Florian Henckel estrena 'La vida de los otros'
En Alemania, todavía hay muchas heridas abiertas
15 febrero, 2007 01:00Florian Henckel
Llega a nuestras pantallas La vida de los otros, un trabajo en el que su director, Florian Henckel, narra la persecución de la Stasi en la Alemania del Este. El Cultural ha hablado con el cineasta alemán sobre la gestación del filme, y el escritor José Ovejero analiza todas sus claves.
- ¿Fue difícil reclutar a un miembro de la Stasi como consejero?
- No, en absoluto. Mi consejero ha sido el teniente Wolfgang Schmidt, que dirigió un grupo de control de la Staatspolizei (Stasi). Ahora ha creado una organización para reclutar antiguos miembros de la policía para montar una red de apoyo psicológico para superar lo que hicieron. Para mi sorpresa he descubierto que casi ninguno tiene mala conciencia. Lo cual dice mucho de la dureza de su piel.
-Usted no nació en el este alemán, ¿fue un factor importante a la hora de abordar el proyecto.
-Sí, mi familia procede desde el siglo XIV de la ciudad de Colonia. Mi padre se arruinó al finalizar la guerra y me envió a los Estados Unidos a que me criaran unos familiares cercanos. Nunca se lo agradeceré lo suficiente. Mi pasión por el cine nació allí. Después he vivido en Berlín, Frankfurt y Bruselas. Y tras estudiar en el Instituto de Cine y Televisión de Munich debuté en el cine junto a lord Richard Attenborough, como asistente en el rodaje de En el amor y la guerra hace ya una década. ¡Nada mal para un novato!
Florien tiene la vitrina ya repleta de premios desde que se iniciara en la dirección con el corto Das Datum (1998) hasta ésta, que aspira al Oscar por Alemania. Sin embargo, eso es lo que menos le importa. "Quiero que cada espectador salga del cine pensando que ha obtenido algo decente a cambio del dinero que ha pagado". Y ha contado con un actor superlativo, Ulrich Möhe que da vida y alma al teniente Gerd Wiesler.
-¿Qué le pidió a Möhe?
- Que retratara al oficial como un artista. Como un perfeccionista que ama profundamente su trabajo. Hasta que sucede algo con lo que no contaba, enamorarse y engancharse. Y es que el amor es una droga de alto voltaje.
-Dado que usted es responsable del guión, ¿hay algún elemento autobiográfico?
-Mi pasión absoluta por la literatura...y el amor. Y creo, aunque esté mal que yo lo diga, que la película acierta a mostrarlo.
-¿Por qué le llevó cinco años erigir el filme?
-La mayor parte del tiempo lo dediqué a la investigación. Por aquel tiempo, se abrieron los archivos secretos de la Stasi. También, el gobierno decidió que los miembros de aquella policía no serían condenados, con lo cual estaban mucho más abiertos a contar sus historias. Además, quise dejar pasar mucho tiempo. Porque creo que la perspectiva es importante y porque todavía hoy hay muchas heridas abiertas.
Oficial y artista
A sus 34 años, Henckel von Donnersmarck es un triunfador. Antes de ésta su "opera prima" realizó varios cortometrajes multipremiados, el mencionado Das Datum (1998) y Dobermann (1999). Este último fue proclamado el mejor cortometraje alemán del año. Pero no se sintió tentado por los cantos de sirenas y continuó su trabajo de documentación. Además, le dio tiempo a aprender ruso en Leningrado.
-¿Lo que narra el filme ocurrió en la realidad?
-No exactamente. Pero pudo ocurrir. He querido contar la historia de una redención. La historia del teniente Wiesler es ficticia, pero ¿por qué no? Cuando se habla de la gente de la Stasi parece que la Humanidad entera les condena y que no hay forma de redención. Yo he querido contar lo contrario. Mi intención es contar que alguien tiene la posibilidad de decidir al margen de la gran organización a la que se pertenezca.
-¿Cuál es, entonces, el mensaje desde un punto de vista moral?
- Prefiero pensar que cuento una historia a que dicto una clase de moral. Pero bien, ya puestos, mi tesis es que los seres humanos pueden cambiar. En la vida hay que decidirse, tanto si eres una persona de principios o de sentimientos. En una situación decisiva hay quien puede decir, sigo adelante porque así son las reglas , pero una persona de sentimientos hará lo que cree que es justo. Bueno, quizá ni lo uno ni lo otro. La justicia está en la mitad del camino.