Imagen de 'Yakuza: Like a Dragon'

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Homo Ludens por Borja Vaz

El valioso contexto de 'Crónicas Yakuza'

La publicación del libro de Miguel Arán es una auténtica delicia para todos los seguidores de la franquicia de Sega

25 marzo, 2021 10:46

Lo primero que llama la atención del libro de GTM Ediciones es el cuidado exquisito que la joven editorial ha puesto en el proyecto. Con un acabado de lujo, el libro destaca por su papel estucado de gran calidad, el colorido de la sobrecubierta con solapas, la cuidada encuadernación en hilo y, sobre todo, las más de cincuenta fotografías e ilustraciones en gran formato que adornan las trescientas cincuenta páginas del libro. Cada uno de los capítulos viene precedido por una triple leyenda: el título en español, la traslación fonética del término en japonés y la grafía en kanji, de una elegancia arrebatadora. Todo contribuye a formar un conjunto coherente donde predomina el rojo y el blanco como símbolo de la turbulencia inherente al tema que trata. No cabe duda alguna, con simplemente echar un vistazo somero a las imágenes, de que el libro resulta impecable desde el punto de vista formal, pero ¿qué hay del contenido? ¿Ha tenido éxito el autor en su propósito de sintetizar más de cien años de evolución de las organizaciones criminales del país del sol naciente y su cultura intrínseca? 

El libro comprende seis grandes apartados: una introducción al mundo de la yakuza, la historial real desgranada en décadas, la cultura que impregna estas organizaciones, unos anexos donde se aportan datos de los grandes clanes y biografías de sus personajes más destacados, lo estrictamente concerniente a los videojuegos y un glosario final de términos japoneses. A pesar de la miríada de términos y de datos históricos que aporta, Miguel Arán se ha preocupado de mantener el tono del libro en un aspecto divulgativo, con un estilo narrativo que luce sobre todo en las anécdotas más rocambolescas y trepidantes, circunstancias que abundan en los más de cien años de historia que cubre en sus páginas. El autor se ha preocupado de destilar la esencia de la identidad japonesa, los mandatos culturales de una sociedad que venía de casi tres siglos de aislacionismo estricto y que se había embarcado en una loca carrera para industrializarse a marchas forzadas y convertirse en una potencia mundial. Aspectos como la primacía del colectivo o los rígidos códigos de honor que a ojos occidentales pueden resultar hasta pintorescos, pero sin cuya aprehensión no es posible entender la vertebración del crimen organizado en todas las capas de la sociedad japonesa, desde la industria pesada al mundo financiero e incluso el político. El mundo de la yakuza es uno donde complejas jerarquías quedan siempre claras y donde los rituales conectan con la ancestral tradición shinto para revestir a la función criminal de un misticismo que sirve tanto para cohesionar las filas como para presentarse a la sociedad general como una especie de guardianes de las tradiciones, en un ejercicio no falto de hipocresía.

Por todos sus aciertos en la conceptualización del libro, quizá al apartado al que no le encuentro mucho sentido es, paradójicamente, al dedicado a la propia saga de videojuegos de Sega. Por un lado, las breves páginas que el autor ha dedicado a los creadores de la saga es un compendio de datos libremente accesibles en internet, sin acceso a fuentes primarias. Conozco de primera mano las enormes dificultades que existen a la hora de contactar a desarrolladores japoneses. La fama de opacos la tienen bien ganada, en parte por lo asumido que tienen por allí la idea del supuesto papel servil de la prensa y en parte, no menor, por las malas formas de las empresas editoras, que niegan con vehemencia la dimensión cultural de sus productos para referir todas las legítimas preguntas a la poderosa máquina de marketing y escapar de un escrutinio más exhaustivo que los pudiera poner en aprietos. Es un comportamiento hipócrita, cegato y cortoplacista; que choca profundamente con las aspiraciones occidentales y que resulta insostenible en el tiempo. Proyectos como este exigen la implicación de los creadores, sin la que quedan claramente desnaturalizados y quizá habría que haber presionado más por llegar hasta ellos, aunque desconozco las circunstancias concretas. Por otro lado, no le encuentro ningún sentido a la decisión de resumir los siete primeros videojuegos (los que conciernen a Kazuma Kiryu, dejan fuera a Like a Dragon). Todos esos juegos están ahora mismo disponibles en Xbox Game Pass. Sega se ha puesto las pilas a la hora de facilitar su acceso, si bien el idioma puede ser un cierto impedimento. Sin embargo, proponer extensos resúmenes como sustitutivo de complejas presentaciones audiovisuales de unas tramas famosas por sus argumentos laberínticos no me parece que haya sido una decisión acertada.

En cualquier caso, el libro cumple en líneas generales con su cometido de aportar un contexto valiosísimo a una saga de videojuegos que ahora mismo se encuentra en el punto álgido de su popularidad, y a la que tras la excelencia de su último episodio y su cambio de protagonista le auguro un futuro prometedor. Crónicas Yakuza es una inmersión en los bajos fondos nipones con la intención de comprender su idiosincrasia particular que les otorga una identidad propia frente al resto de organizaciones criminales nacionales del resto de países. Es indudable que hay un cierto punto de fascinación y reverencia que se desprenden de las palabras del autor, pero quizá lo que hacen es recalcar la complicada relación de la sociedad nipona con estas organizaciones a la que ve como un mal necesario e imposible de erradicar. Espero que GTM Ediciones siga en la brecha y se atreva a encarar proyectos de naturaleza similar que lo que hacen, en el fondo, es otorgar carta de naturaleza al medio. Algo muy necesario, por mucho que no guste a ciertas compañías.

@borjavserrano

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