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Miss Beige: "La fragilidad es tan digna y necesaria como la fuerza"

Ana Esmith, creadora de un personaje que se cuela en nuestra realidad para hacernos reflexionar sobre la belleza y el uso de las redes sociales, protagoniza un encuentro en CaixaForum

25 marzo, 2021 13:24

Paseando por el Rastro Ana Esmith se topó con un vestido beige de los años 70. Decidió comprarlo para entretenerse como quien se pone un capítulo de alguna serie de Netflix. Después llegaron los guantes, el cinturón y la decisión de llevar un bolso del que sobresale el mango de un martillo. Todo, claro, en ese tono insulso que tan desapercibido tiende (o tendía) a pasar. “Me pareció que podía juntar las cosas que me gusta denunciar: lo que juzgamos nada más ver, lo malos que son los prejuicios y cómo la persona con más cultura es la que más juzga cuando se supone que una cierta formación te tendría que liberar”, atiza Ana Esmith, cuyo alter ego es el personaje Miss Beige. Así es como, con el conjunto listo (al que se suman unos zapatos, unas gafas grandes y una gabardina llegado el momento) empieza a subir fotos a Instagram y surge “un personaje que nace para no gustar”. Sin embargo, suma más de 34.000 seguidores, sus performances han entrado en la galería Ponce + Robles y este jueves protagoniza un encuentro en CaixaForum. Por supuesto, las entradas están agotadas.

Miss Beige es un personaje ficticio que se cuela en la realidad para incomodarnos y hacernos reflexionar. “Al arte llego porque por primera vez la potencia de la imagen me hace prescindir de la voz y me doy cuenta de que tengo que explorar otras maneras de comunicar”, explica Esmith. Y este altavoz lo encuentra en el mundo de la performance, el vídeo y la fotografía. Era 2016, un momento, recuerda, en el que las redes empezaban a ser importantes de modo que si el público se encontraba ahí, Miss Beige intentó captarlo. Y precisamente en Instagram se ha hecho un hueco con ese personaje no sexualizado ni cosificado y tan alejado del canon de belleza.

Esta heroína sin capa usa el martillo para descolocar a quien la mira y remover algo en su interior. “Me interesa que aparezca la vulnerabilidad del otro. El martillo ayuda porque no estamos acostumbrados a verlo, no sabemos catalogarlo así que no sabemos si estamos ante la loca de la colina o tenemos que reír porque es cool aunque no lo entendamos”. Y aunque este personaje con cara de pocos amigos, pelo ralo y que no pronuncia palabra, no pretende hacer uso de él sí busca “hacernos reflexionar” y promover el respeto hacia los demás. Su objetivo es “recoger la vulnerabilidad del otro para que no esté tan seguro de todo”. 

'Intercambio climático'. Foto: Marisa Gallego

Todo esto lo consigue a través de publicaciones mudas en las que siempre viste de beige, un tono, en principio simplón, con el que critica la obsesión por los filtros que nos encontramos en todas las aplicaciones. Miss Beige sale a la calle y se fotografía con las cosas más anodinas y cotidianas: se retrata al lado de un parquímetro o de un edificio sin ningún interés particular, como que mete la cabeza en un naranjo, se cuelga de los testículos de un toro de Osborne o se pone una corona de juguete y se planta frente a una sucursal de Hacienda. También reclama que la vida de uno mismo es importante, por supuesto, pero quiere que nos cuestionemos lo que tenemos alrededor. “Juego con la realidad para redescubrir lo que preferimos ignorar porque nos parece más importante nuestro muro de Instagram”. En este sentido, las redes han hecho que nuestras vidas privadas se hayan convertido en públicas al tiempo que “hemos abandonado el espacio público”.

Con estos gestos, que pueden parecer insignificantes pero que están llenos de sarcasmo y crítica, se ha convertido en un referente que lucha por el empoderamiento de la mujer. Pero lo hace alejada de términos como fuerza y batalla. “Se puede reivindicar desde muchos puntos, siempre se habla de fuerza y de una mujer guerrera pero ese es un lenguaje que no me gusta y no me representa. Me parece más importante empoderarse desde la fragilidad y la vulnerabilidad”, asegura Esmith. Y añade: “tanta fuerza hace que el ser humano pierda sensibilidad y los artistas estamos para hacer una llamada de atención. Tenemos que trabajar la fragilidad porque es dañino el comportamiento y el empoderamiento que viene del patriarcado. Te manejan para ponerte unos tacones y mandar a alguien a ‘tomar por culo’ pero así sigues siendo un objeto”, denuncia.

Para Ana Esmith lo importante es convertir la fragilidad en fuerza y para ello no necesita vestirse de guerrera ni llamar la atención con colores llamativos. Para su particular cruzada usa el beige. “El empoderamiento está mal usado. Las mujeres vamos corriendo de un sitio a otro y ahora tenemos que ser luchadoras. Debemos reivindicar que la fragilidad y la debilidad son tan dignas y necesarias como la fuerza”. A pesar de que Miss Beige denuncia la tiranía de la belleza a la que las mujeres se ven sometidas, el personaje va más allá “porque si no te conviertes en otra arma del patriarcado. Este personaje no es tan simple, la reivindicación viene desde una opción visual pero no me gustaría que quedara reducido a un titular tan triste. El mundo no se divide en hombres guapos y feos o mujeres guapas y feas. No quiero contribuir a ello”, arguye.

'Trankimazin'. Foto: María Dain

Uno de los llamamientos que hace es que nos atrevamos a ser nosotros mismos aunque “la sociedad no nos deja porque siempre se espera algo de nosotros”. Samantha Hudson es un ejemplo: en varias ocasiones se ha convertido en el centro de las críticas por vivir y vestir a su manera. “El problema lo tienen los demás que son quienes juzgan”, asegura Ana Esmith. La libertad es “lo que más puede impresionar al ser humano pero hay que atreverse a hacer cosas que la sociedad no te permite. Las mujeres, con los problemas a lo largo de la historia y los cánones de belleza, no hemos podido jugar con nuestra imagen. No te sientes libre para dar un paso más allá y eso es frustrante”, denuncia. Por eso, es necesario “tener un referente como Miss Beige, una mujer que se atreve a ir por la vida con entereza y dignidad”. 

De este personaje, no obstante, no sabemos prácticamente nada: ni su edad, ni su procedencia, ni su estatus, ni la época de la que viene. Tampoco hace falta pues el espectador es libre de permitirse imaginar algunas cosas. Lo que sí sabemos es que no le hace falta un Mister Beige al lado para estar completa. “En mi discurso no cabe el hombre, soy yo la protagonista. Faltan discursos donde no quepa la figura masculina ni unos niños para conocer ‘el verdadero amor’. La mujer tiene que estar bien consigo misma”, asegura. Con Esther Ferrer como gran referente, Ana Esmith cree que a través del humor se puede hablar de muchos asuntos. “Hay que reivindicar el humor como un oficio más porque es algo muy serio. Yo uso mi vulnerabilidad, no uso a los demás”, matiza. A pesar de la legión de seguidores que acumula Ana Esmith no se ve como una influencer, ni pretende serlo. “Hay demasiadas Paulas Echevarrías y Miss Beige ha demostrado que la gente puede sentir interés por lo que tienes que decir. Existen diferentes formas de jugar con las redes y nadie debería pensar que la vida es lo que se ve en ellas porque -concluye- es algo muy triste para las generaciones más jóvenes que no tienen otros referentes”. 

@scamarzana