La lectura, una parte esencial del cerebro narrativo. Foto: Pexels/Leah Kelley

La lectura, una parte esencial del cerebro narrativo. Foto: Pexels/Leah Kelley

Ciencia

¿Qué tienen en común los cotilleos y los 'influencers' con Tolstói y Virginia Woolf?

El libro 'El cerebro narrativo' descubre al ‘Homo narrans’ y explica por qué el ser humano necesita historias para la supervivencia del grupo y la cohesión social.

13 septiembre, 2023 02:44

La influencia en nuestro cerebro de cuentos como el de La Cenicienta o los de los Hermanos Grimm, libros como Moby Dick, Romeo y Julieta, Harry Potter, El Señor de los Anillos y la Odisealas "historias" de las redes sociales y los chismorreos de vecindario queda explicada en El cerebro narrativo (Sexto Piso), del catedrático de Ciencias Cognitivas Fritz Breithaupt (Meersburg, Alemania, 1967), quien afirma que su contenido nos cambia para siempre, nos conecta con los demás y nos activa las emociones. “Es el gran logro de la evolución de nuestra especie”, afirma Breithaupt en uno de los apasionantes pasajes de este estudio dedicado a “lo que nuestras neuronas cuentan”.

Simulaciones

Las narraciones, señala el autor, son la forma en que nuestro cerebro simula nuestras acciones y las de otros y cómo estimamos que estas simulaciones son las adecuadas para proyectar nuestras acciones: “Lo interesante es que las narraciones son, por un lado, reproducciones o simulaciones del mundo social, y en él integramos nuestras situaciones, decisiones, acciones y sentimientos. Por otro lado, solo son puras quimeras fruto de nuestra imaginación. Las narraciones tienen formas, y las formas tienen sus propias leyes, que no se limitan a bailar al son de la realidad”.

¿Qué son las narraciones entonces? ¿Qué transmiten? ¿Por qué nos atraen? Algunas, señala Breithaupt, como las historias de aventuras, nos instruyen para esperar el triunfo. En las de amor esperamos un cálido sentimiento romántico. Las sutiles nos acostumbran a emociones estéticas “de repentina claridad”.

Los Grimm

Una de las referencias del libro son los cuentos de los hermanos Grimm: “Celebran narrativamente la vulnerabilidad y dejan en herencia esa misma vulnerabilidad como un valor que constituirá uno de los fundamentos del romanticismo”. Para el profesor alemán, estas historias tienen una importancia más que considerable: “Los cuentos de los Grimm son, junto a los textos bíblicos, de una importancia capital. Sus cuentos dejan en la sombra a todos los best seller internacionales”.

Breithaupt cita al psicólogo británico Robin Dunbar para hablar del “chismorreo social”. Para Dumbar los cotilleos y las charlas cotidianas han reemplazado a la función de la desparasitación en otros simios, que es la de mantener al grupo unido. “La mayoría de los primates no humanos se desparasitan unos a otros durante muchas horas al día, lo cual no cumple una función higiénica, pero proporciona placer y propicia la cercanía del grupo. A través de estas desparasitaciones se intercambia y difunde información social general sobre el estado de todos los miembros del grupo. Esa misma función desempleñan los chismes en los humanos”. Además, precisa el autor, “es posible que la función central de la narración no sea estimular la cooperación sino la inteligencia, la creatividad y la planificación”.

Los libros, una forma de transmitir el pensamiento narrativo. Foto: Pexels/Pixabay

Los libros, una forma de transmitir el pensamiento narrativo. Foto: Pexels/Pixabay

Una de las ideas más interesante de El cerebro narrativo es la de estudiar cómo las narraciones están vinculadas a la comunicación de las emociones: “las emociones permanecen en la memoria de forma especialmente clara y obran como anclas a las que las historias pueden sujetarse. Las personas parecen recordar especialmente si una historia termina bien o mal y cómo les hizo sentirse”. En este sentido, Breithaupt apunta que quien va al cine, por ejemplo, suele intuir ya los sentimientos con los que saldrá de la sala. “Las emociones y los sentimientos cumplen una serie de funciones importantes que contribuyen a nuestra supervivencia en el sentido evolutivo”.

No sin expectativas

Algunas de las características de toda narración es el asombro, pues es “el acicate para adquirir conocimiento”. También las expectativas: “Toda narración genera expectativas. Sin expectativas no habría narración”. Una de las historias más conmovedoras según El cerebro narrativo es La Cenicienta. ¿Qué hace que esta historia sea tan conmovedora?

“En muchos sentidos, Cenicienta es un caso claro de suscitación de la compasión y de estereotipos sexuales. La muerte del padre débil, la madrastra injusta y la maldad de las hermanastras, combinadas con la delicadeza de Cenicienta, la identifican claramente como personaje vulnerable y, por tanto, bondadoso. Cenicienta es, pues, conmovedora para nosotros, como oyentes. Participamos en el acto de revelarse y ser reconocida”.

Una forma de terapia

Breithaupt considera las narraciones una  forma de terapia para nuestro cerebro porque son explicativas, integradoras, resolutivas y emocionalmente gratificantes: “También desempeñan aquí un papel importante los mitos y las historias religiosas: Ejemplifican el significado de las acciones y experiencias para los individuos y les permiten participar en ellas”.

Según el autor, las personas con mentalidad particularmente narrativa pueden hallarse en general mejor preparadas para interpretar las dimensiones mentales de una crisis. “Quien lee a Tolstói, Flaubert, Virginia Woolf o Thomas Mann, por ejemplo, se deja llevar por la voz y puede trasladarla claramente a su propia vida y examinar moralmente los acontecimientos como Tolstói, observar cínicamente como Flaubert, efectuar monólogos interiores como Woolf o adoptar una posición analítica como Mann”.

Políticos e 'influencers'

También puede hablarse, según se desprende de El cerebro narrativo, de narrativa colectiva: “las voces de las figuras públicas individuales, desde los políticos y los intelectuales hasta los famosos y los influencers, pueden seguir sonando en nuestras cabezas como modelos narrativos. Son influyentes no solo por lo que dicen concretamente, sino  por la forma en que damos continuidad a sus discursos y nos contamos con ellos la salida de la crisis. Para horror de muchos, Donald Tump también sigue hablando en muchas cabezas y les ofrece una narrativa”.

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Finalmente, Breithaupt se plantea alternativas al cerebro narrativo. ¿Qué tipo de pensamiento no sería narrativo? Una de las alternativas sería el pensamiento racional-causal, el pensamiento en identidades fijas, el pensamiento en imágenes, el flujo de la ensoñación e incluso el frenesí de la presencia permanente: “Pensar en términos de causalidad es explicativo, pero no nos llena, por carecer de estructura emocional que da un sentido. Pensar en identidades e imágenes fijas amenaza con empantanarse en patologías y fijaciones. La ensoñación y el frenesí carecen de estructura que los hace soportables a la larga. Para mí, la esperanza reside en el pensamiento narrativo”.

Una vida más rica

“Como Homo narrans -termina el libro- no solo somos seres a los que se les cuentan historias, sino seres que narramos y renarramos historias nosotros mismos. Toda narración se hace plural. En cada historia existe el potencial de salir de un mundo que se percibe como demasiado estrecho. Si utilizamos ese potencial, se nos abre una vida más intensa y rica”.