Ir más allá con Sófia Táboas
Desde tres puntos otros campos
9 enero, 2015 01:00Crop múltiple, 2014
El misterio se había resuelto. Bower y Chorley habían confesado. Ellos habían sido los autores de esos círculos que se habían hecho famosos desde que a finales de los 70 decidieran comenzar a trazarlos en los cultivos de la zona de Inglaterra en la que vivían. Bower conocía un caso célebre una década anterior. Una forma extraña apareció en un campo australiano. La hierba estaba aplastada formando un círculo. El granjero que lo había descubierto afirmó que había visto un objeto extraño sobrevolando el área. Un OVNI se había posado allí. Era la única explicación posible en esos años 60 en los que las historias de avistamientos se habían multiplicado no sólo en el cine y en las novelas. Bower y Chorley lo habían simulado, sencillamente.La broma creció y creció. Las formas se hacían cada vez más complicadas y ellos no dejaban de reírse de los expertos que veían en esos dibujos la confirmación de que "no estábamos solos". Surgieron imitadores en Inglaterra y en otros países y tuvieron que comenzar a firmarlos. El fenómeno se extendió. Los dibujos empezaron a seguir fórmulas matemáticas complejas. Incluso cuando ya se sabía que no eran fenómenos extraños, la gente necesitaba buscarles una explicación que fuera más allá.
Ir más allá es lo que hace Sofía Táboas (México D.F., 1968), una de las artistas mexicanas más destacadas de su generación junto a Damián Ortega o Abraham Cruzvillegas, en su primera individual en Madrid. Se apropia de las formas que crean esos círculos de cosecha para convertirlas en relieves, realizados en aluminio y espejo. Son dibujos ya hechos, ready made, que recontextualiza y lleva a la pared de la sala transformándolos en unas particulares esculturas mínimal que, al reflejar, son también un mapa del lugar en el que se exponen, continuando con la investigación de la artista sobre el espacio y el paisaje, y un retrato del que se mira en ellas cuando están colgados a la altura de los espectadores, actuando como pantallas sobre las que proyectarse, uno ve lo que quiere ver y, al final, suele ser a uno mismo.
Son planes extraterrestres, como algunos los han interpretado, que Táboas ya había utilizado en obras anteriores; esquemas que siguió, por ejemplo, para construir las plataformas de color ámbar que cobijan a los visitantes en el jardín botánico de Sinaloa, patrocinado por los coleccionistas Isabel y Agustín Coppel, o en su última exposición en la galería Kurimanzutto de México en 2005, en la que también usó las ilustraciones del indescifrable manuscrito Voynich.
Aquí en su lugar se ha valido de figuras extraídas de los yantras tántricos, formas geométricas ya dadas que sirven para la meditación y que ella, de nuevo, ha transformado en esculturas en las que los materiales (cemento, aluminio y madera) cobran mucha importancia. Son trozos de pensamiento que no sólo tienen forma sino que han adquirido cuerpo y que, asociados a las estructuras extraterrestres, buscan nuevos territorios que explorar. Como indica el título de la muestra: Desde tres puntos otros campos que investigar.