. Fue la película que básicamente la hizo famosa. Ella tenía 19 años entonces, y yo era el coguionista, así que esta película fue el principio de nuestras carreras. Teníamos este pasado en común y través de nuestras conversaciones nos dimos cuenta de que queríamos abordar esta situación, reflexionar sobre el paso del tiempo y si seremos capaces de mirar hacia atrás y seguir mirando hacia adelante al mismo tiempo. Es algo que nos preocupa. Aunque no sabíamos exactamente qué hacer con ello, esta circunstancia fue sin duda catalizadora. Así que le dimos forma a todo ello.
-Es un tema que de hecho ya ha tratado en otros filmes, como Horas del verano y Después de mayo.
-Sí, y aquí lo abordo desde otra perspectiva. Es una película que superficialmente trata sobre la interpretación y la puesta en escena, pero que en el fondo nos habla fundamentalmente sobre los estragos del tiempo, que es algo mucho más universal. No es una película sobre cómo envejecemos, sino sobre el hecho de aceptar que el tiempo pasa y cómo esa erosión que ejerce el tiempo en nuestras vidas puede verse de un modo destructivo pero también creativo. Creo que esta película ha sido tanto para Juliette como para mí nuestra forma de lidiar con el paso de los años.
-Por lo tanto, la película no la hubiera hecho sin Juliette Binoche, ¿pero hasta qué punto considera imprescindible también la participación de Kristen Stewart?
-Es distinto. Escribí la película para Juliette, así que está estructurada alrededor de ella. No la escribí pensando en Kristen. La conocía, por supuesto, y era una de las pocas opciones que tenía para ese papel. Acabó haciendo algo asombroso con su personaje. Creo que esta película es un punto de inflexión en su carrera, entrega su alma y su energía a la película. Y además, si quieres confrontar el paso del tiempo, tienes necesariamente que mostrar la juventud, y creo que Kristen entendió todo eso y además estaba extremadamente contenta de actuar junto a Juliette, porque la admira desde hace tiempo. Cuando imaginé por primera vez la película, Kristen era un elemento más, pero ahora cuando miro la película terminada, me doy cuenta de que sería una filme completamente distinto sin lo que ella aporta. Trajo algo muy poderoso y esencial a la película.
-Porque en esencia Viaje a Sils Maria confronta el estrellato de la cinefilia con el estrellato de Hollywood, y muestra además que pueden convivir perfectamente.
-Absolutamente. Creo que una no puede vivir sin la otra aunque en apariencia ambas formas de estrellato entren en conflicto o sean contradictorias. Existe la noción de que hay una oposición entre el cine de arte ambicioso y el cine de industria, pero tenemos que hacer películas que sean al mismo tiempo de perfil alto y de perfil bajo, que negocien con ambos universos, que traten temas profundos y que al mismo tiempo contengan la chispa del presente, porque si no podrán conectar con los espectadores contemporáneos.
-¿Pero no siente que actualmente el cine de autor y el cine comercial se distancian cada vez más el uno del otro?
-En cierto modo, sí se están distanciando. Las películas artísticas están virando cada vez más había la abstracción, son cada vez más radicales, o como quieras llamarlo, de algún modo tienden a ingresar en el territorio de las artes visuales y se preocupan menos por conectar con la audiencia mainstream, que por otro lado es cada vez más dependiente de blockbusters de Hollywood o de películas de género. Se piensa que si haces películas de autor tienes muy pocas posibilidades de encontrar un público amplio, pero yo pienso lo contrario. Creo que cuando haces películas creativamente ambiciosas, también tienes que pensar en el gran público. Debes buscar asuntos y temas que sean lo suficientemente universales como para captar la atención de cualquier espectador. Por supuesto, hoy, cuando eres un director europeo, puedes entrar en competición con grandes producciones de millones de dólares. Creo firmemente en ello.
-¿Diría que Viaje a Sils Maria es también a su modo una película-ensayo sobre el cine contemporáneo, como lo eran Irma Vep y Demonlover?
-Creo que cuando hice esas dos películas en cierto modo eran más intelectuales. Era muy consciente de los temas que estaba tratando. No eran exactamente ensayos, por supuesto, pero había ideas abstractas en funcionamiento. Creo que aquí no estoy realmente analizando nada, estoy más bien representando lo que ocurre en el cine contemporáneo. Tiene más que ver con la representación y la descripción. La importancia de los teléfonos móviles, de Google, de esas supuestas contradicciones entre la celebridad de Hollywood y el prestigio actoral. Sobre todo cuando la película trata sobre una actriz famosa, con Juliette prácticamente interpretándose a sí misma en el papel de Marie, una actriz que trabaja en películas de autor, en prestigiosas obras de teatro y que también hace sus pinitos en Hollywood. Hubiera sido falso no lidiar con su preocupación sobre la imagen que internet genera de ella, es algo que preocupa a todos los actores. Hoy en día, no le puedes dar la espalda a esa realidad.
-En la película pone en escena una discusión muy interesante entre Maria y Valentina (Stewart) en torno a la relevancia o banalidad artística del cine de superhéroes. ¿En qué lado de la discusión se posiciona?
-En las dos, por supuesto. Uno de los privilegios de ser el autor de la película es que puedo volcar mis propias esquizofrenias, estar de acuerdo con todos los personajes y articular así mis propias contradicciones. Estoy de acuerdo simultáneamente con ambas. Es la misma respuesta que cuando hice Las horas del verano, que me preguntaban con cuál de los tres hijos me identificaba. Y por supuesto yo me reconocía en los tres. Soy de la misma generación de Maria y procedo del mismo sitio, pero también soy un cineasta que aprecia mucho la cultura pop y que la disfruto como espectador. No creo que nunca haga una película de superhéroes, pero desde luego admiro a los escritores y artistas de cómics. A veces leo cómics de X-Men porque me fascina la complejidad y la ambición de su narrativa.
-Algo muy admirable de su cine es cómo logra equilibrar la vertiente intelectual con el aspecto emocional, instintivo de las películas. Si considero que este trabajo es de madurez, es porque en Viaje a Sils Maria ese equilibro es muy orgánico. ¿Es algo en lo que trabaja conscientemente?
-La cuestión es que no me gusta mucho intelectualizar mi trabajo, pero sí me gusta discutir con mis películas, sobre todo cuando las he terminado, porque de esa discusión suelo extraer conclusiones provechosas para mis próximos proyectos. Así que en cierto modo sí es algo en lo que trabajo conscientemente. Lo cierto es que me voy dando gradualmente cuenta de qué clase de película, y de sus profundas implicaciones he hecho cuando ya está terminada, pero durante el rodaje, por ejemplo, cuando estoy inmerso en el acto de creación, ya no confío en las ideas abstractas como hacía antes, creo en la materia, en lo físico, en el instinto, en lo que es obvio. Y por eso necesito conectar con los actores, con las actrices en este caso, porque ellos son muy instintivos y físicos. En este sentido, creo que mi proceso de creación está cada vez más cerca de ellos.
-¿Puede contarnos cuál será su próxima película?
-Lo cierto es que no puedo desvelar gran cosa. Se trata de una producción norteamericana que rodaré este otoño con Kristen Stewart, y que rodaré otra vez en inglés, y que es una especie de película de fantasmas. Se titula Personal Shopper. No puedo decir más.