Playa de Area Maior (Concello de Muros, Galicia), una de las afectadas por los pellets. Foto:  Laura Mateo

Playa de Area Maior (Concello de Muros, Galicia), una de las afectadas por los pellets. Foto: Laura Mateo

ENTRE DOS AGUAS

Más allá de los pellets: el mundo entra en la Era de los Plásticos

El tratamiento de residuos y los nuevos materiales, entre los desafíos de la humanidad para acabar con los problemas del planeta.

10 febrero, 2024 03:15

En un libro inolvidable, de permanente actualidad, escrito por la zoóloga estadounidense Rachel Carson (1907-1964), Primavera silenciosa (Crítica, 1962), se pueden leer pasajes como los siguientes: “Todo ser humano está ahora sujeto al contacto con peligrosos productos químicos, desde su nacimiento hasta su muerte.

»En menos de dos décadas de uso, los pesticidas sintéticos han sido tan ampliamente distribuidos que se encuentran por todas partes. Se han hallado residuos de esos productos en la mayoría de los sistemas fluviales importantes e incluso en corrientes subterráneas que fluyen, desconocidas, a lo largo de la tierra".

"Residuos de estos productos químicos permanecen en suelos a los que pueden haber sido aplicados una docena de años antes -añade-. Han penetrado y se han instalado en los cuerpos de peces, pájaros, reptiles y animales domésticos y salvajes tan universalmente que los científicos que llevan a cabo experimentos con animales encuentran casi imposible localizar ejemplares libres de tal contaminación.

»Han sido hallados en peces de lagos situados en montañas remotas, en lombrices de tierra recogidas en sembrados, en huevos de pájaros... y en el propio hombre. Porque tales productos químicos están ahora almacenados en el cuerpo de la mayoría de los humanos, sin discriminación de edades. Se encuentran en la leche materna, y probablemente en los tejidos de los niños que todavía no han nacido”.

Carson se refería a los insecticidas, y prestaba especial atención al DDT (dicloro-difenil-tricloroetano), un producto que tantos beneficios había aportado hasta entonces. Pues bien, si sustituimos “insecticidas” o “DDT” por “plásticos”, el libro de Carson tendría hoy la misma vigencia, constituiría idéntico aviso del peligroso mundo en el que nos encontramos, que cuando fue publicado en 1962. ¡Hace 62 años!

La producción de plásticos continúa creciendo. De mantenerse el ritmo, en 2050 se habrán producido 34.000 millones de toneladas

Se trata de un material que pertenece al grupo de los “polímeros”, macromoléculas formadas por la unión de otras más pequeñas (“monómeros”). Técnicamente, el término “plástico” se aplica a materiales –los hay naturales y artificiales, esto es, elaborados por la industria química– que se pueden moldear aplicándoles calor y presión.

El primer plástico comercial fue el celuloide, fabricado a partir de algodón tratado con ácido nítrico mezclado con alcanfor; lo desarrolló en 1867 el inventor estadounidense John Wesley Hyatt cuando buscaba sustitutos del marfil para fabricar bolas de billar.

La baquelita, patentada en 1907 por el químico de origen belga instalado en Estados Unidos, Leo Baekeland, y fabricada a partir de fenol y formaldehído (fue el primer plástico totalmente sintético), se anunció como un material “proteico” (adjetivo que significa “que cambia de formas o de ideas”) que servía para “mil usos”. El vinilo se fabricó por primera vez en 1928, seguido en 1929 por la urea-formaldehido, o “urea-metanal”, una resina sintética con aplicación en adhesivos.

1929 no fue un año cualquiera sino el del crac, la terrible caída de valores en la bolsa de Estados Unidos. Esa coyuntura, la depresión de la década de 1930, favoreció a los plásticos, que el mercado vio –ayudado por buenas campañas publicitarias– como materiales más baratos y que poseían propiedades tan atractivas como ser fáciles de fabricar, poco peso y múltiples aplicaciones.

Y así la industria de los plásticos fue creciendo y creciendo, penetrando y, a la postre, dominando todo tipo de productos, hasta el punto de que a partir de la década de 1970 los plásticos no fueron percibidos solo como productos baratos que sustituían a otros naturales, sino que artistas y arquitectos comenzaron a encontrar nuevos usos para ellos, dándoles un nuevo estatus, un movimiento que ya había aventurado el filósofo francés Roland Barthes en su libro de 1957 Mythologies, en el que escribió: “El plástico es menos una sustancia que la característica de un movimiento”. No es casualidad que fuese en la década de 1970 cuando comenzara a hablarse de “la Era de los Plásticos”.

La aparición de los ahora famosos pellets, bolitas de plástico, en las playas gallegas –en realidad muchos otros lugares han sufrido ya invasiones parecidas; por ejemplo, algunas playas canarias–, ha hecho surgir la alarma social. En realidad, tal alarma debería haberse producido mucho antes. Veamos unos cuantos datos, extraídos del número de noviembre-diciembre de 2023 del MIT Technology Review.

Hasta la fecha, la humanidad ha producido alrededor de 11.000 millones de toneladas de plásticos, una cifra que, según un estudio de 2020 de la revista Nature, supera la biomasa de todos los animales, tanto terrestres como marinos.

Actualmente, y según el Programa del Medio Ambiente de la Organización de Naciones Unidas, se producen cada año 430 millones de toneladas de plásticos, cantidad superior al peso de todos los seres humanos. La cuarta parte corresponde a plásticos para empaquetamiento, y de estos el 95% se descarta después de ser utilizados una sola vez.

Miremos por donde miremos, encontramos cifras descomunales. Coca-Cola, por ejemplo, utilizó 3 millones de toneladas de plástico en 2017, el equivalente a fabricar 200.000 botellas por minuto. No es sorprendente, por tanto, que según algunas estimaciones una persona “media” ingiera 5 gramos de plásticos a la semana, la mayor parte procedentes del agua.

Son microplásticos que se encuentran en todo tipo de productos: cerveza, sal, mariscos, frutas y otros vegetales. Y, por supuesto, y al igual que los pellets ahora tan citados –desgraciadamente, a esa reciente popularidad probablemente no sea ajena la política relacionada con las próximas elecciones gallegas–, aparecen otros materiales plásticos, que contaminan tierras, bosques, ríos y océanos (entre 8 y 11 millones de toneladas de desechos plásticos entran en los océanos cada año).

[El legado de Rachel Carson]

Solamente el 9% del plástico que se produce se recicla, y el 19% se incinera, contribuyendo al cambio climático. Sabemos del peligro, un peligro que no se esconde, como otros, en el futuro. Está ya aquí, entre nosotros y en nosotros, en nuestros cuerpos. Pero la producción de plásticos continúa creciendo, alrededor del 5% anualmente, un ritmo que, de mantenerse, significaría que en 2050 se habrán producido 34.000 millones de toneladas, tres veces el total actual.

¿Qué hacer? La respuesta es tan obvia como difícil de llevar a la práctica en nuestra despiadadamente consumista civilización, que cree en mitos del tipo de “crecimiento sostenido”. Lo que tendríamos que hacer es reducir el empleo de plásticos, reutilizar y reciclar. ¿Un sueño?

'El rostro ajeno I', 2022. Foto: Galería EtHall

Sergio Prego, el artista que tensa los límites de la escultura

Anterior
Los miembros de Vetusta Morla y Rigoberta Bandini. Foto: Ricardo Rubio y A. Pérez Meca/Europa Press

De Vetusta Morla a Rigoberta Bandini, el 'indie' asalta los Goya: escucha aquí las canciones nominadas

Siguiente