Le pido prestado en esta ocasión a Antonio Escohotado el título de su gran ensayo Los enemigos del comercio. El libro de Escohotado es un gran estudio histórico, sociológico, geográfico, antropológico, económico y político sobre el comercio. Un gran ensayo, donde aparecen uno a uno los enemigos del comercio que terminan siendo los enemigos de la libertad. De la libertad individual y de la colectiva, que aunque no sean la misma cosa terminan en los mismos sentidos. Evitar el comercio es evitar la libertad; desde tiempos bíblicos, el comercio es uno de los grandes fundamentos del progreso humano y todos los inventos también humanos contra el comercio son los enemigos del progreso y de la libertad, que es nuestro progreso sustancial.
De modo que los primeros enemigos del comercio son la mentalidad totalitaria, el absolutismo y los nacionalismos originales; los que cierran la frontera a cal y canto; los que protegen “lo propio” frente a lo “extraño”, frente a lo extranjero. Siempre hubo enemigos del comercio, pero siempre el comercio salió adelante como un adalid de la economía y del progreso.
Cuando se desmerengó la Unión Soviética, el mundo libre, donde regía el sistema capitalismo de economía y donde el comercio era un pilar esencial, creyó que había ganado una batalla universal y que ya solo en el mundo reinaría por los siglos de los siglos sin ningún adversario que lo distrajera de sus negocios.
Estamos sometidos y cada vez más empobrecidos por las políticas económicas y comerciales en pleno vigor
El mundo musulmán surgió después, en gran medida, como una inquietud para Occidente y el terrorismo islamista concretó las bases de una guerra que exigía la destrucción del enemigo, el mundo cristiano, la civilización occidental, la libertad individual y colectiva tal como nosotros la entendemos en esta parte del mundo. Pero este enemigo, el terrorismo islamista, está lenta pero firmemente siendo arrinconado en determinados territorios y sólo crece, aunque peligrosamente, en el Sahel africano.
Sin duda, es un enemigo peligroso, criminal; un enemigo de la libertad y del comercio, del progreso y de la libertad religiosa, pero es un enemigo localizado casi siempre y controlado al menos en gran parte, a pesar de los atentados que todavía tenemos en nuestra memoria.
¿Y cuál es hoy el peor enemigo del comercio? El sistema capitalista tiene unas leyes, laxas o no, que han de cumplirse con plenitud para que el mismo sistema funcione; para que la libertad se defienda y afiance junto con el progreso y el comercio, que —como se sabe— es parte esencial del progreso. Ha sucedido, sin embargo, lo inesperado: las leyes del sistema de libertades occidentales ya no se cumplen.
Y los primeros que se las saltan son las grandes corporaciones comerciales, que abusan de su poder porque son los dueños del propio sistema de libertades cuyas leyes no cumplen. El abuso se ha extendido a todo el capitalismo y lo ha convertido, desde hace por lo menos veinte años, en una geografía selvática donde el más delincuente se ha vuelto el más inteligente; donde el más ladrón es el más respetado y temido.
Los medios informativos se doblegan ante los mafiosos y ya nada parece claro a los ojos de un ciudadano limpio
Lo peor de todo es que esa lujuria imparable por el dinero y el poder ha llegado a enfermar y a contaminar más de la cuenta al mundo de la política, al universo nuclear del sistema, y son los propios políticos y mandatarios los que tendrían que cuidar limpio el sistema, quienes tendrían que cuidar las libertades y los derechos humanos, los que tendrían que hacer cumplir las leyes, los que tendrían que tener sus manos fuera del comercio y los negocios; todos ellos son los primeros que violan las leyes del capitalismo y entraban de lleno en el mundo de las mafias económicas y comerciales, en donde lo único que cuenta, por encima de todos los otros valores ya casi inexistentes, es la ganancia económica y el poder.
Así estamos hoy en nuestro mundo libre: inquietos, robados, siempre nerviosos, corriendo de un lado para otro sin pensar qué motivos son los que nos hacen correr… Así estamos hoy, sometidos y cada vez más empobrecidos por las políticas económicas y comerciales en pleno vigor… Así estamos hoy, viendo que aparentes adalides de las libertades y las leyes se convierten en baladrones y delincuentes, en combinación con el gangsterismo privado, nada más pisar el poder con la coartada de ser ellos los primeros defensores de la libertad y del comercio, del progreso y la ética.
Lleno de farsantes, el poder de los poderosos y el dinero de los que lo tienen de sobra ha crecido tanto que hasta los periódicos y los medios informativos se doblegan ante los mafiosos y ya nada parece claro a los ojos de un ciudadano limpio de cualquier geografía de Occidente. La decadencia es evidente. Y peligrosa. Y, mientras, los que más tenían que hacer por mantener limpio el sistema son los que más lo están hundiendo. Así estamos hoy, sin rumbo, ni brújula, ni cuaderno de bitácora. Al socaire de la voluntad de los más poderosos y abusadores. Al socaire de los gánsteres del comercio, a merced del salvajismo y sin saber cuál es el futuro de un mundo que parece ya completamente loco.