Los ecos científicos de la evolución no dejan de traer grandes sorpresas. Los hallazgos en los yacimientos de Atapuerca o el rastro dejado por los neandertales en su progresiva extinción son solo dos ejemplos que sirven para trasladarnos a un pasado apasionante. Coinciden en las librerías varios libros que intentan dar más luz a una época esencial para conocer nuestra especie. Giorgio Manzi (Roma, 1958), catedrático de Antropología en la Sapienza Università de Roma, considera en Habla el último neandertal (Alianza) que los neandertales no se extinguieron del todo “teniendo en cuenta que una parte de su patrimonio genético sigue estando entre nosotros”.
No solo 'Homo sapiens'
Según afirma el paleoantropólogo italiano, autor también de Últimas noticias sobre la evolución humana (Alianza), el Paleolítico abarcó más del 99,5 % de la existencia del género Homo, “a partir de hace por lo menos 2,5 millones de años. Pero atención, hemos dicho el género Homo, no estamos hablando del Homo sapiens, no solo de nosotros”.
De sus páginas, dedicadas en su mayoría a los neandertales, surgen temas como la hibernación. ¿Entraban en letargo al igual que osos y otras criaturas que frecuentaban las cuevas? “Puede parecer increíble, casi de ciencia ficción, pero la hipótesis del letargo (o hibernación) por parte de los neandertales y de sus ancestros, en los tiempos glaciares del Pleistoceno, ha sido planteada recientemente por dos investigadores. Uno de ellos es de enorme solvencia, mi amigo y colega de Madrid Juan Luis Arsuaga. Lo han propuesto sobre la base de algunas evidencias procedentes del examen de los restos óseos de la Sima de los Huesos de Atapuerca”.
Quienes conocen muy bien lo que ocurrió en Atapuerca son José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, codirectores del yacimiento, que publican en la editorial Crítica Homo antecesor. El nacimiento de una especie. “Los hallazgos en la Gran Dolina que permitieron introducir esta nueva especie cambiaron el paradigma sobre la primera colonización del continente europeo”, explica José Manuel Sánchez Ron en la introducción. Bermúdez de Castro y Carbonell recorren el convulso viaje que les llevó a dar nombre a la nueva especie. Y lo hicieron en el número 5 del Departamento de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid. “Estábamos barajando la posibilidad de proponer a la comunidad científica una nueva especie del género Homo… ¿Teníamos argumentos suficientes para tal empresa?” Su lucha dio sus frutos.
Una nueva especie en Eurasia
Los directores de Atapuerca reconocen que Homo antecessor fue una especie europea formada muy probablemente en Eurasia. "Junto con nuestro colega Robin Dennell -que defiende esta hipótesis desde hace varios años-, estamos plenamente convencidos de que Eurasia fue la cuna de varias especies. Ahora estamos firmemente convencidos de que la especie Homo antecesor surgió en Eurasia y nosotros hemos tenido la serendipia de encontrarla en la península ibérica”.
¿Qué supone haber añadido una especie más a nuestra filogenia? “En principio, solo se trata de un nombre que incorporó algo más de complejidad. La especie Homo antecesor ha tardado en ser aceptada y el debate puede continuar en el futuro. Lo hemos visto en estos últimos cuarenta años con Homo erectus, Homo habilis y Homo floresiensis. Ahora sabemos que Homo antecessor fue una de las ramas del arbusto de la filogenia de la humanidad que seguramente prosperó durante algún tiempo en Europa. Su rama no estuvo lejos del momento presente, pero terminó por desaparecer”.
Transformaciones biológicas
“El Homo sapiens es la única especie de su género que no se ha extinguido. Desde que surgiera su linaje -el del género Homo-, se han ido sucediendo las especies, que en ocasiones han llegado incluso a coexistir, pero ninguna de ellas, salvo la nuestra, ha permanecido hasta el momento presente”. Lo dice el catedrático de Fisiología de la Universidad del País Vasco Juan Ignacio Pérez Iglesias en Primates al este del Edén (Crítica), libro que aborda “el organismo humano a la luz de su evolución” y las transformaciones biológicas, “condición de posibilidad”.
Pérez Iglesias nos habla de la dieta, de la tecnología, de las características de la maquinaria digestiva y del cerebro, de la anatomía del corredor, de la energía necesaria, de la desnudez, del sudor, del agua, de la necesidad de cocinar, de la importancia del fuego… también de la capacidad de hibernar de nuestros antepasados: “Es una hipótesis muy arriesgada, máxime si sus antecesores Homo ergaster, habían experimentado, como propone Herman Pontzer, una aceleración metabólica”. Con todas las cautelas, señala, “no descartaría que se hubiese producido alguna forma de hipometabolismo con reducción de la actividad que, sin llegar a ser una hibernación en toda regla, hubiese permitido el suficiente ahorro energético sin que por ello conllevase la paralización total del organismo”.
Huesos, dentición...
En definitiva, explica Pérez Iglesias, la estrategia vital humana no ha surgido de la nada: “Se ha ido configurando conforme se han sucedido las diferentes formas que han jalonado nuestro linaje. El problema, en este caso, es que resulta muy difícil atribuir a las especies de homínidos que nos han antecedido la adquisición de este o de aquel rasgo. Salvo lo que podamos encontrar reflejado en los huesos o en la dentición, no quedan rastros directos de ellos. No es fácil determinar con precisión cuánto duraba la gestación de esta o de aquella madre hominina, la edad a la que destetaba a la cría o el tiempo que transcurría entre dos nacimientos consecutivos, por ejemplo. De eso no quedan registros”.
[Nuevo giro en la evolución humana: la llegada a Europa no fue como se pensaba]
Finalmente, el catedrático de la Universidad del País Vasco pone negro sobre blanco una cuestión de gran trascendencia que seguramente nos la plantearemos en los próximos años: ¿Se ha detenido la evolución? Sobre lo que señala: “Hay quienes piensan que, al protegernos del efecto de condiciones ambientales susceptibles de modificar la aptitud biológica, nuestra especie ha dejado de evolucionar. Creen que la cultura ha detenido el proceso evolutivo. Por razones metodológicas no es fácil investigar este asunto. No es posible determinar si, en el momento presente, alguna variante genética concreta se encuentra sometida a presiones selectivas a favor o en contra”.